Después de varias reuniones del sindicato el miércoles por la noche, me enteré de que una unidad de la Guardia Nacional estaba ocupando el Centro Comunitario St. Paul (St. Paul Labor Center) en el centro de St. Paul, Minnesota. Otros miembros del sindicato y yo éramos muy conscientes del papel de la Guardia Nacional en la represión de las protestas durante el juicio de Derek Chauvin y el reciente asesinato de Daunte Wright, y concluimos de inmediato que nuestro sindicato no tenía lugar en esa militarización en contra la comunidad negra, activistas y la clase trabajadora.
Los miembros de base del sindicato (trabajadores del estado), activistas comunitarios y varios miembros del personal del sindicato se reunieron en el St. Paul Labor Center el miércoles por la noche y encontraron más de 15 vehículos blindados, y 50 soldados de la Guardia Nacional habían recibido las llaves de la instalación central del sindicato. Los trabajadores informaron a los soldados que los miembros del sindicato apoyan a las comunidades perjudicadas por la violencia policial y el racismo y que las fuerzas armadas que participan en la represión de las protestas en las Ciudades vecinas (Twin Cities) no tendrán acceso al Centro Laboral.
En Minnesota ya estaba militarizada el área metropolitana cuando el juicio del ex oficial de policía de Minneapolis Dereck Chauvin (el asesino de George Floyd) llegó a su segunda semana. En Minneapolis y St. Paul, la policía y la Guardia Nacional tomaron las calles en numerosas esquinas y las intersecciones estratégicas, preparándose para nuevas movilizaciones. La presencia policial aumentó aún más después del asesinato de Daunte Wright en Brooklyn Center, una ciudad ubicada inmediatamente en las afueras de Minneapolis.
Rompiendo el toque de queda, los miembros del sindicato se reunieron en el salón el miércoles por la noche y exigieron la salida inmediata de las tropas. Las conversaciones iniciales con la Guardia Nacional y la policía revelaron que un miembro de la Federación Laboral les había entregado la llave de la sala. Después de que los miembros del sindicato hicieron una serie de llamadas telefónicas a esta persona, el mismo llegó al lugar y entabló una conversación con las tropas que ocupaban el salón del sindicato.
Los trabajadores hablaron con los miembros de la Guardia, expresando su comprensión acerca de las órdenes que reciben, pero implorándoles que rompan filas y se unan al movimiento antirracista provocado por los asesinatos a personas negras por parte de la policía.
En poco tiempo, todos los miembros de la Guardia Nacional comenzaron a empacar sus pertenencias y salir del edificio, con el podcast “We Do The Work” (Hacemos el Trabajo), transmitiendo en vivo desde la acción en su página de Facebook. En una hora, los vehículos blindados fueron cargados con todos los soldados y salieron del área del Centro comunitario. El esfuerzo colectivo y las demandas de los miembros del sindicato obligaron la salida de la Guardia Nacional.
La acción de los miembros del sindicato contra la represión de la Guardia Nacional sobre el movimiento Black Lives Matter, demuestra que las y los trabajadores organizados son una fuerza crítica y poderosa y deben estar del lado de los trabajadores que se levantan contra el racismo, y no estar del otro lado, el de la represión policial. La fuerza unida de la clase trabajadora, organizada y ejerciendo nuestro poder, no solo puede cambiar el rumbo en protestas por demandas específicas; podría transformar nuestro mundo. Ese poder tiene que ser reclamado y ejercido por miembros de base del sindicato hoy. Una vez que hagamos eso, ningún político, director ejecutivo o militar del mundo podrá detenernos.
Este artículo fue publicado originalmente en Left Voice.
Traducción: Gloria Grinberg |