Las elecciones del 4M en Madrid concentran una disputa que va más allá de la Comunidad Autónoma, entre las fuerzas de la derecha y los partidos integrantes de la coalición del “gobierno progresista”. Pero ninguno de estos bloques que sostienen el Régimen del 78 implica una salida favorable para los trabajadores y el pueblo. La trampa del voto al “mal menor” ni frena a la derecha ni es la forma de construir una izquierda anticapitalista y de la clase trabajadora.
Todas las encuestas señalan hasta ahora que el PP de Ayuso conseguirá superar sus resultados anteriores y sacar buena distancia al PSOE. Algunas también muestran que le estaría comiendo espacio a VOX, gracias al perfil trumpista de la presidenta de la Comunidad de Madrid. No queda claro el futuro de Ciudadanos, que podía quedar fuera de la Asamblea, aunque promete apoyar al PP si logra entrar.
Entre los partidos de la coalición gubernamental y Mas Madrid, el PSOE de Gabilondo sigue liderando las encuestas. Detrás se ubican Más Madrid con Mónica García y Unidas Podemos con Pablo Iglesias (que con su irrupción en Madrid evita que la formación caiga por debajo del 5%), aunque ninguna despierta grandes entusiasmos más allá de los afines en redes sociales.
Ayuso busca una elección plebiscitaria a su gestión, y, en el camino, recuperar la posición del PP como “gran casa” de las derechas. Por su parte, desde el PSOE y las izquierdas institucionales, ofrecen como opción un gobierno encabezado por Gabilondo, quien ya ha dicho que está dispuesto a gobernar con ciudadanos y que para llegar a sus votantes ya ha afirmado que no piensa subir ni un euro en impuestos a nadie (que se queden tranquilos los del barrio Salamanca).
La campaña electoral está plagada de fuegos de artificio mediáticos y polarización. El acto provocador de VOX en Vallecas es parte de la misma. Sin embargo, ninguno de los partidos, ni por derecha, ni desde las izquierdas moderadas, ofrece un programa a la altura de la crisis que se vive en la clase trabajadora y el pueblo pobre de Madrid.
Por qué un gobierno de Gabilondo no es alternativa
Pablo Iglesias ha desembarcado en Madrid y para impulsar su campaña ha incluido en su lista a algunos referentes de los movimientos sociales, a la vez que hace promesas de todo tipo si llega al gobierno de la Comunidad. Lo que busca es evitar el hundimiento de Podemos y tratar de salvar los trapos después de su calamitosa experiencia como vicepresidente de gobierno durante más de un año.
En este tiempo, más allá de los tuits y anuncios grandilocuentes, no ha logrado ni una medida de fondo para revertir la crisis social de los sectores obreros y populares. Ni derogar las reformas laborales, ni frenar los desahucios, ni regularizar a las más de 600.000 personas migrantes que lo están exigiendo hace un año, ni terminar con los falsos autónomos y las externalizaciones en los empleos precarios, ni parar los desahucios, ni frenar la suba de los precios de los alquileres. Ni siquiera lograr que las ayudas de emergencia llegaran a las trabajadoras del hogar o las migrantes o las personas más necesitadas, con un “escudo social” que se mostró totalmente agujereado.
Al mismo tiempo, no lo olvidemos, el gobierno de coalición en el que Unidas Podemos ostenta cinco ministerios y una vicepresidencia, sí tuvo voluntad de otorgar cuantiosas ayudas a las empresas privadas y garantizarles créditos (beneficiando tanto a las empresas como a los bancos), mientras aumentaba el endeudamiento público. Es el mismo gobierno que ayudó al emérito a escapar y que garantiza que los negocios de la corona no puedan ser investigados. Un gobierno que, frente a la crisis sanitaria y la llegada de una cuarta ola de contagios, se sigue negando a votar a favor de la liberalización de las patentes de las vacunas, que permitiría producirlas en cualquier lugar del mundo donde fuera necesario. Tampoco este gobierno “progresista” ha bajado ni mucho menos eliminado las tasas de las universidades, aun con su ministro Castells en el Ministerio de Universidades.
En el caso de Madrid, un gobierno de Gabilondo apoyado por Unidas Podemos y Más Madrid no va a ser nada diferente de lo que ya vemos a nivel estatal. O en realidad puede ser peor. El candidato del PSOE ya ha asegurado que está dispuesto a gobernar con Ciudadanos y que no piensa aumentar los impuestos, para no perder votos de las clases medias altas y los barrios más ricos de Madrid.
Y cuando hablamos de Gabilondo, su problema no es que “no hace nada” cuando está en la oposición, como dicen algunos. El mayor problema es lo que hace cuando está en el Gobierno. Recordemos su currículum: se trata del mismo Gabilondo que defendía el “plan Bolonia” en las universidades mientras miles de estudiantes se manifestaban en contra, y quien abrió las puertas de las universidades públicas a la banca y las grandes empresas como el Santander cuando ocupó el cargo de rector de la UAM y presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). El mismo Gabilondo que fue ministro de educación en el Gobierno de Zapatero con sus recortes. Y quien, en reiteradas campañas electorales a la Comunidad de Madrid durante los últimos años aseguró que no revertiría los contratos de privatización de la sanidad, sino que solo revisaría “sus aspectos más lesivos” para que se “cumplan” los contratos con las empresas privadas. Y no olvidemos que El PSOE es responsable, también, junto con el PP, de haber votado la Ley 15/97 que abrió el campo a la privatización de la sanidad, algo que ha tenido nefastas consecuencias en la Comunidad de Madrid y en todo el Estado.
El ejemplo de Vallecas y la trampa del “mal menor”
El sucedido en Vallecas hace unos días sirve para mostrar quién es quién en esta campaña electoral. Ya que mientras VOX organizaba su acto provocador, racista y homófobo en este barrio obrero, el bloque de las izquierdas del régimen (PSOE-Unidas Podemos-Más Madrid) sacaba un comunicado común llamando a no ir a la contramanifestación. En cambio, proponían “movilizarse por la vía electoral” el 4M. A pesar de su intento de desmovilizar, las vecinas y los vecinos, jóvenes y organizaciones sociales estuvimos presentes en la plaza de Vallecas. Y fue la policía del “gobierno progresista” la que empezó a cargar contra los manifestantes, tal como hicieron también en las manifestaciones por Pablo Hasél, o cuando prohibieron las manifestaciones feministas del 8M.
Aun así, muchos activistas piensan que hay que votar por Pablo Iglesias “con la nariz tapada” para echar a la derecha. Y que entonces ya tendremos tiempo de avanzar en reconstruir la movilización desde las calles. Pero esta lógica del mal menor es la que nos ha traído hasta aquí, la que permite que la derecha siga creciendo en Madrid, mientras la izquierda moderada solo ofrece como salida envestir a Gabilondo y tragarnos todos los sapos del “gobierno progre”. ¿Acaso después del gobierno de Carmena en Madrid no vino una mayor desilusión y frustraciones entre muchos activistas? ¿Y por qué seguir repitiendo la misma historia, y respondiendo a los mismos relatos de “apoyar al mal menor contra la derecha”?
Además, la trampa del mal menor tiene otra consecuencia: la desmovilización de los movimientos sociales y de la clase trabajadora. Todo lo que hacen Unidas Podemos y Más Madrid apunta en ese sentido: hacer creer que ellos resolverán las cosas “desde arriba” en los puestos institucionales, mientras por abajo solo hay que esperar y votarlos cuando corresponde.
No nos engañemos, no son ninguna salida. Por eso, al no haber ninguna candidatura anticapitalista en estas elecciones, desde la CRT llamamos a votar nulo o abstención. La mejor alternativa hubiera sido formar un Frente electoral anticapitalista y de clase, tal como propusimos desde la CRT a grupos como Anticapitalistas y otros. Eso era posible y estaba al alcance de la mano. Así se podría haber escuchado una voz diferente en esta campaña electoral. Una voz que planteara un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, para terminar de verdad con los desahucios, invertir en sanidad y educación, así como impuestos progresivos a las grandes fortunas, entre otras medidas de emergencia. No haberlo concretado, por la negativa de estos grupos, deja a miles de activistas y trabajadores sin una verdadera opción anticapitalista para estas elecciones.
Tras la completa asimilación de Podemos e Izquierda Unida al Régimen, es necesario ensayar otras hipótesis. Esto no es fácil, pero para empezar hay que volver a confiar en nuestras propias fuerzas. El camino pasa por la movilización desde abajo, de forma independiente de todos los partidos del régimen. La tarea es construir una izquierda anticapitalista y de clase, que no termine siendo un engranaje más para sostener al régimen desde su flanco izquierdo. |