A esto es a lo que asistimos, no verdaderamente estupefactos sino realmente entristecidos, los días 22 y 23 de mayo de 2021, durante el último Consejo Político Nacional (CPN) del NPA.
En otro artículo se ha referido al desarrollo de este CPN, encargado de preparar una Conferencia Nacional (CN) sobre las elecciones presidenciales, así como a algunos de los acontecimientos que lo habían precedido. Recordemos, a modo de introducción, que los dos sectores de la izquierda del NPA [1] que son numéricamente los más importantes después de la CCR/Revolución Permanente (y sus aliados, entre los que se encuentra el autor del presente texto), emprendieron un proceso de "acercamiento" a la antigua mayoría, al tiempo que avalaban las maniobras destinadas a excluirnos.
Una capitulación política...
La convergencia política se manifestó en dos planos. En primer lugar, en el de las "plataformas" que presentan los contenidos político-programáticos sometidos a la Conferencia Nacional. Unos (los miembros de l´Étincelle y AyR) y otros (los miembros de la pU) se abstuvieron mutuamente respecto de sus respectivas plataformas, en especial, en el segundo caso. Esta era una manera de permitir que cada una de estas plataformas obtuviera una mayoría relativa de votos en el CPN, pero también y sobre todo, de enviar un mensaje político inequívoco sobre una voluntad compartida de alcanzar una posición común a partir de ese momento hasta la CN. En segundo lugar, en el plano de la candidatura que se presentará a las elecciones presidenciales. Además del voto que acabamos de mencionar, una serie de intervenciones indicaron que las antiguas corrientes de izquierda, que ahora se presentan como ubicadas "en el centro" del NPA, no se opondrán a la candidatura de Philippe Poutou, anunciada explícitamente en el texto de la pU para la CN.
Ahora bien, Philippe Poutou, sin dejar de ser uno de los portavoces del NPA, es también el portavoz de la lista formada para las elecciones regionales en Nueva Aquitania entre La France Insoumise (LFI) y el "NPA en lutte" (miembro de la pU). Este último, una fracción muy minoritaria dentro del NPA en esta región, tomó la decisión de comprometerse con una lista común con LFI de forma unilateral, sin ningún voto de ningún instancia regular, sino con el apoyo apenas disimulado de la pU nacional. Quien encabeza la lista, Clémence Guetté, es secretaria general del grupo LFI en la Asamblea Nacional y corresponsable de la elaboración del programa presidencial de Jean-Luc Mélenchon para 2022. Philippe Poutou aparece como su principal sostén en afiches, volantes y otros materiales de campaña.
Cualquier candidato del NPA (o más ampliamente de la extrema izquierda) a las elecciones presidenciales de 2022 se enfrentará a la acusación de "dividir a la izquierda radical" y debilitar así las posibilidades de Mélenchon de llegar a la segunda vuelta, mientras que este último parece ser el único en condiciones de pelear "por izquierda" la anunciada confrontación entre Macron y Le Pen. Desde un punto de vista estrictamente electoral-institucional, el argumento no es necesariamente absurdo. ¿Cómo podría responder a esto Philippe Poutou? ¿Cómo justificará oponerse al candidato de la LFI, después de haber apoyado a la LFI y su programa en las elecciones regionales?
.. y moral
En este tipo de situaciones, los aspectos políticos y morales suelen estar estrechamente vinculados. En 1979, por ejemplo, la mayoría de la LCR y el Secretariado Unificado (el referente internacional de la pU, que, aunque muy debilitado, sigue llamándose "Cuarta Internacional") excluyeron a quienes se opusieron a su política de capitulación ante las nuevas autoridades sandinistas de Nicaragua, mientras encubrían –¡e incluso, al principio, aprobaban!– la represión ejercida por este gobierno contra los trotskistas, en particular, contra los combatientes extranjeros de la Brigada Simón Bolívar (detenidos, golpeados y luego expulsados del país).
El contexto actual es evidentemente menos dramático, ya que no se trata de posicionarse frente a procesos de revolución y contrarrevolución, sino "solo" con respecto al reformismo, a la política a seguir frente a él y a las presiones que ejerce sobre la organización que se reivindica anticapitalista. Lo cierto es que bajo otras formas, la correlación entre los problemas políticos y morales y, por lo tanto, también de "principios", también está presente.
Así, como deja claro el artículo de RP al que se hace referencia al principio de esta contribución, los camaradas de la fracción l’Étincelle y de la actual AyR, mientras trabajaban en su reunión con la pU, se negaron a defender los derechos democráticos elementales de los militantes de la CCR (y de nuestra plataforma común del último Congreso), al impedir que se adopte de la moción de mínima que apuntaba a preservarlos dentro del NPA. Por eso tampoco ningún representante de las diferentes tendencias de "izquierda" tuvo la más mínima reacción después de que, al final del CPN del 22-23 de mayo, la pU leyera, y luego publicara dentro del NPA, una "declaración" que concluía con el llamamiento a formalizar la exclusión de sus opositores: "La CCR [...] se comporta como un partido diferente y hostil al NPA. Por tanto, la Conferencia Nacional deberá tomar nota de esta nueva realidad organizativa".
Es cierto que, como afirmaron y demostraron durante el fin de semana, estos sectores no se consideran (o para algunos, ya no se consideran) como oponentes políticos a la pU, sino como corrientes que simplemente expresan opiniones o críticas que se supone que sirven al "interés general" del NPA.
Una prueba fallida
Este desenlace es tanto más deplorable cuanto que, sumadas, las corrientes de "izquierda" se habían vuelto claramente mayoritarias dentro del NPA, desde el último Congreso celebrado en febrero de 2018 (¡hace ya tres años y medio, mientras que los estatutos prevén que "el Congreso se celebre al menos cada dos años"!).
La pU, en minoría desde este Congreso con el 49,72 % de los mandatos, mantuvo su mayoría en el seno del Ejecutivo gracias a la comprensión benévola de la fracción de l´Étincelle, cuya delegación había aceptado, a pedido de la pU, concederle una "mayoría de trabajo" en el CPN. Pero eso no impidió que esta última perdiera progresivamente su influencia, hasta el punto de representar solo el 40 % de los militantes o apenas un poco más. La razón fundamental es que, bajo su dirección, el NPA se ha mostrado incapaz de proponer una política independiente frente a las oleadas de huelgas y movilizaciones que se han sucedido desde 2016 y, por lo tanto, un perfil, así como perspectivas atractivas y capaces de entusiasmar a las nuevas camadas militantes surgidas de ellas.
Ante este fracaso, la exmayoría optó por huir hacia adelante mediante una política de acercamiento a LFI, que hoy es la principal fuerza de izquierda reformista con pretensiones radicales. Los acuerdos electorales celebrados en Nueva Aquitania, pero también en Occitania, en este último caso sobre una base aún más oportunista, previendo incluso la posibilidad de una fusión en segunda vuelta con el PS, son los primeros ejemplos de ello.
La dirección de la pU, principal expresión francesa del Secretariado Unificado, se limita así a aplicar las concepciones y a seguir el curso general de esta corriente internacional, que ha multiplicado aventuras tan oportunistas como catastróficas como en el Estado español, donde Podemos, que la organización Anticapitalistas ("sección" del SU) había contribuido en gran medida a crear y lanzar, acaba de hundirse en un mar de colaboración de clases y de gestión institucional del Estado monárquico burgués.
Aliándose, aunque más no sea en las cuestiones en las que ya están de acuerdo, las corrientes de izquierda habrían dejado en minoría a la pU, y podrían haber empezado a dar un nuevo rumbo político al NPA, deseado por la mayoría de los militantes. Con este objetivo, durante el último periodo hemos mantenido reuniones periódicas conjuntas con AyR y DR (Democracia Revolucionaria) durante casi seis meses, y de forma más episódica, por iniciativa propia, con la fracción l’Étincelle. Pero estas reuniones no progresaron y no llegaron a nada, debido a la negativa de los demás participantes a ir más allá de una primera reacción común ante la primera ofensiva escisionista de la pU, en el verano de 2020.
Finalmente, los compañeros de l’Étincelle y AyR han elegido un camino opuesto: no un frente común para dejar en minoría a la pU, trabajando por construir una alternativa revolucionaria independiente, sino un acuerdo con la pU "en defensa del NPA", al que nosotros supuestamente habríamos "atacado" al presentar la precandidatura de Anasse Kazib, líder clasista y antiburocrático de las últimas huelgas ferroviarias, y referente de importantes sectores de la vanguardia obrera.
Hay momentos, tanto en las confrontaciones políticas como en la lucha de clases, en que las corrientes revolucionarias tienen que pasar por tests serios que se les imponen para mostrarse a la altura de las circunstancias, para romper con las concepciones y la rutina del pasado. Tanto AyR como la fracción l’Étincelle han fracasado claramente en estas pruebas. Poco importa que se trate de "tácticas" que apuntan a preservar su existencia como grupo, para ellos necesariamente dentro del NPA, ya que no contemplan ninguna perspectiva fuera de esta organización que, sin embargo, está en crisis total, o bien se trate de los primeros pasos de una evolución política que luego tendría que precisarse: en ambos casos, el resultado es el mismo.
El nuevo/viejo proyecto político de la pU
La exclusión de la CCR/Revolución Permanente es la culminación de un proceso que ha durado más de un año. La pU lo inició a principios de 2020, luego del movimiento y de las huelgas en defensa de las jubilaciones. La CCR había sido la única corriente del NPA que se mostró capaz de convencer a decenas de dirigentes de estas movilizaciones para que se unieran a una lucha revolucionaria independiente. La antigua mayoría del NPA, presa del pánico ante la perspectiva de quedarse en minoría por mucho tiempo y perder así el control de la organización que ella misma había fundado, lanzó entonces su ofensiva (posteriormente solo reorientada hacia la CCR) contra "fracciones" distintas de la suya, con el objetivo de disciplinarlas o expulsarlas.
De forma un tanto sorprendente, los días 22 y 23 de mayo escuchamos afirmar a los dirigentes de las supuestas corrientes de izquierda que el NPA "no ha fracasado" y que, si bien no hay razones para deshacerse en elogios, al menos ¡"tiene el mérito de existir"! Por su parte, los dirigentes de la pU, que han controlado la dirección y el pequeño aparato del NPA desde el principio, son muy conscientes del fracaso del proyecto lanzado en 2009, aunque se nieguen a asumir su responsabilidad y lo hayan imputado a todas las "fracciones" antes de concentrar sus ataques contra la CCR.
Hay que decir que, al mismo tiempo, también se niegan a cualquier cuestionamiento de su doxa de "partido amplio anticapitalista", sin definiciones revolucionarias claras y asumidas, sin otra estrategia más que la "unidad" para resistir corrientes que en forma unilateral creen opuestas, sin orientación independiente en las luchas y sin política de construcción.
En un texto del 10 de mayo de 2021 titulado "En la encrucijada", los miembros del Comité Ejecutivo del NPA pertenecientes a la pU reafirmaron su "oposición a cualquier política centrada en los partidos de vanguardia"; es decir, su oposición a la construcción de una organización revolucionaria con el objetivo de reagrupar a los sectores más avanzados de nuestra clase para preparar la revolución. Al hacerlo, repiten la consabida cantinela de que "la línea fue correcta pero no se aplicó (o no pudo aplicarse realmente)"; según ellos, debido a inesperadas circunstancias contrarias y a la malevolencia de la CCR. Sin embargo, pretenden poner manos a la obra lo antes posible, y por eso han hecho un primer gesto hacia los militantes de La France Insoumise en las elecciones regionales.
Sus compañeros de Anticapitalistas en el Estado español hacen el mismo tipo de balance acerca de su experiencia con Podemos, proyecto que habían concebido y que no hubiera sido posible sin su ayuda. Tras la entrada de Podemos en el gobierno "socialista" de Pedro Sánchez, un dirigente del SU en el Estado español seguía reivindicando así la "fuerte apuesta" de, en sus palabras, "salir de la zona de confort en la que se instalan tantos pequeños grupos y sectas de la izquierda radical, que limitan su actividad a la autoconstrucción, la denuncia, la puesta en evidencia de otros agentes políticos y el propagandismo, sin tener la voluntad ni la capacidad de concebir proyectos políticos para la acción de las masas y en relación con ellas". Pero una de las condiciones -continuó- para poder emprender, cuando se den las condiciones, nuevas aventuras de este tipo, será "la necesidad de tener una importante preparación ideológica y estratégica [...] para actuar de forma homogénea, con reflexión estratégica, capacidad táctica y creatividad organizativa" [2].
Dentro del NPA, esto implica separarse de quienes tienen "la tendencia [...] a resumir las dificultades de nuestro campo social en las ’traiciones’ de las principales organizaciones de la izquierda social y política, y a proponer como única perspectiva el reagrupamiento de los elementos más revolucionarios de la clase obrera en un partido bajo cuya dirección la clase en su conjunto pueda levantar la cabeza" [3]. Como resultado, siempre según los autores del texto citado, de "prácticas sectarias en las movilizaciones sociales, que siempre tratan de ’destacar’ a los más y los menos ’radicales’, así como de negarse a la construcción leal de cualquier estructura de base (sindicato, colectivo, asociación, coordinación...) si no está bajo la dirección exclusiva de los militantes revolucionarios".
Desde el llamamiento “Unámonos” –del que varios miembros y dirigentes de la pU fueron coiniciadores– hasta otras expresiones que van en la misma dirección, pasando, por supuesto, por los acuerdos electorales con LFI, no faltan signos que prefiguran un proyecto político sensiblemente distinto al del NPA de los orígenes. Este último, más allá de todos sus defectos, había mantenido su independencia frente a la izquierda reformista, incluso llamada "radical", por no hablar de su rechazo a cualquier acuerdo electoral con la "izquierda" burguesa (PS y EELV [4]). Esto condujo en los primeros tiempos a tres escisiones sucesivas hacia el Front de Gauche, predecesor de la LFI: Gauche unitaire, luego Convergences et alternative, y después Gauche anticapitaliste.
Con sus "acuerdos unitarios" en las elecciones regionales, la pU acaba de derribar las barreras que había mantenido hasta entonces. Obviamente, también está preparando nuevas "recomposiciones", cuyo primer paso sería la reunificación, dentro de la misma organización, de los miembros del Secretariado Unificado en Francia, hoy dispersos entre el NPA, LFI y Ensemble.
De camino al olvido
Tras nuestra exclusión, la pU debería recuperar una mayoría numérica en el NPA, lo que le permitiría llevar adelante su política con más tranquilidad. Podemos esperar que al principio, al menos hasta el fin de la secuencia presidencial, haga una "tregua" con las otras corrientes organizadas que permanecen a su lado. Pero luego las cosas podrían cambiar.
Las corrientes de izquierda o antiguamente de izquierda que avalan nuestra exclusión para seguir beneficiándose del paraguas del NPA se verán entonces expuestas a la intemperie en terreno abierto. Tras el previsible fracaso de la tercera candidatura de Poutou, se las acusará de todos los males. Aun cuando sus militantes, o una parte importante de ellos, habrán participado honestamente, a pesar de sus desacuerdos, en la tercera campaña de Poutou y/o en la búsqueda de firmas de alcaldes, sus "fracciones" serán consideradas responsables del fracaso: porque su estructura, su prensa, sus volantes propios, es decir, su existencia propia, habrán contribuido a debilitar el indispensable esfuerzo común. Es entonces cuando llegará la imposición: o te sometes hasta el final o te vas.
Los excluidos de hoy saben que el camino que han elegido será difícil y estará plagado de obstáculos. Pero es infinitamente más digno, emocionante y potencialmente productivo que el camino del renunciamiento que solo conduce a la desaparición y al olvido.
Traducción: Rossana Cortez |