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El reciente jueves 1 de julio, el Primer Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago declaró culpables de homicidio frustrado a los hermanos Miguel y Reynaldo Cortés Arancibia, quienes suman la agravante de agresión por su orientación sexual y expresión de género contra Carolina Torres, por lo que la pena estaría bajo la Ley Antidiscriminación.

Además, hay una tercera acusada, quien fue encontrada culpable en calidad de encubridora del hecho por refugiar a los acusados con total conocimiento del ataque que habían concretado.

La Fiscalía solicitó pena de 15 años de presidio mayor en su grado medio para los atacantes y de cinco años de presidio menor en grado máximo para la encubridora. La lectura de la sentencia se llevará adelante el 12 de julio a las 14:30 horas.

Los hechos transcurrieron el 13 de febrero de 2019, la noche anterior del día de los enamorados, en la intersección de las avenidas Laguna del Inca y Laguna Sur, comuna de Pudahuel y el ataque habría sido motivado por la expresión de género de Carolina quien se encontraba paseando con su polola.

Producto de la agresión lesbofóbica, Carolina quedó internada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Posta Central de Santiago o con daños graves, fractura de cráneo y una hemorragia interna, que de no haber recibido tratamiento terapéutico oportuno le podrían haber costado la vida.

Un plan de Emergencia contra la violencia machista

En la actualidad, el gobierno puso urgencia al debate sobre matrimonio igualitario, sin embargo, es solo una lavado de imagen que no apunta a la prevención de los crímenes de odio hacia la comunidad LGTBIQ+. Es por eso que se mantiene vigente la necesidad de reivindicar un movimiento de la diversidad que instale en las calles sus demandas más sentidas, haciendo eco de la reciente conmemoración del día del Orgullo, que tuvo su origen en un revuelta al igual que el actual proceso constituyente en curso.

Este domingo, 4 de julio, comienza la Convención Constitucional y el movimiento de mujeres y diversidad sexual, puede ser un factor clave en las calles para convocar a otros sectores estratégicos e imponer nuestras demandas con movilización, exigiendo un plan de emergencia contra la violencia machista y de género, que garantice desde la educación sexual sin la moral de las Iglesias para prevenir la violencia, hasta las condiciones materiales para salir de círculos donde actualmente muchas mujeres y de la diversidad se ven atrapados por las estructura social que nos arroja a la precariedad, porque lucra de la desigualdad social que los roles de género nos imponen.