Internas
Mario Wainfeld saca la calculadora en su columna en Página 12 y se apresura en establecer criterios de ganadores. “Hay dos modos de puntuar los resultados: la sumatoria de los votos o las bancas obtenidas. Se superponen en buena medida, claro. El debate público y las estrategias de oficialismo y oposición clavan la mirada en las bancas”. En esa lectura, se refiere a los intereses de la oposición de derecha, personificada en Clarín, por restarle “algunos legisladores a los compañeros peronistas” con la candidatura de Florencio Randazzo. “Hiberna los años pares, Clarín lo besa como a Blanca Nieves en los impares para que despierte”, dice.
Por su parte, Clarín publica este domingo una amistosa entrevista a Randazzo. “Voy a ser candidato. Vamos a conformar una alianza que fundamentalmente tenga como objetivos resolver los problemas que tiene la Argentina y superar el estancamiento en el que estamos”. Otra vez se lanza a explorar el experimento que han intentado Lavagna o el propio Sergio Massa.
Wainfeld omite la otra cara: el peronismo oficialista también apuesta a entronar a la derecha extrema de los Milei y Espert para que compliquen el desempeño de Juntos por el Cambio. El Frente de Todos los prefiere afuera de esa coalición opositora, y en su ecosistema de medios afines siempre tienen espacio para exagerar la importancia política de los excéntricos libertarios.
Es un juego de espejos, operaciones y conveniencias políticas y discursivas.
En el gobierno del Frente de Todos apuestan a la unidad y decidieron cerrar filas para encarar la campaña. Todavía sin definición de candidatos o candidatas, Gabriela Pepe en Letra P plantea una de las disyuntivas que se comenta en la Casa Rosada. “¿El candidato es la marca? ¿El candidato es el proyecto? Eso ya lo hicimos y nos fue mal. El candidato era (Daniel) Scioli, no el proyecto. Hay que tener cuidado con eso”, dice que advierten en las cercanías del presidente. Desde ese análisis, impulsan listas encabezadas por “ministros o ministras del gabinete con volumen suficiente para dar la pelea en una campaña que se avizora muy dura”.
Eduardo Van Der Kooy en Clarín describe la interna de Juntos por el Cambio con la mirada puesta en el 2023. La disputa es por liderazgo de la oposición. “El jefe de la Ciudad presume que no tendrá 2023 si no consolida su sucesión porteña y asegura un desembarco en Buenos Aires. No lo guiaría la máxima de un heredero. Más bien, la ambición de un conquistador”. María Eugenia Vidal se reunió con Macri y reconfirmó lo que ya sabíamos: no jugará en la provincia. A la disputa en el PRO, se suman las aspiraciones de los radicales de liderazgo y presentaron a Facundo Manes para la provincia. En Córdoba también intentan marcar la cancha.
Fernando Rosso, analizó este jueves las disputas en danza en El Círculo Rojo: “en la mayoría de los casos se obvia o se soslaya interesadamente: en la Argentina existe una izquierda (el Frente de Izquierda y otras fuerzas)”. No es casual que ni en los medios de la oposición de derecha ni los oficialistas se haga mención. Wainfeld, que analiza el cuadro electoral en varias provincias, omite casualmente la que se llevará adelante hoy en Jujuy donde el Frente de Izquierda ha mostrado un importante apoyo en las urnas los últimos años y aspira a perfilarse como tercera fuerza. Rosso señala que “si era muy poco sostenible en su momento decir que “a la izquierda del kirchnerismo original estaba la pared”; intentar plantearlo para este kirchnerismo ampliado, uno poco de bajas calorías, que combina discurso progresista y ajuste en muchas áreas, ya es un poco grotesco”.
Los movimientos del poder económico
Una de las noticias de esta semana fue el anuncio de Martín Guzmán de un acuerdo con el Club de París: se les va a pagar U$S 430 millones. El ministro de economía lo justificó como un paso “que nos va a dar un horizonte de mayor previsibilidad”. Marcelo Colombres en Tiempo Argentino especifica el acuerdo: “en concreto, el 28 de julio se abonarán U$S 215 millones al Club de París como primer pago a cuenta del capital adeudado; la segunda cuota por un monto similar se cancelará recién en febrero de 2022”.
Matías Rajnerman en El DiarioAr interpreta este anuncio con el Club de París como un gesto para el FMI, ya que los países miembros son prácticamente los mismos. “Este “puente de tiempo” hasta 2022 con el Club de París refleja, más explícita que implícitamente, que el Gobierno reestructurará los U$S 44.000 millones que le debe al FMI, y que lo hará después de las elecciones” dice. El FMI acusó recibo, con su vocero (Gerry Rice) que afirmó que “le damos la bienvenida a este progreso de la Argentina para resolver su deuda con los acreedores del Club de París". La conclusión a la que arriba es que el acuerdo con el FMI llegará después de las elecciones, permitiéndole al gobierno adoptar “algunas políticas expansivas en el corto plazo, ya que no estará el FMI para vetarlas”, y confirma que serán políticas con fecha de vencimiento.
Alejandro Bercovich en Bae Negocios, dice que el acuerdo de Guzmán con el Club de París tuvo la bendición del gobernador Axel Kicillof, quien fuera “el artífice de la renegociación de 2014 y de haber reconocido una deuda que en más de un 50% tomó la última dictadura”. Cita unos pensamientos en voz alta de un economista del kirchnerismo: “la cuestión es ver qué va a pedir el Fondo para refinanciar. Y va a pedir reforma previsional y reforma laboral. Porque Georgieva dice haber aprendido de los errores y se refiere al ajuste fiscal". Bercovich agrega que “la reforma previsional, en parte, ya se hizo al desenganchar las jubilaciones de la inflación. La reforma laboral parece ser el problema”. En los círculos empresariales ya empezó a discutirse con entusiasmo una propuesta de un nuevo régimen de indemnizaciones, que fue muy bien recibida por el flamante presidente de la UIA, Funes de Rioja.
Los hilos del país se reafirman así, con el Frente de Todos, en manos de organismos internacionales como el FMI y el Club de Paris. No sólo saqueando los recursos con deudas ilegítimas que ni siquiera se investigan. Sino a cambio de ajustar al pueblo trabajador y los jubilados, un camino que ya inició el gobierno. Para darles “previsibilidad” como dice Guzmán, que parece que sólo le habla a los mercados y especuladores.
También hay poderes locales que se están moviendo y de eso viene hablando Diego Genoud. En su columna en El DiarioAr se focaliza en la noticia sobre la venta de Edenor que se terminó de confirmar esta semana. Se autorizó el traspaso de la compañía de las manos de Marcelo Mindlin, empresario mimado del macrismo, a Vila y Manzano, de extrema cercanía con el oficialismo. Con la autorización de Cristina Fernández, se quedarán con la distribuidora de electricidad más grande de la Argentina con 3 millones de clientes. Genoud dice que “ahora Cristina le cede a un viejo conocido suyo y gran sponsor de Sergio Massa un negocio estratégico de cara a un futuro, mediato, en el que las tarifas vuelvan a aumentar”.
Del lado opositor, Genoud también da cuenta de algunos de los movimientos de las familias “del círculo rojo” que piden “a los gritos que aparezca alguien que le devuelva la esperanza a los que se prendieron fuego con Macri y creyeron -por unos meses- en Alberto”. Incluye como protagonistas de esta búsqueda a los Grupos Clarín y Techint, que ahora lideran la AEA y la UIA. Macri no parece estar en sus opciones (la entrevista con repreguntas en TN fue un signo), y se perfila el liderazgo Horacio Rodríguez Larreta.
Los movimientos desde abajo
El dato que salta en las encuestas, que preocupa al oficialismo, se repite en la pérdida de confianza de los jóvenes en el gobierno. En Infobae lo amplían a una pérdida de adhesiones de los sectores “populares”, y con un diagnóstico similar frente a la clase media.
Por eso el gobierno apura algunos anuncios, como desarrollamos la semana pasada, en cuanto a paritarias y otras medidas de ayuda social, además de las que votó el congreso para monotributistas y asalariados incluidos en el impuesto a las ganancias.
El cuadro no deja de ser desalentador, por más medidas excepcionales que alivien momentáneamente algunos bolsillos del pueblo trabajador. La pobreza se calcula en un 44%, en niñas y niños las cifras son más alarmantes aún. Según datos que publicó UNICEF, se duplicó el número de familias que se endeudan para poder comer.
En estudio reciente de la OIT también señalan que aumentó el trabajo infantil en nuestro país desde comenzada la pandemia: un 16% de los adolescentes de entre 13 y 17 años trabaja en actividades orientadas al mercado, y entre ellos 1 de cada 2 comenzó a hacerlo durante la pandemia.
A estos datos se suman que el poder adquisitivo de los empleados formales retrocedió 18% en el acumulado de los tres años. Suponiendo, en el mejor de los casos, que este año los salarios del sector formal alcancen a la inflación, se sigue sintiendo todo lo perdido, que no tiene ningún horizonte inmediato de resolución favorable para los trabajadores.
Los datos de desempleo del primer trimestre del 2021 que publicó el INDEC esta semana, también expresan la persistencia de problemas estructurales. Luis Campos (Observatorio de Derecho Social de la CTA-A) los analizó en su cuenta de twitter. Explica que, aunque el mercado de fuerza de trabajo va recuperando de a poco los niveles pre pandemia, el dato más relevante es “que volvió a crecer el peso del trabajo por cuenta propia y representa el 24,4% del total de ocupados (el valor más alto para un primer trimestre desde 2017). Precariedad creciente como regla”. Destaca además que “los grupos poblacionales más afectados siguen siendo las mujeres y los jóvenes”. La informalidad en la juventud asciende al 63%, duplicando la del promedio general. Y según el Informe de La Izquierda Diario, “el promedio salarial que recibe el segmento joven formal e informal es de $22.687; es decir un salario que está apenas por encima del SMVyM para enero 2021”.
Con la agudización de problemas estructurales de pobreza, precarización y pérdida salarial, la desilusión con el gobierno del Frente de Todos encuentra motivos más profundos que lo que puedan paliar en dos o tres meses con algunas medidas excepcionales. La respuesta del poder político y económico es a dos bandas. Del lado del gobierno responden, después de ajustar ellos mismos, con promesas de parches provisorios y/o limitados respecto a todo lo perdido. El clásico te robo 10 y te devuelvo 3, para presentarlo como una mejora. La única “medida de fondo” clara por parte del gobierno es el pago al Club de París y el FMI. Del lado del empresariado más concentrado y la oposición de derecha responden tirándose el lance con propuestas como la reforma laboral.
En esta polarización, queda un resultado donde el Frente de Todos se ubica como defensor un stau quo de pisos altos de pobreza y precarización, sin tocar las herencias macristas y neoliberales. Mientras que los voceros del establishment juegan con propuestas más radicales contra el pueblo trabajador, acorde a los pedidos usuales del FMI.
Matías Maiello polemiza en Ideas de Izquierda con quienes exaltan a las variantes de derecha, creadas desde arriba e infladas a fuerza de millones de pesos y dólares para que tengan visibilidad en las grandes corporaciones mediáticas. Los esfuerzos por mostrar sólo alternativas por derecha, expresan en última instancia el temor al desarrollo de una izquierda clasista y socialista que se posicione como tercera fuerza en la política nacional y en la lucha de clases.
Muchos trabajadores que vienen protagonizando distintos reclamos, están debatiendo sobre la propuesta de unir a toda la izquierda en las luchas y las elecciones. Como Julio, cosechero de Tucumán, que cuenta “yo voy a votar a la izquierda, y creo que todas las luchas ganarían fuerza. Yo les dije a los changos que ahora tenemos todos que votar por la izquierda que participó y acompañó nuestra lucha, no al Gobierno que es gente que nos salió a pegar palo”.
Para muchos trabajadores y trabajadoras que empiezan a hacer una experiencia de lucha y ven cómo actúa el gobierno, esa desilusión se empieza a transformar en el anhelo de otro futuro. Miran a la izquierda, que es la que está presente en sus reclamos y si crece les daría más fuerza. Ejemplos de que la decepción no se canaliza por derecha, ni se transforma en “anti política”, como alertan muchos defensores del statu quo o del ajuste abierto. Son pasos para una política de otra clase. |