En la tarde de este viernes, el presidente Alberto Fernández dio una conferencia junto a funcionarios en el marco de la quinta reunión del Consejo Federal Argentina contra el Hambre. En ella se anunciaron modificaciones en el programa social Tarjeta Alimentar, ampliando su alcance y elevando su monto. Esto, al mismo tiempo, implica la confirmación de que no se reestablecerá el Ingreso Familiar de Emergencia. Esta medida, aunque limitada, era un paliativo más extendido para la dura crisis que afecta a millones de familias ante el párate de la economía y las restricciones para la circulación. Esto, en un contexto marcado por el 42 % de pobreza.
Durante su discurso, siguiendo la misma lógica de otras de intervenciones en la semana, el presidente criticó el tener que pagar la deuda pública, señalando que la misma debería esperar. Sin embargo, más allá de sus palabras, en los hechos esta misma semana, el Gobierno nacional realizó un nuevo pago al FMI por U$S 298 millones. Una suma que equivale nada menos que al doble de lo que el Gobierno destinó al “bono” de $ 15 mil frente a las nuevas restricciones. Más allá de las tensiones y las negociaciones, el sometimiento a los dictados del FMI para la política económica es una realidad que el presidente no puede ocultar con algunas frases en sus discursos.
Algo en el mismo sentido ocurrió este miércoles, cuando Fernández saludó que Joe Biden apoye la suspensión de las patentes de las vacunas contra el covid-19. A través de las redes sociales sostuvo que “las vacunas no se han distribuido de forma equitativa en un mundo en el que ganan unos pocos y pierden millones”.
Sin embargo, más allá de las palabras, el presidente argentino no dio ningún paso en que Argentina se posicione a favor de la suspensión de las patentes ante organismos como la Organización Mundial del Comercio (OMC). Al mismo tiempo, en lo que hace a la política propiamente local, sigue sin declarar de utilidad pública el laboratorio mAbxience, en el cual se produce el principio activo de la vacuna contra el covid-19.
Fernández “habla” de la liberación de las patentes y de la necesidad de una distribución equitativa, pero en sus acciones toma el camino inverso, sin dar pasos en la suspensión de las patentes y sin tomar medidas que garanticen la producción de vacunas en el país.
Esta incoherencia entre lo dicho y lo hecho por el presidente se debe a que el Gobierno no está dispuesto a tomar ninguna medida que pueda afectar los intereses de los capitales más concentrados, como es el caso de los laboratorios y la industria farmacéutica. Esos “pocos que ganan mientras pierden millones”, como dijo el presidente en un tuit durante la semana.
Esta posición, sin embargo, no corresponde solo al presidente. El kirchnerismo, más allá de las internas que se muestran abiertamente con el ministro Guzmán, comparte los presupuestos esenciales de esa política. No cuestiona más que los ritmos y el alcance del ajuste al servicio del FMI. Y tampoco pone en discusión las ganancias de los grandes laboratorios.
Frente a la crisis sanitaria y económica, en el Frente de Todos sobran las palabras y los discursos. En los hechos, los intereses de los grandes empresarios no se tocan.
Fueron dos las oportunidades durante la semana en las que el presidente mencionó y elogió a Joe Biden. Una fue su saludo al tardío e interesado apoyo de Estados Unidos a la suspensión de las patentes para las vacunas. Este cambio de línea desde Washington se dio luego que, desde el Estado, se garantizó el negocio de los laboratorios con las vacunas en el país.
Con una actual sobre oferta de vacunas, la rentabilidad ya fue embolsada por los magnates de los laboratorios en Estados Unidos. También, el cambio de posición ante ese tema ocurre ocho meses después del pedido formal realizado por India y Sudáfrica ante la OMC. Debieron morir 3 240 000 personas desde el inicio de la pandemia, para que EE.UU. y la UE se decidan a discutir la suspensión de las patentes, a la vez de ver un escenario cada vez más preocupante de la pandemia con la aparición de las nuevas cepas.
Otra ocasión donde Fernández nombró a Biden fue el martes, cuando en un acto en el que se anunciaba la entrega de netbooks a estudiantes secundarios, se refirió al nuevo presidente de Estados Unidos como “Juan Domingo Biden”. En esa oportunidad, despotricó contra las corporaciones y la lógica de mercado del neoliberalismo en contraposición al mercado interno y el interés nacional.
Pero hasta el momento, el presidente sigue sin ir más allá de las palabras. A pesar de las críticas en el discurso al neoliberalismo, en los hechos, el Gobierno nacional continúa respetando sagradamente los negocios de su aliado y aportante de campaña, Hugo Sigman, negándose a declarar de utilidad pública el laboratorio mAbxience, con el objetivo de salvar millones de vidas y superar los lentos ritmos de los planes de vacunación actuales. |