Fernando Iglesias se presenta como un ser despreciable. Nada hace presumir que no lo es. Nada parece indicar que no sea, él mismo, el personaje creado para hacer política bajo las banderas del PRO y el macrismo. Sus ataques misóginos contra Florencia Peña no hacen más que ratificar una trayectoria, si se nos permite el concepto. Aunque tal vez la palabra más precisa sería “prontuario”.
Machismo y misoginia son la exacerbación de esa decadencia infinita que es la política de los partidos patronales. Desde hace ya muchos días la agenda mediática está poblada de anotaciones sobre las visitas que recibió Alberto Fernández en la Quinta de Olivos durante el momento más duro de la pandemia. Cuestionar eso, convertirlo en una suerte de bandera para hacer flamear ante los ojos de la población, ya confirma esa pobreza política y programática. Devela, tanto como los tuits de Iglesias y Wolff, la pasmosa ausencia de ideas en la coalición derechista que se propone enfrentar al Frente de Todos. Las peleas entre Manes y Carrió son apenas otra arista de esa miseria de la perspectiva política.
Del otro lado, mirando los fríos números de las encuestas, el Frente de Todos debe esperanzarse al ver la decadencia de sus rivales macristas. Ansioso de hacer olvidar el presente de miseria que viven millones de familias trabajadoras, debe rogar por nuevas y más grotescas barbaridades por parte de Iglesias, Wolff o algún otro comensal de la mesa macrista. Siguiendo al pie de la letra su parte de la representación, en ese espacio acaban de pedir la expulsión de los macristas del Congreso. Una medida de punición hoy utilizada contra los derechistas, mañana contra cualquier otro sector opositor.
Sin embargo, el vacío está a lo dos lados de la grieta. Este martes se conoció el “manual” oficialista para encarar las elecciones nacionales. Un PDF de 35 páginas que contiene consejos acerca de como hacer frases hechas, sonreír, mostrar optimismo y, sobre todo, volver a prometer.
“La vida que queremos es un tono. Un llamado a la acción. Una apuesta a la esperanza. A terminar con la languidez del encierro y el conformismo. A mejorar el ánimo y la autoestima”, propone como idea central el “manual”. Cualquier semejanza con el discurso macrista de 2015 NO es pura coincidencia.
La decadencia de la política burguesa no es un problema de la casta que la ejerce. O no es solamente eso. Es la confirmación de la declinación nacional en un país gestionado en interés del gran empresariado.
La furiosa grieta que se despliega ante los medios se cierra con premura ante temas esenciales: ni macrismo ni frentodismo osan terminar con el pago de la fraudulenta deuda externa. Tampoco cuestionar la herencia neoliberal de privatizaciones, trabajo precario e informal, o una pobreza extendida y persistente.
¿Qué otra cosa podría escucharse de macristas, radicales, peronistas o kirchneristas que no sean frases vacías o promesas apiladas sobre promesas? ¿Cuánto pueden demorar la misoginia y el machismo en entrar en escena cuando no se está dispuesto a discutir nada de la decadencia nacional? |