A propósito de un nuevo aniversario del golpe genocida de 1976, que intentó cerrar a sangre y fuego el ascenso de las y los trabajadores en Argentina, que desde 1969 protagonizaron distintos hitos de la lucha de clases en el país, como el cordobazo contra la dictadura de Ongania, y la experiencia de las coordinadoras interfabriles que se enfrentaron en 1975 al gobierno peronista. Nos interesa rescatar el rol que estos mismos sectores jugaron en la resistencia a la propia dictadura, para eso hablamos con David “Coco” Blaustein (reconocido documentalista argentino realizador de “Cazadores de utopías”) acerca del reciente estreno de su nueva producción, “Se va a acabar”, codirigida con Andres Cedrón.
Algo que nos pareció muy interesante en "Se va a acabar" es la combinación de distintos formatos como la animación, los testimonios de protagonistas e imágenes de archivo. ¿Por qué optaron por estos formatos para la narrativa del film? ¿Cuál es su búsqueda a la hora de retratar un momento tan significativo para la historia Argentina? ¿Los interpela en sus propias vivencias personales durante ese periodo?
CB: El por qué de las estéticas y las narrativas tiene varias respuestas simultáneas. En primer lugar, hay una razón económica que después, por suerte, se transformó en una respuesta estética, y es que la dificultad económica hizo que nosotros, en vez de ir a grabar a la casa de los testimoniantes, en una primera etapa le pedimos un audio a cada uno que grabamos en un estudio de sonido profesional. Esto, al mismo tiempo, nos sentaba lo que nosotros los documentalistas llamamos bustos parlantes, es decir, una persona que habla frente a una cámara, que fue básicamente la característica de “Cazadores de utopías”. El busto parlante hoy es un plano que en el mundo del cine documental tiene mala prensa, en general no gusta. Entonces eso hizo que no nos tuviéramos que desplazar todo el tiempo, que no tuviéramos que alquilar equipos, sino que simplemente durante una semana hiciéramos la grabación en audio de todos los personajes.
Una vez que lo hicimos, editamos ese audio como una forma de tener un guión tentativo y eso fue muy atractivo. A partir del mismo, salimos a grabar a los personajes en su vida cotidiana. Eso nos resultó muy interesante porque trabajamos los recursos en base a unos audios que ya conocíamos. Esto significó ir a verlo a Cacho, a San Fernando; a Germán, a Marcos Paz; a Cesar en su casa en Caballito. Fue muy interesante ir a ver y grabar a la trabajadora de Alpargatas a Temperley.
Esto fue así porque fuimos ya en una búsqueda muy puntual de lo que queríamos. Y esto también fue muy importante para poder describir un poco el presente de estos personajes, con lo cual en el audio teníamos el pasado, la historia de cada uno y con la grabación de la vida cotidiana teníamos el presente.
Por otra parte, tenemos una experiencia muy importante en el manejo de material de archivo. Una querida colega profesional, Silvina Segundo, es una experta. Con lo cual había otro recurso narrativo que fue la búsqueda del material de archivo y descubrimos varias colecciones que eran muy importantes. Probablemente la más importante sea una colección de fotografías del diario Crónica, y eso valió muchísimo la pena.
Y la animación es un recurso que todo el mundo alaba mucho. Es un lenguaje que le da a la película una perspectiva estética muy original. Muy distinta, muy cálida. Porque es un recurso que mucho no se usa. Le da a la película, en algunos momentos, algún punto de dramatismo y en otros, como el allanamiento de la Casa Vigón, o la huelga del 27 abril, sirve para darle una mezcla del dramatismo y al mismo tiempo de cierta ternura y complicidad. La mezcla de todos estos materiales nos parece que le da a la película una riqueza expresiva muy fuerte.
En el documental ustedes abordan un tema que abre muchas polémicas en el presente sobre la caracterización y los distintos relatos construidos alrededor del último gobierno militar en Argentina. ¿Qué apreciación tienen acerca de la definición de la dictadura como un genocidio de clase?
CB: No sé cuáles son las polémicas que decís que están abiertas sobre la dictadura. Porque, para nosotros, no hay ninguna duda de que vino a dar vuelta el país como una media. Básicamente vino a romper una alianza estratégica entre los trabajadores y la pequeña y mediana empresa, que fue siempre un proyecto nacional y popular que intentó distribuir un modelo de riqueza en la Argentina. La dictadura vino claramente a exterminar esa posibilidad. Y bien que lo logró. El proyecto neoliberal se volvió a repetir con el menemismo y se volvió a repetir con el macrismo. Con lo cual hay tres intentos claros y categóricos de intentar refundar, o uno podría decir más bien refundir económicamente un país.
Esas son las perspectivas. Sobre si es un genocidio de clase, un extermino, o etc., hay distintas versiones, pero creo que estratégicamente esa perspectiva está clara. Que haya una cantidad, pocos por suerte, de negacionistas que intenten pensar que eso no existió, que eso no fue, allá ellos. Hay muy pocos consensos, hoy por hoy en la sociedad argentina, pero creo que sí hay un consenso sobre a qué vino la dictadura militar argentina del 24 de marzo del 76. [1]
[1] Para profundizar en las distintas lecturas sobre esta etapa, recomendamos leer "Elementos para un "cuarto relato" sobre el proceso revolucionario de los ’70 y la dictadura militar", de Christian Castillo->https://www.ips.org.ar/wp-content/uploads/2011/03/Elementos-para-un-cuarto-relato.pdf], con el cual suscribimos quienes realizamos Izquierda Diario y el suplemento Ideas Desde la Universidad.
¿Por qué eligieron mostrar la resistencia obrera a la dictadura?
CB: Porque nos pareció que era una historia no contada. Un querido dirigente sindical que pertenecía a Montoneros, Gonzalo Chávezm nos dijo en su testimonio, “Coco, vos ya contaste la memoria del genocidio, ahora tenés que contar la memoria de la resistencia.” Es un gran testimonio, que está en “Cazadores de Utopías” y de “Fragmentos Revelados”, dos películas anteriores mías. Nos parecía que la resistencia de los trabajadores era una historia no contada.
A nosotros las historias colectivas nos gustan mucho, las historias anónimas también. Y por suerte con Andrés Cedrón, que me acompañó y fue un socio ideal para este emprendimiento, nos pareció que su historia no estaba contada y por eso decidimos atenderla.
Si bien entrevistan a militantes de distintas corrientes políticas que intervinieron en estos procesos, en el documental no se terminan de profundizar las diferencias estratégicas que había entre los distintos grupos ¿Qué criterio optaron para realizar las entrevistas? ¿Cómo fue la experiencia de hablar con los protagonistas de los hechos que allí se relatan?
CB: El tiempo de una película es suficientemente corto como para poder profundizar estas diferencias políticas e ideológicas. Para nosotros lo importante era contar las experiencias de resistencia y de vida cotidiana, como las experiencias de su presente. Habrá alguien que de repente trabajará sobre esas diferencias, pero a nosotros nos resulta mucho más importante contar las perspectivas de unidad más que las perspectivas de diferencia. Porque para nosotros el tema de la unidad de los trabajadores es absolutamente central.
Cuando fuimos y los conocimos, no sabíamos exactamente qué era lo que pensaba cada uno. Nos enteramos de su pensamiento y trayectoria política a lo largo de la entrevista. Al contrario, nos pareció que esas diferencias enriquecían la película, la experiencia y el tema. Justamente esa diversidad, esa divergencia de la heterogeneidad, nos parecía que al final le iba a dar a la película una mayor riqueza.
El testimonio de una militante trotskista haciendo trabajo clandestino en el Banco Nación es sumamente interesante. ¿Qué rol jugaron las mujeres y las trabajadoras en la resistencia a la dictadura?
CB: Para nosotros fue un motivo de orgullo lograr conocer y conseguir el testimonio de dos trabajadores. Nos pareció fantástico que una trabajadora fuera militante peronista y otra militante de la izquierda, nos resultó muy atractivo. Sobre todo porque puntualmente el testimonio de Ana (militante del PST durante la dictadura) es muy rico y original. De hecho, no es que uno quiera hacer ni historia ni pedantería, pero si uno piensa desde De Juana Azurduy, pasando por Alicia Moreau de Justo y Eva Perón, la mujer en la historia argentina tuvo una presencia central.
Cuantitativamente no sé cuál es el rol que habrán jugado históricamente las trabajadoras en la época de la dictadura, pero para nosotros fue deliberado buscar justamente trabajadores y trabajadoras que quisieran dar su testimonio. Y en los dos casos, tanto el de Ana como el de Marisa, hacen de su perfil de trabajadoras y su reivindicación del rol de la mujer trabajadora una bandera muy importante.
Es muy probable que la “revolución verde” de hoy en día, que la lucha por el aborto y que la lucha de todo ese mundo, o de la ley del divorcio, o del cincuenta y cincuenta, no se puedan explicar sin la lucha de las mujeres argentinas en cada uno de los procesos. Pero para mí, la presencia de los dos militantes de la izquierda y de las dos mujeres son dos hallazgos de la película, de los cuales estamos muy contentos.
El documental fue estrenado en el festival de cine independiente BAFICI, que este año cambió su formato por la pandemia, en ese sentido ¿Cómo ven la situación actual de la producción audiovisual en Argentina?
CB: Dos cosas distintas. Yo aborrezco el cine virtual, en un mundo que no sea un cine con pantalla ni en la oscuridad. No termino de acostumbrarme y no me agrada no acostumbrarme, pero es la verdad y debo decirlo. El panorama del mundo audiovisual en Argentina es complejo, difícil. Como es tradicional en el mundo, en el movimiento de mujeres, en el movimiento de derechos humanos, en el mundo de los trabajadores y en el movimiento obrero. Hay una cantidad de hallazgos que tienen que ver exactamente igual con el mundo de la cultura. Es muy impresionante como el mundo del cine, el del teatro y de la música, se adaptaron, no con facilidad porque fue dificultoso, pero se adaptaron a la virtualidad como una forma de seguir generando cultura.
En el cine esto fue notable. Fue alucinante. Y cuando se pudo, volvimos a ver cine. En el primer mes de exhibición hubo más o menos alrededor de 900.000 espectadores. Esto significa que el público argentino asciende. Sigue siendo un público fanático del cine, pero también fanático del cine argentino. Rápidamente, por suerte, hemos vuelto a rodar, aunque con protocolos muy estrictos. Eso nos pone muy contentos. Y yo creo que ni bien se pueda, como el año pasado que se siguió estrenando cine argentino, este año se va a seguir eso y nos genera un orgullo muy importante.
Agradecemos mucho esta entrevista en Izquierda Diario, y esperamos que sirva para que muchos espectadores se acerquen al documental “Se Va a Acabar”, y así conocer el rol y la resistencia de la clase obrera a la dictadura.
También invitamos a bucear en este período desde la perspectiva y el balance de la izquierda revolucionaria, con el documental“Memoria Para Reincidentes” de Violeta Bruck, Javier Gabino, y el equipo de TVPTS. |