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La Izquierda Diario
13 de junio de 2021 Twitter Faceboock

Ideas de Izquierda
Coordinación, fuerza obrera e izquierda: diálogos arriba del Puente
Lucho Aguilar | @Lucho_Aguilar2

Una bandera de “autoconvocados”, otra de “interhospitalaria”, “coordinación”. Más allá de las diferencias, de las rutas neuquinas al Puente Pueyrredón sale a la luz una misma necesidad. ¿Cómo organizarse desde abajo en medio de la desilusión política? ¿Cómo construir al calor de esos fenómenos una izquierda clasista?

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Una enfermera levanta un elefante de cartón que dice “Los autoconvocados defendemos la salud pública”. Delante de ella, entre las gomas humeantes, una “chata” de hospital oxidada lleva escrito “ATE y UPCN”. Un grupo de obreros bloquea la bodega más lujosa de Mendoza. “Autoconvocados vitivinícolas” dice la bandera que cuelga del alambrado. Un gendarme le grita a un chofer que no puede cortar el Acceso Oeste. El hombre sonríe. Mira a sus compañeros. “Vaaamos”. Pasan el retén “como colectivo lleno”. Una pancarta abre camino: “Fernández traidor”. Una cosechera de limones pide la palabra sobre la ruta tucumana y propone marchar a las puertas de los empaques. Detrás de la improvisada asamblea una bandera parece copiada de las anteriores, pero ni se conocen. “Autoconvocados del citrus”. Una decena de brazos se entrelazan en Puente Pueyrredón. Enfrente tienen la infantería de Prefectura y la Federal. Llevan ropas de laburo, guardapolvos. MCM, EMA, Latam, Subte, Clínica San Andrés, Línea 203, Trenes Argentinos, Rappi, GPS. “Mesa de coordinación de las luchas” dice una de las banderas.

1. Una buena nueva

En distintas notas venimos mostrando y analizando lo que llamamos una “nueva oleada de luchas”. Del “murmullo en los portones” pasamos a “las primeras luchas de resistencia”. Vimos acciones radicalizadas en medio de las vacaciones y “marzo se picó”. En abril el aire fresco de los conflictos duros llegó desde el interior.

Pero había algo más que llamaba la atención. Esas banderas “copiadas” que retratábamos al principio. “Autoconvocados”, “interhospitalaria”, “coordinación”. Esos carteles contra los burócratas. Esa búsqueda de unidad con otros que “están en la misma”. Más allá de las diferencias, esos procesos respondían, responden, a una realidad común. El ajuste, las expectativas defraudadas de quienes habían votado al peronismo para “recuperar lo perdido”, el rol entreguista de las cúpulas sindicales.

Solo para citar un dato: según el Observatorio de Conflictividad Laboral de La Izquierda Diario, en marzo los conflictos encabezados por “autoconvocados, comisiones internas y asambleas” llegaba al 47 %. En abril, si sumamos los que lideraban “organizaciones de base y autoconvocados” nos daba el 35 %. En mayo nos dio 40 %. O sea que es un proceso que lejos de “apagarse” sigue su curso.

Hemos reflejado esos procesos en muchas notas y seguramente el fenómeno de autoconvocados y su continuidad merecen otras nuevas. Ya vendrán. Hoy queremos remarcar lo siguiente: estamos ante la emergencia de fenómenos de autorganización, todavía por reclamos reivindicativos, que hace tiempo no se veían en nuestro país. En la historia de nuestra clase trabajadora hay muchas experiencias de autoorganización para rescatar. Desde sus orígenes anarquistas y comunistas, pasando por las tensiones entre las comisiones internas y la CGT en la resistencia peronista, hasta la inmensa variedad de organizaciones de base combativas que dio el ascenso que comenzó con el Cordobazo y tuvo como uno de sus hitos las coordinadoras interfabriles.

Los capitalistas y la burocracia sindical siempre han intentado cortar ese hilo histórico. Las escenas que contábamos al principio son “pequeñas” muestras, iniciales, de esa potencialidad. Pero aparecen en momentos en que el capitalismo se empieza a hundir en otra de sus crisis. Entonces obliga a preguntarnos: ¿qué rol va a jugar la izquierda que se reclama clasista para recuperar esas tradiciones y llegar mejor preparados para momentos decisivos?

2. “Acá nadie se salva solo”

Hoy, como decíamos, queremos detenernos en un “capítulo” de estas experiencias. Lo elegimos porque tuvo una semana intensa. Hablamos de los sectores en lucha que este viernes fueron parte del corte en Puente Pueyrredón y la jornada unitaria contra el ajuste que reflejamos ampliamente en La Izquierda Diario desde Avellaneda a Plaza de Mayo.

La cosa empezó hace unos meses. Tercerizados que se plantaron en las terminales de trenes por el pase a planta, contratistas de Edesur que salieron a rechazar los despidos y la precarización, aeronáuticos en lucha contra los despidos (Latam) o los mismos motivos que otros tercerizados (GPS), docentes precarizados, ferroviarios despedidos, personal de salud que en medio de la pandemia están precarizados o directamente despedidos. Familias sin techo desde Guernica a La Matanza. Primero confluyeron los tercerizados, después se agrandó: simbolizan los más atacados por la pandemia, pero también la resistencia a ser los que paguen los platos rotos.

El 24 de marzo propusieron una columna “de las luchas” que se terminó llenando y los sorprendió. Para muchos era su primera marcha. Después organizaron un Encuentro de coordinación en MadyGraf y ahí votaron un corte en el centro porteño que rompió el cerco mediático. En el medio, decenas de acciones en apoyo a uno u otro conflicto: bloqueos, marchas, paros, cortes de vías, horas de reuniones y debates.

Pero la última semana fue quizás la más intensa. El sábado 5 convocaron una reunión que se terminó transformando en una gran asamblea con más de 600 conexiones que contamos acá. Allí debatieron, votaron una “mesa de coordinación abierta” y el corte de este viernes, además de reunirse con otras organizaciones del sindicalismo combativo, el movimiento piquetero y la izquierda para acordar la jornada en común.

¿Cuánto pasó de aquella primera “movida”? 80 días nomás. Las crisis comprimen los tiempos de la historia y aceleran las experiencias de la clase trabajadora con el gobierno, las patronales y las distintas corrientes sindicales.

Pero volvamos al punto de partida: la autorganización.

3. La coordinación, ¿con qué se come?

Es viernes. Hace más de dos horas que estamos sobre el Puente Pueyrredón. La marcha quebró el primer cordón a la fuerza y luego defendió el lugar a pesar del megaoperativo. Todas las cámaras muestran los rostros y banderas: “despedidos en pandemia”, “queremos el pase a planta”, “mesa de coordinación”.

El gas de la infantería todavía pica, pero hay unos minutos para charlar. Arranca Cristian, de la tercerizada ferroviaria MCM. “¿Qué es esto? La semana pasada hicimos una reunión con casi 700 trabajadores. Armamos una mesa de coordinación del AMBA y decidimos hacer una acción para que todo el mundo se entere de nuestras luchas”. “¿Para qué sirve coordinarse? Cada conflicto tiene un número importante de gente, pero unidos se visibiliza más y es más efectiva la lucha: mirá lo de hoy sino”. “¿Si se termina acá la coordinación? Nooo. Vamos por todos los sectores que están pasándola mal en este momento. Con la unidad de los trabajadores se va a lograr los objetivos de cada uno y de todos”.

Sigue el “Pela”, su compañero. “Esto empezó hace 4 meses. Con los tercerizados de otras líneas, de EMA, nos juntamos para pelear contra la precarización laboral. Cobramos la mitad que un efectivo. ¿Qué es la coordinación para mí? La coordinación lleva a las luchas a unirse, tener asambleas, organizarse, tener discusiones y debatir todos en conjunto, y pelear juntos, porque la lucha se gana con la fuerza de todos. Para mi la gente se tiene que dar cuenta que el gobierno le está robando. Si somos un montón, mirá, ¿por qué vamos a tener miedo?”.

Recostados en una baranda, dos tercerizados de Edesur esperan noticias de Matías, golpeado por la policía. “En esa reunión con más de 600 personas pusimos en pie una mesa de coordinación donde unificamos a los que están peleando por puestos de trabajo, por tierra, contra los despidos. Por eso estamos unidos en el Puente. La unidad nos hace más fuertes a todos. Ante el gobierno, ante los medios que nos ocultan. ¿Cómo es? Se hacen asambleas, se discute de manera democrática como unificar y cómo continuar las peleas. Pero la idea es confluir con otros sectores para hacer más grande la lucha” dice Silvio de EMA.

Roberto, despedido de ArgenCobra, lo interrumpe: “yo tengo 46 y es mi primera lucha. En estos meses aprendimos mucho. De la unión, de tomar decisiones entre todos, democráticamente como dijo el compañero. Nos abrimos al apoyo de la gente de la izquierda, aunque estaría bueno que se sume gente que pertenece a la izquierda y están un poco en desacuerdo con esto de unir a las luchas. Yo creo que si no nos unimos todos la vamos a seguir pasando mal. Tenemos que dejar de ser ovejas”.

Las respuestas, concretas, surgen de la experiencia de estos meses de lucha. Para la mayoría es su primer conflicto y arrancó hace pocos meses. La bronca con la impunidad de las patronales y la desilusión con el gobierno se cuelan en sus testimonios. El ejército que los rodea mientras hablan es otro golpe más a esas expectativas.

Juana a todo esto ya lo vivió, así que mucho no se sorprende. Es de la Asamblea Permanente de Guernica que pelea por por vivienda y trabajo. “¿Qué es la coordinación para mí? Cuando estábamos en la toma había organizaciones que “coordinaban” todo, pero los vecinos no nos podíamos expresar. Y nos tuvimos que rebelar. Ahora somos los vecinos los que tenemos la voz y el voto, y las organizaciones que nos apoyan pueden participar. Eso queremos que sea la Asamblea Permanente, que todo se defina en asamblea. Y mientras nos organizábamos empezamos a unirnos a otros sectores que tenían otros reclamos. Despidos, trabajo, ahora reclamamos un IFE. Para mí la coordinación es: unirnos todos, discutir entre todos, llegar a un acuerdo y salir a pelear por nuestros derechos, pero todos juntos. Eso te da más fuerza. ¿Si alcanza con esto? No. Es muy grande el reclamo, es muy grande la pelea, tenemos que hacer un movimiento mucho más grande”. Muchos de esos métodos y objetivos hoy son parte del estatuto de la Asamblea: "confiamos en la fuerza de la unidad con los demás trabajadores ocupados y desocupados" dice allí.

El grito de quienes dirigen la columna interrumpe los diálogos, pero ya hay tela para cortar. Después de casi tres horas en el Puente Pueyrredón la columna sale cantando orgullosa hacia el centro porteño para seguir con la jornada.

4. Primeros pasos

Las luchas de autoconvocados y el capítulo en que elegimos detenernos son fenómenos iniciales, lo dijimos. Tendrán que enfrentar, inevitablemente, intentos de la burocracia y las patronales de desarmarlos y cooptarlos. Hay quienes querrán que se vuelvan a encerrar puertas adentro, aislarse en sus reclamos más “corporativos”. O que las decisiones sean tomadas por un puñado de compañeros y no democráticamente por asambleas, como reivindicaban algunos luchadores sobre el Puente. Es lógico: la organización de la clase trabajadora y su “vanguardia” es una pelea permanente entre quienes se juegan a que desarrolle toda su potencialidad y quienes quieren liquidarla, como la burocracia.

Pero tratemos de pasar en limpio algunas cosas que muestran estas semanas, por lo menos en el “capítulo” que elegimos de la zona metropolitana.

Primero, que, ante la crisis económica y sanitaria, ante el rol de las cúpulas sindicales, sectores muy diversos que protagonizan luchas “reivindicativas” o “económicas” llegan a una misma conclusión: tienen que organizarse “desde abajo”, unirse, coordinarse. No para “estar juntos” en sí mismo, sino como una forma de tener más fuerzas para luchar y conseguir sus reclamos. Y no solo el propio. “Por los reclamos de todos” como decía un ferroviario.

Segundo, en las reuniones y en las calles se empieza a discutir que esa coordinación (o los autoconvocados) van en busca de una unidad más grande, no solamente de los que hoy están en conflicto sino de toda la clase trabajadora. Lo escuchamos arriba del puente: “la idea es confluir con otros sectores para hacer más grande la lucha”. Lo resumió una de las resoluciones de la asamblea del 5 de junio: “apostamos a la unidad de los trabajadores ocupados, desocupados, precarios, informales y quienes luchan por vivienda para impedir que se imponga el ajuste”.

Tercera, que en la asamblea o el corte muchos rescataron cómo las experiencias que vienen haciendo hace meses los fueron convenciendo. “En estos meses aprendimos mucho de la unión, de tomar decisiones entre todos”. “Nos juntamos, discutimos, llegamos a un acuerdo, luchamos juntos”. “Nos rebelamos y ahora decidimos nosotros”. “Primero nos unimos los tercerizados, después vimos que había otros reclamos”.

Estamos hablando de la “autoactividad” de los nuevos sectores que salen a la lucha. Que no se conforman con la resignación que le quieren imponer las conducciones burocratizadas. Que salen de la pasividad y empiezan a activar muchas veces por primera vez como en aquella marcha del 24 de marzo. Que se enfrentan ante sus primeras asambleas o eligen por primera vez delegados. Que participan en reuniones y les toca ser parte de una comisión (de prensa, de fondo de huelga). Que tienen que decidir qué acción le duele al bolsillo de la patronal. Que se sientan por primera vez en un sillón del ministerio para representar a sus compañeros. Que ven actuar a las distintas organizaciones sindicales o políticas. Que aprenden quienes son sus amigos y sus enemigos.

Claro que no son experiencias “en el vacío”. Están atravesadas por debates, maniobras de funcionarios y burócratas, propuestas de las distintas corrientes de izquierda que los apoyan. Pero ayudan a ir sacando conclusiones y sentirse protagonistas de las peleas que están dando.

5. Autorganizacion, fuerza obrera e izquierda

“Los sectores clasistas tenemos futuro si sabemos aportar al desarrollo de las luchas, a la unidad de ocupados y desocupados, a la autoorganización donde los protagonistas deliberen libremente”. La frase es de Claudio Dellecarbonara, dirigente del Subte y del PTS, en la asamblea que votó la “mesa de coordinación”. Además marcó la responsabilidad del Gobierno en el ajuste y por qué era importante, al calor de estos procesos de lucha y organización, “llegar juntos a la conclusión de la necesidad de construir una herramienta política de nuestra clase”. Esos debates políticos también son fundamentales en estos procesos.

La izquierda que se reclama revolucionaria tiene que apoyar e impulsar con todo esas organizaciones de base democráticas, más allá de cómo se llamen. Desde el PTS y el Movimiento de Agrupaciones Clasistas lo venimos haciendo, en los gremios, las calles y lugares de trabajo. Eso nos ha llevado a debates con compañeros con los que compartimos el Frente de Izquierda y el Plenario Sindical Combativo, que privilegian los acuerdos entre corrientes o dirigentes de los sindicatos, sin tomar esta tarea de ayudar a los sectores que recién salen a la lucha para que creen nuevas organizaciones más amplias y democráticas. Es un error: no hay un verdadero clasismo sino se impulsa, desde las organizaciones que hoy cuentan con más fuerza y derechos, a los trabajadores que salen a hacer sus ’primeras armas’ para que se autoorganicen.

Estamos convencidos de que si se multiplican esas experiencias podemos enfrentar en muchas mejores condiciones los ataques que hoy sufrimos. Si cada triunfo como los de los elefantes de la salud o los vitivinícolas se contagian, cambiaría la situación de la clase trabajadora en todo el país. Pero además son una forma de darle mucho más fuerza a la pelea por unir lo que las cúpulas sindicales dividen: ocupados, precarios, desocupados. Pueden convertirse en un “engranaje” para llegar a millones y arrancarlos del corporativismo y la pasividad en que quieren mantenerlos la CGT, la CTA y el peronismo.

Este es uno de los debates que venimos haciendo en La Izquierda Diario: qué estrategia va a tener la izquierda para intervenir en esta nueva experiencia de la clase trabajadora con el peronismo y convertirse en una fuerza poderosa, revolucionaria, en la batalla por quién paga la crisis capitalista.

En esa búsqueda se metía el artículo de Emilio Albamonte y Matías Maiello que recorría las respuestas que había dado León Trotsky para “concentrar las fuerzas de vanguardia y sectores de masas para quebrar la resistencia de los aparatos burocráticos, desplegar la potencia del movimiento obrero y potenciar la fuerza de la izquierda clasista”.

En aquel momento fueron los “comités de acción”. En nuestra época, la debacle capitalista nos obliga a volver a las mismas preguntas. Al calor de la nueva oleada de luchas y los incipientes procesos de organización, tenemos que encontrar las respuestas teóricas pero también los fenómenos que nos sirvan como puntos de apoyo para hacerlas realidad.

 
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