Así lo afirmó el director de la institución, Alexander Gintsburg, en un comunicado de prensa. Incluso agregó que la extensión del intervalo puede, en algunos casos, potenciar y prolongar la respuesta inmune. |
El comunicado de prensa explica que la conclusión es obtenida "a partir de experiencia en el uso de vacunas con la misma plataforma de adenovirus y, lo que es más importante, de campañas de vacunación masiva exitosas en Rusia y muchos otros países. ”Asimismo señalan que, como desarrolladores de la vacuna, “también apoyamos las declaraciones anteriores, realizadas de forma independiente, por respetados reguladores de la salud, como la ANMAT (Argentina), sobre la ampliación del intervalo entre inyecciones."
La decisión del ministerio de salud argentino de extender el intervalo por más de 21 días fue realizada el viernes 26 de marzo, sin demostrar cual era la evidencia en que se basaba. En este sentido, el aval del Centro Gamaleya permite darle un respaldo más sólido a la decisión al considerar distintas experiencias que se llevaron a cabo junto a la de la propia institución. Pero es importante tener en cuenta que no se apoya en estudios científicos específicos para descartar la influencia de otros factores.
Por otro lado, el debate en torno a diferir las dosis no era solamente en cuanto a la inmunidad obtenida por aquellos vacunados por una sola dosis, sino también las consecuencias que puede traer en la evolución de la pandemia teniendo un sector de la población vacunada mientras otro sector aún no lo está, ya que la vacuna no elimina la posibilidad de infectarse y de transmitir el virus. Por lo que algunos especialistas ven con preocupación que se genere un caldo de cultivo ideal para la aparición de variantes resistentes a las vacunas.
El problema está en que la medida de diferir las dosis es tomada principalmente como paliativo frente a la escasez de vacunas, mientras que al mismo tiempo no se toman medidas para resolver lo que causa esa escasez. Medidas como declarar de utilidad pública laboratorios como mAbxience de Hugo Sigman, en donde se produce el principio activo de la vacuna de Oxford/Astrazeneca, el cual ha exportado una cantidad suficiente para producir 44 millones de vacunas y no ha regresado aún ni una sola. Tampoco impulsa campañas internacionales para que se levanten las patentes (es verdad que en la OMS se pronunció favorablemente, pero más allá de eso no hizo ningún planteo ni campaña). Todo lo contrario, sigue impulsando la producción privada de vacunas, como sucede con el laboratorio Richmond, el cual recibe subsidios del Estado para que pueda desarrollar su capacidad productiva, que podrían estar direccionados hacia el sistema público de producción de medicamentos.
Esta forma de abordar los problemas es parte de la irracionalidad capitalista, que aun en una pandemia que afecta a miles de millones de personas en todo el mundo, prioriza los negocios capitalistas por sobre la salud. Es lo único que explica que antes que afectar intereses privados, se tomen medidas sin evidencia clara y sin plantearlo abiertamente para que sea la sociedad la que decida si el riesgo a asumir es aceptable o no. Tomar medidas sin evidencia y después justificarlas, puede ser necesario según las circunstancias, pero eso no es un método científico correcto.
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