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La Izquierda Diario
28 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Juegos Olímpicos
¡Por unas Olimpiadas de la clase trabajadora!

Los Juegos Olímpicos de Tokyo son una oportunidad para que los atletas demuestren el pináculo del logro físico y muestren lo mejor y lo peor de los deportes, pero los juegos están controlados por una turbia camarilla de capitalistas y aristócratas. ¿Cómo se vería una alternativa? Echemos un vistazo a las antiguas Olimpiadas de la clase trabajadora.

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Mientras comienzan los Juegos Olímpicos de verano en Tokio, más del 60% de la gente en Japón piensa que los juegos deberían posponerse o cancelarse por completo. Incluso con las gradas vacías de espectadores, el evento ya está propagando la Covid-19. Los trabajadores en Japón están afrontando un coste de al menos 27 mil millones de dólares, y el gobierno japonés está permitiendo que la gente pierda sus hogares y muera para obtener un impulso geopolítico fugaz.

Como cada dos años, los Juegos Olímpicos destacan lo mejor y lo peor de los deportes. Las y los jóvenes atletas se entrenan durante años para competir con las y los mejores deportistas de todo el mundo. Pero estos pináculos de logros físicos están controlados por una turbia camarilla de capitalistas y aristócratas que se autodenominan Comité Olímpico Internacional (COI). Las ciudades que albergan los juegos gastan incontables miles de millones y desplazan a las personas de sus hogares, solo para quedarse con instalaciones inútiles que luego dejan pudrirse. Además, estos juegos están empantanados por el racismo, el sexismo y la transfobia.

¿Qué dicen los socialistas revolucionarios sobre los Juegos Olímpicos? Las propuestas de reformas son claramente insuficientes. Sin embargo, pedir la abolición de los juegos no gustaría a los cuatro mil millones de personas que siguen el evento. Los socialistas revolucionarios llevan mucho tiempo organizando competiciones deportivas para la clase trabajadora.

Empezando por los primeros Juegos Olímpicos de 1896, el COI siempre ha sido una institución aristocrática: su fundador fue un blanco abiertamente supremacista que se opuso a la participación de las mujeres en los deportes.

¡Necesitamos unas Olimpiadas de la clase trabajadora como alternativa a las Olimpiadas burguesas! Esto puede sonar a un lema vacío, pero las Olimpíadas Internacionales de los Trabajadores ya se llevaron a cabo de 1921 a 1937. El movimiento obrero siempre ha organizado sus propias competiciones deportivas. Estas Olimpiadas permitieron a las y los trabajadores de todo el mundo hacer ejercicio y competir juntos. Los participantes no marcharon bajo banderas nacionales, sino que todos usaron la misma bandera roja como bandera universal del trabajo.

No fueron eventos pequeños. La Olimpíada de los Trabajadores de 1931 en Viena atrajo a 100.000 atletas y un cuarto de millón de espectadores, mucho más que los Juegos Olímpicos oficiales de 1932 en Los Ángeles. También muestra una diferencia importante entre los deportes desde una optica burguesa y una proletaria: el movimiento obrero quería que todos participaran en los juegos, mientras la burguesía continúa relegando a las masas a espectadores pasivos.

En 1936, los Juegos Olímpicos oficiales se llevaron a cabo en Berlín, la capital de la Alemania nazi. Los juegos de Berlín sirvieron como un gran telón de propaganda para los nazis, que cubrieron los estadios de banderas con esvásticas, con Lenni Riefenstahl haciendo una película propagandística repleta de símbolos fascistas. Pero también fue una oportunidad para que el corredor negro Jesse Owens aplastara las teorías sobre las “razas superiores”, que se defendían tanto en Alemania como en Estados Unidos.

Varios países boicotearon los Juegos Olímpicos de Berlín. Como alternativa, se planeó una Olimpiada Popular en Barcelona, que comenzaría una semana antes. Llegaron atletas de 22 países, incluidos exiliados de Alemania e Italia. Los juegos estaban programados para comenzar el 19 de julio, pero dos días antes generales de derecha dieron un golpe militar. Los trabajadores contraatacaron y comenzó la Guerra Civil Española. Los juegos fueron cancelados. Muchos deportistas abandonaron España, pero unos 200 se unieron a las milicias obreras para luchar contra el golpe.

Hay numerosos ejemplos de cómo podrían ser unas Olimpiadas de la clase trabajadora. Permitirían competir a trabajadores de todo el mundo y exigirían purgar el evento de la corrupción y el comercialismo endémicos. Significarían ofrecer reparaciones por la historia racista de las competiciones deportivas bajo el capitalismo, fomentando la participación de las personas oprimidas por el racismo y el imperialismo, especialmente los atletas negros. Tales juegos deberían ser planeados por organizaciones de la clase obrera y estar abiertos a todos los que quisieran participar. Los atletas no entrarían al estadio con banderas nacionales, que hacen que la gente se identifique con su propia burguesía. En su lugar, todos se unirían en un espíritu de solidaridad.

* Artículo publicado originalmente en Left Voice.

 
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