La asociación Argentina de Abogados Ambientalistas denuncia que mientras se espera una baja del río histórica, el gobierno permite el sobredragado del río y continúan las apuestas de nuevas represas hidroeléctricas en la región
El Instituto Nacional del Agua (INA) dió a conocer un alarmante diagnóstico sobre el nivel del Río Paraná anunciando, como era esperado para el mes de Julio, un agravamiento importante de la bajante del río que podría llegar a valores alcanzados en 1944, que impactaría principalmente sobre el tramo perteneciente al territorio Argentino, dificultando gravemente la captación del recurso hídrico, incluso para consumo urbano.
La Asociación Argentina de Abogados y Abogados Ambientalistas (AAdeAA) denunció el pedido de la empresa privada de origen belga “Jan de Nul” que lleva adelante el sobredragado del río, de poder realizar tareas sobre 60 cm adicionales de profundidad, y los nuevos proyectos hidroeléctricos de la región.
Dicha asociación denuncia que el sobredragado constituye un “crimen ambiental”, sobre todo en el marco de la histórica bajada del río “ocasionada fundamentalmente por las sequías del sur de Brasil, fenómeno asociado a la crisis climática y forestal regional/global de origen antrópico”, motivo por el cual hicieron un pedido de informes al Ministerio de Transporte de la Nación y al Ministerio de Ambiente, sobre el impacto ambiental del sobredragado y las estrategias propuestas por ambos ministerios, así como el estado de la licitación.
El trabajo 24hs, los siete días de la semana, y el esfuerzo de parte de la empresa para garantizar el tránsito fluvial en la situación que se encuentra el río, es un intento de mantener intactas las ganancias del campo y multinacionales, ya que es una ruta por la que se exporta el 75% de la producción nacional. El gobierno de Alberto Fernández, luego de retroceder frente a la supuesta expropiación de la estafadora Vicentin, por la “soberanía nacional”, le prorrogó la concesión del negocio millonario a la empresa belga por otros tres meses.
El río Paraná es el más importante de los tres sistemas fluviales que conforman La Cuenca del Plata, junto con el río Uruguay y Paraguay, que comenzó a mostrar un estiaje (caudal mínimo del río en una época del año determinada) debido a una sequía proveniente de Paraguay, ya que este río funciona como un atenuante de la “bajante” del Paraná.
Según el INA, esta sequía se registra desde Junio del 2019, y durante el otoño del 2020 se comenzó a agravar la bajante considerándola como extraordinaria y calificandola de significativa, principalmente a causa de una disminución de las lluvias normales pero alertan sobre “escenarios críticos los cambios en el uso y en la no conservación de los suelos”.
La principal preocupación tiene que ver con las tomas de agua para consumo urbano y la navegación fluvial, pero también crece la alerta sobre los peligros del impacto sobre las barrancas y suelos ribereños, así como también sobre las consecuencias devastadoras que podría traer para la fauna íctica, ya que esta zona del Paraná alberga más de 200 especies de peces que representan casi un tercio del total de La Cuenca del Plata. Así mismo esta situación perjudica gravemente el comercio y la población que vive de la pesca, que vieron bajar sus ventas.
Las ganancias millonarias sobre la sed de millones
En este marco los proyectos hidroeléctricos en la región no cesan, desde el proyecto hidroeléctrico Itatí–Itá Corá (Argentina – Paraguay) que actualmente se encuentra en estado de investigación, como los proyectos de origen brasilero, como denuncia Jorge Daneri, Miembro Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, con el avance de seis represas en el río Cuiabá que es considerado como “zona roja”, es decir una zona de gran impacto ambiental para la Cuenca del río Paraguay. Recordemos que es este río y su sequía histórica el que está actuando sobre la bajante del Paraná.
Este impacto ambiental se puede analizar desde el cambio en la sedimentación, del proceso migratorio de la fauna acuática, la pérdida de nutrientes, y otros indicadores, y los resultados arrojan verdad sobre la sistematicidad de Brasil y los países de la región en llevar adelante proyectos de esta magnitud sin controles ni consenso en base a informes de impacto ambiental.
▶️ A pesar de esta evidencia científica, desde la empresa belga pusieron 5 dragas a trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana para sobredragar el río dos pies (50 cm.), todo para garantizar exportaciones en megabarcos. Pero ¿está autorizado esto? ¿Por quién? ¿En qué tramos?
— Asociación Argentina de Abogades Ambientalistas (@AbogadesAmbient) June 17, 2021