En el marco del paro 24h convocado por UTE y Ademys, se llevó adelante la conferencia de prensa convocada por Ademys frente a la Jefatura de Gobierno porteño. Allí, las y los docentes expresaron sus demandas: volvieron a reclamar por vacunación masiva ya, dispositivos para la virtualidad y denunciaron la situación de las escuelas, donde crecen los contagios y las bajas temperaturas sin calefacción hacen insostenible la presencialidad.
Tras los anuncios de finalización del DNU y la vuelta a la presencialidad en la Ciudad, los gremios convocaron a una medida de fuerza en su rechazo y poniendo de relieve las demandas, no solo para cuidar la salud de las y los docentes sino también de los estudiantes y sus familias, para quienes cada vez es más complejo “quedarse en casa”. Por eso, también reclamaron subsidios como el IFE de $40.000, conectividad gratuita y dispositivos, además de la vacunación masiva.
La conducción del sindicato mayoritario UTE, sin plenarios abiertos a la docencia no consiguió nada de nada, ni una presencialidad en condiciones con recursos, vacunas etc, ni imponer la virtualidad con todos los recursos para las familias. ¿Por qué? No solo porque no organizaron ningún plan de lucha serio unido a las familias, ni instancias democráticas desde abajo, sino porque dirigiendo la CTA, con los principales sindicatos de la Ciudad, se negaron a poner esa fuerza para pelear contra Larreta. La explicación es sencilla: les preocupan las elecciones y su alineamiento al Gobierno Nacional, por eso tampoco pueden explicar que con CTERA no hayan impulsado una campaña para declarar de utilidad pública el laboratorio de Sigman, amigo de Alberto, en donde ya se produjeron más de 60 millones de dosis de Astrazeneca que son exportadas a otros países, o que hayan puesto su capacidad de movilización para el no pago al FM, mientras 7 de cada 10 niñes ya son pobres.
Por eso, presencialidad o virtualidad, es solo un aspecto del problema de fondo. Sin pelear por las demandas de las familias, sin unir nuestros reclamos, sin organizarnos en común en instancias democráticas donde votemos y resolvamos entre todos, sin tener en cuenta que muchas de ellas no pueden “quedarse en casa” y que sus hijos siguen expuestos a contagiarse por más que no vayan a la escuela, sin exigir que seamos vacunados todos los esenciales e informales, sin pelear por la restitución de un IFE de $ 40.000, sin todo eso no hay lucha seria, ni perspectiva de ganar.
Las familias no pueden elegir entre cuidarse y comer, nosotros tampoco. Por eso apostamos a organizarnos en comisiones, comités, espacios que surjan desde las escuelas, los barrios, los distritos escolares. Donde confluyamos la comunidad educativa junto a otros sectores, para debatir, sobre todo, coordinando y en unidad. Ya hay experiencias en este sentido en Lugano, Barracas, en San Telmo con la Comisión de Higiene y Seguridad del colegio Pueyrredón, en zona Centro y Villa Crespo, en el corredor Norte de CABA. Tenemos que tomar esos ejemplos para potenciarlas.
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