El presidente Alberto Fernández inauguró una planta depuradora de AYSA para el tratamiento de residuos cloacales en la localidad de Guernica, acompañado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof; la presidenta de AySA, Malena Galmarini; y la intendenta local, Blanca Cantero.
En la tierra donde el Frente de Todos -a nivel nacional, provincial y local- reprimió a miles de familias sin techo en 2020, dijo que “no puede ser que en pleno Siglo XXI los argentinos y las argentinas estén penando por un techo”. Enorme fue la pena de vecinos y vecinas de Guernica que lo habían votado y enfrentaron una dura represión cuando peleaban por un pedazo de tierra para vivir, así como la demonización y criminalización de parte de la intendenta Cantero.
Las imágenes de mujeres jóvenes y pobres, niños y niñas, ancianos y trabajadores precarios, retirándose del predio con colchones a la rastra; de las casillas quemadas por la policía Bonaerense al mando de Sergio Berni, no dan lugar a dudas: Alberto adopta un discurso cada vez más cínico y la brecha entre sus palabras y la realidad es cada vez más indisimulable.
Sin ir más lejos, entre los asistentes al acto, se encontraba el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, a quien Alberto destacó. Actualmente, en esa localidad hay 300 familias que fueron estafadas con la venta de terrenos que serían fiscales y que ahora el Gobierno quiere desalojar. Pagaron sus tierras, empezaron a edificar sus casas y la semana pasada el Gobierno les mandó topadoras para tirarlas abajo. Ahora resisten el asedio de la Gendarmería que no se retira del lugar y sobreviven como pueden entre escombros. Vienen protagonizando acciones de lucha, como el corte en Puente La Noria, junto a otros sectores que efectúan distintos reclamos al municipio, que realizan desde la mañana de este mismo jueves. Sí señor presidente: miles de familias siguen penando por vivienda y la respuesta de su Gobierno es la represión.
Alberto aprovechó la ocasión para polarizar con la oposición de derecha. Sostuvo que el gobierno anterior tuvo 14 mil viviendas para entregar y no lo hizo: "¿Saben por qué? porque no quería que nadie que viva en esas viviendas recuerde que fueron hechas en época de Cristina. Y saben lo que logró: el padecimiento de 14 mil familias. Yo tengo la tranquilidad de que desde que llegamos, llevamos entregadas más de 11 mil viviendas y estamos construyendo más de 100 mil. (...) No es posible que en el siglo XXI argentinos y argentinas estén penando por un techo y no es posible que esté penando el que alquila cada dos años que se le vence el contrato”.
Cargar todas las culpas sobre el gobierno anterior en temas de vivienda e infraestructura, no resiste ningún análisis. Menos en una provincia que ha sido mayoritariamente gobernada por el peronismo. Según el Censo Nacional de 2010, el déficit habitacional alcanza 3,5 millones de viviendas: comprende a 1,3 millones de viviendas faltantes (déficit cuantitativo) y 2,2 millones de viviendas que no proveen a quien la habita las condiciones mínimas para mantener un nivel de vida digno (déficit cualitativo). Estos números son de hace una década. Algunas estimaciones más recientes indican que no variaron mucho hasta 2018/2019.
Con la crisis social y sanitaria es probable que se hayan ampliado, sostiene el economista de este diario en una columna reciente, Pablo Anino. La consecuencia de este proceso de larga data fue, en plena pandemia, la desesperación que se evidenció en sectores que tomaron la decisión de luchar por un pedazo de tierra como en Guernica.
“Martín (por Insaurralde) decía el otro día en Lomas, que no todo es lo mismo en la política y tiene razón. Tenemos concepciones muy adentro nuestro que nos hacen ver distintas cosas, para nosotros primero los últimos, los que están sumergidos en el pozo de la pobreza, los que no tienen casa, no tienen trabajo, esas y esos son los que más nos preocupan”, sostuvo. ¿Qué piensan hacer entonces con las familias de La Ribera?
El discurso del Frente de Todos en el arranque de la campaña electoral, muestra a un gobierno que parece dar la espalda a al realidad cada vez más: mientras Alberto hablaba de las bondades de su gestión, así como las familias de La Ribera, otros sectores de trabajadores y desocupados coparon las calles en reclamo por trabajo genuino, tierra, vivienda, contra la estafa de la tercerización y los despidos. El cinismo demagógico mientras falta el plato de comida, el techo y se sufre permanentemente el abuso patronal, ya no se resiste.
Falsas promesas
Alberto criticó el uso político de las muertes, tras haber superado la escalofriante cifra de 100 mil víctimas por covid-19. Sin embargo, cae en la misma lógica. "Nadie celebra la muerte, solo los asesinos y nosotros no lo somos. Solo espero que tanto dolor no sea en vano. Que no se nos quite de la memoria lo que vivimos. Nos apenaría mucho que el pasado vuelva", dijo. Usa las muertes para azuzar el fantasma de la vuelta del macrismo, cuando fue su gobierno el que decidió destinar uno de los montos más bajos de la región para solventar los gastos de la pandemia. No solo eso, sino que en el presupuesto 2021, con el apoyo de Juntos por el Cambio en el Congreso, recortó las partidas para salud, ayuda social y educación, suponiendo que no habría pandemia.
Recordemos que al comienzo había dicho que prefería 10 puntos más de pobreza, antes que llegar a los 100 mil muertos. Poco más de un año después, alcanzamos esa cifra y la pobreza alcanza a 19 millones de personas (un 42 % de la población).
El nivel de descontento que se evidencia entre la clase trabajadora y los sectores populares, dan cuenta de las promesas incumplidas del Frente de Todos en campaña electoral. Muchos y muchas votaron al oficialismo, con la esperanza de recuperar lo perdido bajo el macrismo. Pero este gobierno consolidó el ajuste macrista, como se ve en los datos del presupuesto para salud y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios que llevan más de tres años de caída.
Aún así, Alberto tiene la cara para repetir algunos de sus slogans, como que su gobierno “empezó por los más débiles”. “Fuimos cuidando que los ingresos de los jubilados no queden por debajo de la inflación”, agregó y reivindicó el bono de 5 mil pesos que acaba de anunciar para jubilados y jubiladas.
Mientras la jubilación mínima se encuentra en niveles de pobreza y alcanza solo para cubrir 11 días del mes. En mayo Anses confirmó que la jubilación mínima pasará a ser de $ 23.064 desde junio, según los cálculos de la nueva movilidad jubilatoria. La suma cubre apenas el 36 % de la canasta básica del jubilado que es de $ 64.039. Pero hay más: Alberto volvió a repetir que entre los bancos y los jubilados elegiría a los jubilados. Sin embargo, mientras las jubilaciones fueron ajustadas, a los bancos no se los tocó.
En otro tramo de su discurso dijo que su gobierno “paró el siniestro aumento de tarifas que vivíamos hasta 2019. Qué significa, entonces, el aumento del 5 % retroactivo a julio, que autorizó este miércoles en tarifas de telefonía, cable e internet. Las tarifas de los servicios siguieron aumentando y el Frente de Todos nunca las retrotrajo a los niveles previos a los salvajes tarifazos del macrismo, que redundaron en millonarias ganancias para las privatizadas.
Así como los tarifazos son parte de esa herencia de la que se reniega pero contra la que nada se hace - sino que se profundiza - también está la deuda externa. “Nunca la pandemia nos paralizó, en el medio arreglamos la deuda con los acreedores privados que no la tomamos nosotros y ahora estamos trabajando para ver cómo resolvemos la deuda con el Fondo Monetario (FMI)”, dijo Fernández.
Claramente la pandemia no los paralizó, porque siguieron jerarquizando pagar la deuda y cumplir con las pretensiones de los saqueadores, antes que destinar esos recursos a salud y ayuda para la población. En el presupuesto 2021 también se recortó la partida destinada al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), con el único fin de achicar gastos y cumplir con los estándares del FMI, en el marco de esa renegociación que reivindica Fernández.
“Los que tomaron esa deuda y nos obligan en lo que queda de aquí a fin de año a pagar 5 mil millones de dólares nos explican cómo debemos negociar, es impactante. Los que llevaron el país al default, los que se endeudaron, dejaron al país sumido en la miseria, vienen ahora y nos explican lo que hay que hacer para salir de la miseria”, enfatizó sobre el punto. Nadie obliga a este Gobierno a ajustar, es su decisión política no tocar los intereses de los poderosos y los ganadores de siempre, mientras se le pide paciencia y sacrificios al pueblo pobre y trabajador con la complicidad de la oposición de derecha con la que juega a la grieta.
No declarar el no pago soberano de la deuda externa ilegal, ilegítima y fraudulenta, junto a otras medidas como la estatización de la banca y el monopolio del comercio exterior, tiene las consecuencias que la población sufre. Por otra parte, si bien el endeudamiento dio un salto importantísimo durante el macrismo, la estafa de la deuda no empezó en 2015. Parte de la deuda que el Frente de Todos está pagando se cocinó a lo largo de décadas y con los sucesivos gobiernos. Cristina Fernández dijo que su gobierno fue “pagador serial” de deuda. Pero pagar no es desendeudar. Pagar y renegociar solo implica abultar el peso de la deuda y patearla para adelante. Recientemente el Frente de Todos le pagó al Club de París deuda que había sido renegociada durante el kirchnerismo.
Por esto es tan importante el desafío que tiene el Frente de Izquierda Unidad en las próximas elecciones: posicionarse como una tercera fuerza con más peso en el Congreso y en las calles, para enfrentar el ajuste a manos de las fuerzas mayoritarias y fortalecer las luchas del pueblo pobre y trabajador. Este jueves de importantes protestas en las calles, fue otro ejemplo de ese compromiso inclaudicable del único espacio político que lucha para que a la crisis la paguen los poderosos que la generaron. |