Como profesor vi con admiración a todas y todos esos jóvenes que durante octubre del 2019 saltaron los torniquetes, buscando ponerle fin a los más de 30 años de neoliberalismo en Chile. Recuerdo que cuando era niño, las primeras manifestaciones en las que estuve presente, fueron exigiendo la libertad de mi padre, quien durante 2 años estuvo privado de libertad por luchar contra la dictadura militar. Fueron años difíciles para toda la familia, sus compañer@s y en especial para mi madre, quien además de trabajar, seguía peleando por su liberación en las calles, aguantando más de una vez los golpes y detenciones de las fuerzas policiales.
Pasan los años y hoy volvemos a tener las cárceles llenas de pres@s politic@s, de trabajadores, mujeres y jóvenes, que tal como ayer se cansaron de toda la miseria que nos empujan a vivir un puñado de empresarios.
A horas del comienzo de la convención constitucional, tenemos que tener en claro las lecciones que nos deja la rebelión en Chile para buscar como conquistar una demanda tan sentida como la liberación de todas y todos quienes se movilizaron por acabar con las injusticias que sigue amparando la ilegítima constitución del 80´, adornada por Lagos, pero que mantiene en esencia los pilares para seguir profundizando la privatización de nuestros derechos básicos.
Como hijo de preso político de la dictadura, creo que la convención debe votar como primera medida la libertad de todos quienes lucharon por acabar con el Chile de estos últimos 30 años.
Esto no puede ir desligado de una plan de lucha que ponga al centro la movilización coordinada y organizada de miles de trabajadores junto a los sectores más golpeados por este sistema. Hay que ganar las calles, pero ganarlas en serio. Tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas, que son infinitas si están bien organizadas. Si los constituyentes no ponen esta demanda como punto de partida, la convención en su primera sesión traicionara a cientos de luchadores que hoy se encuentran en las cárceles, víctimas de montaje y sufriendo todo el aislamiento que impone el aparato represivo del Estado. Un ejemplo claro es el caso de Roberto Saavedra, preso político de la rebelión quien lleva meses sin ver a su familia, ya que el Tribunal Constitucional no ha admitido los recursos que se han presentado para que pueda acceder a beneficios.
Los constituyentes en Arica como Jorge Abarca y Carolina Videla del Partido Comunista, si realmente están con todas y todos los jóvenes víctimas de la represión Estatal, deben votar como primera medida la libertad inmediata, por una convención sin presos políticos. De no hacerlo, seguirán siendo reproductores de la impunidad en Chile.
Necesitamos seguir manteniendo en pie esta lucha buscando sumar más fuerzas, por Tania, Catalina, Roberto y tod@s l@s pres@s políticos de la rebelión popular en Chile. |