El pasado viernes comenzó el juicio oral contra el cura Agustín Rosa Torino, acusado de abuso sexual gravemente ultrajante por la duración y por ser ministro de culto contra tres víctimas.
En las puertas de los tribunales de la capital salteña se convocaron organizaciones de mujeres, de derechos humanos, el ILEC, entre otras para acompañar a las víctimas en el proceso judicial.
En lo que fue una bochornosa transmisión online por parte del poder judicial salteño donde gran parte de la audiencia no pudo ser vista y por la que no hubo ningún tipo de declaración al respecto, se dio lectura a la requisitoria de la fiscalía.
En la acusación, la fiscal Verónica Simensen de Bielke, afirmó que el sacerdote, valiéndose de su condición de “fundador y director” del Instituto “desplegó conductas deshonestas en claro menoscabo de la libertad sexual de las víctimas”, produciendo “sufrimientos y humillaciones tanto por la intensidad de su duración como por la repetición de tales conductas vejatorias, que dejaron huellas indelebles en sus psiquis”.
Los jueces no hicieron lugar al pedido de la fiscal de incorporar las denuncias canónicas contra el religioso que había solicitado en 2019 y que le fueron remitidas por el Arzobispado local hace unos días.
Revivir el terror
Las víctimas brindaron su testimonio y ratificaron todo lo relatado en la declaración testimonial. Quien primero lo hizo fue Jair Gyukovits, quien indicó ante los jueces que su “interés en el proceso radica en que no haga más daño a más nadie y tenga cárcel común”, afirmó la víctima. "Todo lo vivido y los daños recibidos, quiero cárcel común y efectiva y que no vuelva a transitar las calles ni dañar a otras personas", manifestó con firmeza el joven.
Si bien estaba previsto que los denunciantes que no se encuentran en la provincia, declararan de forma virtual, no pudieron hacerlo ya que el Tribunal no facilitó los medios técnicos para su realización, por lo que debieron viajar a Salta. Decisión fuera denunciada y repudiada por la Red de sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina, organización que acompaña a las víctimas.
Valeria Zarza, exmonja de la Congregación manifestó que en dicha institución se medicaba bajo tratamiento psiquiátrico a aquellos que hablaban de los abusos que allí ocurrían. Durante su declaración, con Rosa Torino presente en el recinto, manifestó el desprecio que el cura mantenía por las mujeres.
En tanto, el otro exnovicio solicitó declarar sin la presencia del acusado y ratificó todo lo denunciado en 2016.
“Rasgos psicopáticos e histriónicos”
Los peritos del Cuerpo de Investigaciones Fiscales que prestaron testimonio no encontraron indicadores de “mendacidad ni de fabulación” en los relatos de los denunciantes del sacerdote, sosteniendo la existencia de indicadores que confirman que fueron víctimas de abuso sexual.
También declararon los peritos que entrevistaron al cura Rosa Torino. La primera en declarar fue la psicóloga oficial Sandra Latorre quien indicó que Rosa Torino tiene una personalidad disociada con “un pensamiento rígido con racionalización de las emociones que intenta tener bajo contenido a otros sentimientos reprochables o libidinosos del ser humano”. Así mismo agregó que el cura presenta un “doble discurso que dejar al otro en situación de inferioridad de él. Cada parte de su personalidad tiene pensamientos y emociones que son diferentes. Hay una profunda desconexión de lo humano”.
En segundo lugar, la psiquiatra Gabriela Moyano sostuvo que el sacerdote manifiesta una personalidad “con rasgos histriónicos y psicopáticos, seducción, manipulación para captar a su víctima, actuación, expansividad y grandilocuencia, juicio de realidad preservado”. ahondó en la falta de empatía de Rosa Torino e indicó que "cosifica a las personas, entonces no tiene culpa, no se responsabiliza" por lo que hace
“Abusos y estafas”
Dos sacerdotes que se ordenaron en el instituto declararon haber sido víctimas de abuso por parte de Rosa Torino. Denunciaron la complicidad de superiores de Rosa Torino al no actuar ante las denuncias que realizaron sobre los delitos que cometía el imputado y otros miembros de la congregación implicados en abusos.
Uno de los sacerdotes aseguró que en la congregación había "juegos sexuales". El religioso contó que era una práctica habitual del acusado "pasar y tocarte la cola". Declaró haber visto cuando Torino tocó a la denunciante Valeria Zarza. Aseguró que le comentó esta situación a Luis Stockler, obispo emérito de la diócesis de Quilmes "pero lo justificó y no hizo nada".
El otro testigo, estuvo en la institución desde 1994, cuando tenía 18 años recién cumplidos y permaneció hasta fines de 2009 cuando logró escapar. Aseguró que allí fue abusado sexualmente por Rosa Torino. Contó que por las noches el cura lo hacía ir a su habitación provocando situaciones no consentidas. A su vez dijo que en la parroquia vivían hacinados y compartían el baño entre 12 o 15 personas.
Hacia el final de su declaración, y para sorpresa de muchos, el sacerdote agregó que era enviado al Arzobispado de San Nicolás a “retirar sobres amarillos y sellados”. Supo, por otro sacerdote que esos sobre contenían dinero. “Me dijo que esta plata nos la da el Estado porque el obispo de San Nicolás manda una lista, que le da Rosa, de estudiantes de la Congregación en la Universidad Católica de Buenos Aires. Pero ahí figuraban personas que ya ni estaban en el instituto. Le daban entre 20 y 30 mil pesos por alumno”, manifestó el sacerdote.
Ante los dichos sobre posibles delitos económicos con fondos estatales que habría cometido el acusado, ni la fiscalía ni el tribunal tomaron nota de la información brindada por el testigo. El presidente del Tribunal, Maximiliano Troyano solo respondió que “aquí estamos para juzgar los abusos”. Una manifiesta intención para que estas maniobras históricas y turbias entre la Iglesia y Estado no salgan a la luz. |