Desde la Red de organización y difusión de las escuelas seguimos haciendo públicas las denuncias por las condiciones de las instituciones educativas en esta situación de pandemia. En este caso, la situación es de una escuela privada donde no se cumplen los protocolos y, al parecer, lo único que importa es que las familias paguen la cuota.
“Hemos planteado las irregularidades a la institución, sobre todo respecto a la cantidad de estudiantes que hay en las aulas, pero la respuesta ha sido que si los dividen en tres burbujas los padres no pagarán la cuota”. Así denunciaba a la Izquierda Diario un trabajador del Instituto Adventista Vélez Sarsfield, del cual no damos a conocer su nombre por posibles sanciones a las que puede estar expuesto.
El Instituto Adventista Vélez Sarsfield se encuentra ubicado en el barrio Oña y es una escuela de gestión privada que recibe subvención del estado provincial. Funciona el secundario en el turno mañana y el primario en el turno tarde, con más de una división por curso y con grupos numerosos de estudiantes.
“El protocolo se incumple permanentemente, no hay ingreso ni egreso escalonado de los estudiantes, no se cumplen las cuatro horas porque entran una hora antes para orar, todos tienen el recreo a la vez, los cursos están divididos en dos burbujas con 23 o 26 estudiantes cada una, no existe distanciamiento de 1,5 metros entre ellos, están uno pegado al otro, ni a 2 metros del docente” relató el trabajador.
El protocolo de la provincia que establece el Ministerio de Educación para las escuelas es el mismo tanto para el ámbito público como privado, elaborado a partir del protocolo sanitario nacional y provincial. Llama la atención que se incumpla con tanta impunidad en el ámbito privado y que los y las trabajadoras no obtengan ninguna respuesta.
“En esta escuela no se cumple con el aislamiento preventivo de las burbujas, ni se informa al COE ante un caso. Y además, en caso de ser contacto estrecho y dar negativo te hacen volver, por más que el COE diga que son 10 o 14 días dependiendo del caso”. Esta actitud pone en riesgo la salud de trabajadores, estudiantes y familias de la institución. “Es una escuela grande con mucha circulación, pero sólo cuentan con dos porteras que no llegan a garantizar todos los cuidados sanitarios que el mismo protocolo exige”.
En los casos de docentes que son factor de riesgo o mayor de 60 años se dispone de una dispensa para no asistir presencialmente y seguir trabajando desde la virtualidad, pero este es otro de los puntos que la institución no respeta. “Hay profesores con dispensa que van a dar clases presenciales de vez en cuando” La presión hacia los y las trabajadoras es muy grande porque en las instituciones privadas una queja puede significar el despido. Sobre esta impunidad se manejan y quién puede negar que en esto se esconde la complicidad del gobierno.
El trabajador denunció que estas irregularidades fueron planteadas a la institución, pero su única preocupación es el ingreso de las cuotas. También se reclamó en el COE donde se tomaron los datos pero no hubo respuesta ni cambios en la institución. “Llamé al COE, anotaron todo, pero no hicieron nada. Intenté llamar a DIPE (Dirección de Institutos Privados de Enseñanzas), al ministerio y todos los teléfonos están descolgados. También llamé a SADOP (Sindicato Argentino de Docentes Particulares) y me dijeron que no podían hacer nada porque las inspecciones laborales estaban suspendidas en pandemia”.
Este relato lleno de indignación no es una voz aislada, sino es una de las tantas voces ocultas de muchas instituciones privadas que saben que hablar es correr el riesgo de perder el trabajo. Esta manera, no nueva, de pisotear todo derecho laboral y democrático deja al descubierto la impunidad con la que accionan y la complicidad con el gobierno y los sindicatos que no hacen nada.
“El gobierno idea planes, pero se nota que nunca pisaron una escuela, no tiene la pálida idea. En este país se maneja todo por acomodo y suceden estas cosas, lo que la terminamos pagando somos nosotros. Si las cosas se hicieran bien y hubiera una buena educación esto no pasaría” así termina su relato lleno de indignación.
Te invitamos a sumarte a esta red de organización y difusión para amplificar las voces de las escuelas y luchar contra todos los atropellos que venimos viviendo en las escuelas. Queremos una presencialidad pero no a cualquier precio, nuestras vidas valen.
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