Mientras me dispongo a escribir para contar cómo vivimos la virtualidad sin recursos en mi profesorado, me entero de lo peor. Una estudiante de 22 años falleció en Santa Fe, era evitable. Murió porque los hospitales están colapsados y no recibió la atención necesaria. Tenía Covid-19. Se llamaba Lara.
Estuve conversando con algunes compañeres de cursada y de mi profesorado, Joaquín V. González, donde el año pasado más del 10% tuvo que abandonar, según los datos que dieron a conocer las autoridades. Uno de ellos, Ezequiel, de los que no pudo seguir en el 2020 por falta de internet, este año decidió volver a intentarlo. Pero la situación no mejoró. “Estoy en un limbo pensando si sigo o no, pensá que no tengo wifi, no quiero desperdiciar otro año como el anterior”. Él está laburando en Rappi: “Me tuve que meter”, dice, porque no le quedó otra opción.
La virtualidad apareció como un nuevo impedimento para quienes ya teníamos dificultades en sostener la cursada. Además de tener que bancar fotocopias o impresiones a precio inflación, como me mencionaba Milagros, que tiene dos laburos para bancar sus gastos, tener para pagar el alquiler, o ayudar a tu familia con un mango, necesitas estar al día con la factura de internet, tener un dispositivo, micrófono, o la guita para bancar los datos que consumen zoom, classroom y un largo etc.
“Es tremendo lo que están haciendo, el gobierno culpa a los laburantes cuando ellos son los inoperantes que están haciendo cualquier cosa”, me cuenta Soledad y agrega “el centro borradísimo de todo”. Nazareno me transmitía que es clave, frente a la inacción de la conducción del centro de estudiantes, “acompañar a las y los que se quedaron afuera y a las y los que entran en este contexto de incertidumbre. Necesitamos una asamblea”. La conducción del centro de estudiantes debería garantizar asambleas donde las y los estudiantes puedan unificar sus reclamos y decidir cómo organizarnos, para que nadie se quede afuera. Alan, ingresante del profesorado comparte esta necesidad de organizarse. Él también necesita una beca.
Entre las y los estudiantes, hay mucha bronca, no sólo por las condiciones de cursada y laburo que es algo extendido en todo el país, como se expresó hace poco en la calle con cientos de estudiantes en la Ciudad de Buenos Aires y La Plata, exigiendo becas y conectividad. Hay bronca también porque las conducciones de los centros de estudiantes están borradas. ¿Casualidad? Veamos.
En nuestro profesorado la agrupación que conduce el centro llamada “La Caravana” está alineada al Frente de Todos, el gobierno que no prioriza entregar vacunas ni siquiera para pacientes de riesgo como Lara. Que en lugar de priorizar nuestra educación virtual, prioriza pagarle el sueldo a grandes corporaciones como Fibertel, parte del grupo Clarín, con las ATP como vimos en 2020. Corporaciones que amasan fortunas con la pandemia. Esta agrupación convocó a una sola asamblea desde el 2020, ya pasó un año y medio, cientos de pibes que tuvieron que abandonar o que estamos haciendo malabares y tanto el gobierno nacional como la conducción del centro de estudiantes ¿nos hacen esperar? El que no pierde tiempo es Larreta, que ante la difícil situación sanitaria y económica, llamó a “ponerse la gorra” y denunciar a quienes incumplan con el uso de barbijo y otras restricciones. Pero de presupuesto para educación no dijo ni “mu”.
Nuestro sueldo está muy por debajo del mínimo, porque parece que para los empresarios, de esa forma es más fácil asegurar sus ganancias, recortando de nuestro plato de comida, de nuestra internet, de nuestra educación. Por eso, los laburos de Rappi son extendidos en la juventud. Ezequiel sigue esperando una respuesta para la beca Progresar, es uno de los 600 mil jóvenes en el país que la pedimos para poder estudiar. Alrededor de esto, Car me contaba que: “Los ingresos no son suficientes, con una economía que te demanda ganar $60000 al mes para no estar en la línea de pobreza. Además de mi trabajo, tengo que hacer trabajo extra y lo que vaya surgiendo. Voy estudiando en el tiempo libre, cualquier hueco es para adelantar alguna materia. Mi experiencia con la beca es que me anoté hace muchos meses, creo desde diciembre, y todavía dice ‘tu solicitud está siendo evaluada’... por lo menos me gustaría saber qué criterios son los que me dejan a la espera de una respuesta. No me parece justo ni siquiera saber por qué no estoy dentro de los que han sido seleccionados.”
Luciana es estudiante y también mamá: “A muchos no le dieron la posibilidad de la beca, entre ellos está mi hijo”. Y me pregunta: “¿Vos creés que alguno va a mover un dedo? Los políticos y los que deciden por nosotros son una mierda, a ellos no les falta!”
Nosotras y nosotros sabemos qué es lo mejor para nuestra educación, por eso somos quienes tenemos que decidir. Si la conducción del Centro se va a quedar de brazos cruzados ante estas situaciones, nosotras y nosotros no. Por eso queremos impulsar una gran asamblea en nuestro profesorado, ya que “la unión hace la fuerza”, como remataba Luciana, ante esta propuesta de autoconvocarnos por nuestras demandas.
Necesitamos una asamblea autoconvocada desde las Secretarías y espacios del Centro de Estudiantes, para llegar a cada estudiante que está en la misma y en unidad con otros profesorados, como el Alicia M. de Justo.
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