El viceministro de Salud Bonaerense, Nicolás Kreplac, alertó hace unos días, “Si uno tiene un respirador, pero no tiene oxígeno, no sirve de nada”. La situación en varios hospitales y clínicas del Gran Buenos Aires se agrava: pacientes afectados por Covid 19 hoy deben ser trasladados de una institución a otra por falta de oxígeno en la terapia intensiva. En una reunión en Casa Rosada, los expertos alertaron un panorama posible de no tomarse las medidas necesarias y a tiempo: tener que elegir a qué pacientes intubar. En el distrito de Escobar, Provincia de Buenos Aires, ya comienzan a aplicar el “protocolo de ética” frente a la carencia de camas, respiradores y oxígeno en las clínicas. En Manaos, la mayor ciudad de la Amazonia brasileña, la situación está fuera de control: “es difícil tener que elegir qué pacientes recibirán oxígeno suplementario: los que tienen más posibilidades (de sobrevivir)”, dijo un médico del Hospital Universitário Getúlio Vargas durante el segundo colapso sanitario que atravesó Brasil. La desesperación de la gente es tal que los pacientes han llegado al punto de pagar los tubos de oxígeno de su propio bolsillo. En Lima, Perú, la gente se amontona en largas filas para conseguirlos. En India, los enfermos se mueren en las calles.
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El consumo de oxígeno de cada hospital se triplicó en tan solo 10 días, según Kreplac. Si bien no existen datos oficiales sobre la cantidad de oxígeno faltante, trabajadores de la salud ya alertaron sobre la gravedad de la situación. Gerardo Laude, jefe de guardia del hospital Muñiz, comunicó a Télam que están “racionalizando y administrando en los casos más urgentes” el uso del oxígeno. La Cámara de Emergencias Médicas prehospitalarias manifestó su preocupación por el posible faltante de este insumo en las ambulancias. La Clínica de la Comunidad de Ensenada, en la Provincia de Buenos Aires, es la primera institución que informa públicamente que se vio obligada a cerrar la guardia ante la faltante de oxígeno y otros insumos.
Acceder al oxígeno se tornó en una cuestión de vida o muerte. En Argentina, el problema persiste aun cuando las plantas químicas se encuentran trabajando al 100 % de su capacidad. Según informó el gobierno, hoy la demanda de oxígeno (de alrededor de 1.506 tn/día) supera la capacidad máxima de este sector (de 860 tn/día). ¿Por qué un recurso vital como el oxígeno se ha convertido en un insumo escaso? ¿Quiénes son los "dueños del aire"? En esta investigación hablamos de eso, con testimonios de trabajadores de la empresa química Linde, de las plantas de Avellaneda, Pacheco y Pilar.
Linde, Air Products y Air Liquide
“Los dueños del aire”. Maximiliano Arecco [1], trabajador de la química Linde (ex Praxair) e investigador de la temática, no encontró mejores palabras para describir al conjunto de empresas que concentran la industria de gases industriales y medicinales en el mundo, y en Argentina. Las ganancias del sector son millonarias porque la principal materia prima es el aire, no hay lugar donde no se encuentre y no tiene costo. Y también porque, como aseveró Arecco, este sector tiene una importancia estratégica ya que abastece otras ramas industriales (petrolera, automotriz, siderúrgica, metalúrgica, frigorífica, alimenticia, bebidas gaseosas, construcción), además de hospitales y clínicas. Donde más industria exista, más oxígeno se demandará [2].
Como sucede con las vacunas, el oxígeno está disponible en los países ricos (más industrializados) y escasea en los pobres, especialmente en América Latina y África, pero también en India. Solo tres grandes corporaciones multinacionales controlan el 90 % de la producción de gases en el mundo: Air Liquide (francesa, opera en 80 países), Air Products (estadounidense, opera en más de 50 países) y Linde (opera en más de 100 países). Esta última se fusionó con Praxair en 2018, una empresa estadounidense que opera en más de 30 países. En total, facturan U$S 61.500 millones y emplean a 137.000 trabajadores.
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En Argentina se encuentran las tres empresas y también aquí, controlan el 90% del mercado nacional: Linde (Ex Praxair), Air Products (ex Indura) y Air Liquide. Según la revista Mercado, en 2015 Air Liquide, Praxair y Linde se encontraban entre las 640 empresas con más ingresos del país. Todas las “ex” revelan un proceso de fondo: la centralización de empresas de este rubro a nivel mundial. Las empresas extranjeras fueron comprando empresas nacionales y promoviendo la desindustrialización ya que se abastecen con determinados productos que producen en sus países de origen. A diferencia de las empresas chicas, tienen plantas productoras propias, tecnología mucho más avanzada y contratos corporativos a nivel mundial y/o a largo plazo con los grandes consumidores, disponen de mayor capital y crédito para desarrollo tecnológico e infraestructura. Todo esto dificulta la competencia y favorece la conformación de monopolios.
La producción de oxígeno medicinal no da abasto ¿por qué?
Tanto el gobierno como los trabajadores de Linde confirman que hoy “se trabaja al 100%” de la capacidad instalada para producir oxígeno medicinal y que “no hay capacidad de producir más” en las plantas químicas. Es por eso que la opción más lógica consiste en redirigir la producción de oxígeno industrial, para abastecer el consumo medicinal ya que, como explica un trabajador de Linde, el oxígeno que se produce para consumo industrial y medicinal es el mismo. “Una máquina toma de la atmósfera el aire, otra máquina por temperatura discrimina los gases (oxígeno, dióxido de carbono, argón). Cuando tenés el oxígeno, la única diferencia entre el que va a la industria y el que va a los hospitales es que un laboratorio debe analizar la pureza del medicinal, que debe ser del 90 %” [3].
Sin embargo, esta medida -ya tomada por el gobierno-, se enfrenta con dos problemas. Hace 20 años el oxígeno se producía mayoritariamente en plantas químicas, era fraccionado y envasado en tubos o en camiones cisterna que luego abastecen a tanques instalados en otras industrias y hospitales. Hoy, predominan las plantas on site: son plantas pequeñas instaladas en hospitales y/o industrias, que se auto-abastecen oxígeno por medio de tuberías y son controladas desde un punto fijo (las empresas intentan que los trabajadores no sepan dónde). Estas plantas existen hoy en empresas como la Ford, la Volkswagen pero no existen en los hospitales. Esta tecnología “de punta” es patrimonio de los privados.
Este cambio tecnológico hoy genera la dificultad para contar con los tubos y camiones cisternas necesarios para trasladar mayores volúmenes de oxígeno desde las plantas on site instaladas en la industria, hasta los hospitales: “Linde tiene un planta productora en Campana y abastece a las siderúrgicas a Siderca, Siderar y algunas más de la zona. El acuerdo con el gobierno fue que no se le provea más a esas empresas, y todo eso que produce Campana, vaya a los hospitales. El problema es cómo le enviás eso, porque el fraccionamiento del oxígeno en tubos no existe más y no hay suficiente cantidad de camiones cisterna que lleven y traigan el producto. Es un embudo”, concluye un trabajador de la misma.
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Segundo problema: el corte de suministro a la industria genera revuelo en empresarios de los sectores industriales que necesitan oxígeno para funcionar. Si la industria se frena, las ganancias también. La otra opción es aumentar la capacidad instalada: para esto hace falta inversión.
Negocios posibles con un recurso vital e improvisación estatal
La responsabilidad por el desabastecimiento de oxígeno recae en gran medida sobre el Estado. “Montar una planta de oxígeno medicinal no es tan difícil, requiere inversión. El gobierno tuvo un año para prepararse, así como aumentaron las camas tendrían que haber aumentado todos los recursos necesarios. Hoy el país no puede entregar tanto oxígeno medicinal en tan poco tiempo. Y no se preparó nada, la realidad es esa”, dice un trabajador de Linde.
Después de un año de pandemia, múltiples pronósticos científicos y el ejemplo de países vecinos como Perú, donde la gente muere por falta de oxígeno desde junio del 2020, las medidas tomadas por el gobierno nacional no sólo llegan tarde, sino que evidencian una política que especuló con el desarrollo de la pandemia. La gravedad de la situación que hoy pesa sobre los cuerpos de trabajadores de la salud, es producto de una improvisación criminal.
Pero otra gran parte de la responsabilidad le cabe a las empresas. “Otra cosa son los privados, les gusta la guita, pero no se quisieron arriesgar. No veo que Linde abra una planta, porque los tipos piensan más a futuro, y dentro de seis meses, esa planta no les sirve más. Si hace un acuerdo con el gobierno puede ser”, nos dice un trabajador. Su compañero coincide, “para la empresa todo esto es un negocio gigante. Ya tiene todo el producto vendido, mientras no hace las inversiones que se requiere en equipos, más personal, abriendo más planta… Está teniendo ganancias extraordinarias. Es un negocio redondo”. Evan Spark-DePass, director de Dinámica de Mercado de la ONG PATH, explicó a la BBC que construir una planta de oxígeno líquido en un país es “extremadamente costoso” y que “la empresa debe tener la certeza de que existe una demanda suficiente para que su negocio sea rentable”.
El gobierno se apuró (aunque no tanto) para congelar el precio del oxígeno al registrar un incremento que no tiene una relación probada con una suba en sus costos (una medida que se publicó este jueves en el Boletín Oficial y regirá durante 90 días). La estrategia de vender el oxígeno -considerado oficialmente como un medicamento por la OMS- con sobreprecios, tampoco es novedad. Periodistas de la Agence France-Presse (AFP) denuncian especulación de precios en Perú y mercados negros en Brasil. Países como España, Holanda, México, Argentina, Perú y Chile fueron sancionados por concertación de precios, reparto de mercado y restricción de libre competencia.
En Argentina, estas corporaciones fueron sancionadas en el 2005. Explica Arecco, “como demostró la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía y Producción de la Nación, Praxair, Air Liquide, Aga e Indura vendían, entre 1997 y 2002, a los hospitales públicos gases con sobreprecios de 500%, por lo que fueron multadas en $ 26, $ 24, $ 14 y $ 5 millones, respectivamente. Además, Defensa de la Competencia descubrió que en los casos donde un nuevo proveedor intentaba romper el acuerdo de precios de las cuatro multinacionales dominantes, para impedirlo, éstas suministraban el producto por tiempo indeterminado a título de donación o lo vendían a precios extremadamente bajos. Una vez desaparecido el riesgo del competidor no alineado, volvían a los sobreprecios”.
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De lo que nadie habla: el papel de las corporaciones
La desinversión industrial histórica en el sector impide hoy el aumento del volumen en la producción de oxígeno. Desde el 2013 hubo un proceso de cierre de establecimientos en Mar del Plata, Bahía Blanca, y Bella Vista. Un trabajador del sector de mantenimiento y reparación de camiones, tanques y termos de oxígeno para uso medicinal y a domicilio de la empresa Linde denuncia el desguace de su sector desde hace dos años, cuando se fusionó con la empresa Praxair. “Todos hablan del faltante de oxígeno, pero nadie habla del papel que están jugando las corporaciones”. La fusión trajo aparejado todo el achique de la estructura de producción, la tercerización y la reducción de personal para ahorrar inversión: “Se trata de un sector clave porque hacíamos mantenimiento en los camiones que se encargan de la distribución de los equipos y es personal especializado. Hoy en día se rompen mucho los equipos porque al tercerizar este servicio baja la calidad del mantenimiento, la mano de obra especializada”.
¿Cuánto cuesta respirar?
Ante la emergencia sanitaria, un trabajador de Linde denuncia: “no se preparó nada para esta segunda ola, y ahora lo agarra así sin recursos, sin una política, echando la culpa a los trabajadores, insistiendo para que vuelvan las clases, no tuvo una campaña seria de publicidad, de protocolos, el transporte público es un desastre, durante seis meses lo taparon, no dijeron nada pero la mayoría de los trabajadores estuvo viajando como se viaja históricamente en los trenes y colectivos”.
Varias medidas se podrían haber tomado para llegar mejor preparados al momento actual, pero hoy la dicotomía “economía vs. salud” se continúa resolviendo a favor de los negocios empresariales. No hay diferencia entre laboratorios y empresas químicas en esta cuestión. Ambas especulan con la vida de las personas. Hasta ahora, el gobierno viene decidiendo a favor de las empresas (incluidas las farmacéuticas) y en contra de les trabajadores de la salud. Responsabilizar a la ciudadanía, cuando el Estado debería estar tomando las decisiones más importantes en la historia del país, expresa un accionar políticamente irresponsable. Hoy las decisiones que se toman son proporcionales a las vidas que se salvan.
Una centralización del sistema de salud público y privado, permitiría reorganizar los recursos médicos en función de las necesidades sanitarias de todo el país y reabrir clínicas privadas -que fueron cerradas por dejar de ser rentables-, como la Clínica San Andrés de Caseros. Lejos de las negociaciones con los "dueños del aire", también hay que declarar la utilidad pública de la producción del oxígeno medicinal. En marzo del 2020, apenas iniciada la cuarentena, el concejal de Palpalá por el PTS-FITU y obrero de la planta de Aceros Zapla, Julio Mamaní, presentó un proyecto junto a la diputada Natalia Morales, para declarar la utilidad pública de Aceros Zapla -una planta productora de oxígeno hoy cerrada-. El proyecto fue rechazado por las mayorías del PJ y UCR.
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La crisis que atraviesa tanto el sistema público como el privado para hacer frente a la pandemia, exigen una inversión acorde para multiplicar los recursos sanitarios, formar y contratar trabajadores de la salud y recomponer sus salarios. Los U$S 300 millones que el gobierno prepara para pagarle al FMI la próxima semana, deberían ponerse al servicio de la emergencia sanitaria. Es hora de que todos los recursos del país se pongan a disposición de una planificación racional necesaria para que la prioridad sea de una vez por todas, la vida.
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Fuentes:
[1] Maximiliano Arecco es licenciado en Sociología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Trabajador en la química Praxair desde 1999. Prosecretario de Organización del Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas (SPIQyP) de CABA y Zonas Adyacentes (2014-2018). Docente UBA y UNPAZ (Universidad Nacional de José C. Paz)
[2] Arecco, Maximiliano (2019) La industria química y petroquímica. Centralización, extranjerización y monopolio en la subrama de gases industriales, H-industri@ 26 (pp. 127-145). El resto de las referencias retomadas en esta nota, provienen de este mismo artículo.
[3] Agradecemos a los trabajadores de Linde de las plantas Pacheco, Pilar y Avellaneda por sus valiosos testimonios. |