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13 de agosto de 2021 Twitter Faceboock

Debate
Más que libertarios, un refrito neoliberal conservador
Julio Pérez | @Juliomp25
Ezequiel Silva | Historia-UBA

El siguiente artículo se propone mostrar cómo los autodenominados “libertarios”, desde su supuesta retórica “anti-sistema” “anti-establishment”, “anti-casta política” y sus posiciones frente a los derechos sociales y democráticos, sus propuestas en materia económica, y su supuesta filosofía antiestatal, no son más que los mismos liberales de siempre reciclados, dentro de lo que se denomina derecha alternativa o nueva derecha.

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Un sector político muy poco “anti establishment”

Desde la crisis desatada en 2008 se viene expresando en diferentes partes del mundo sectores que se encuadran en lo que se denomina nueva derecha o derecha alternativa. La victoria de Donald Trump en EEUU, la de Jair Bolsonaro en Brasil o el avance de VOX en el Estado Español son expresiones de la crisis del “neoliberalismo” y de los partidos que llevaron adelante sus contrarreformas.

Algunos de estos partidos o corrientes políticas fusionan las ideas económicas tendientes a plantear un "Estado mínimo" (reducido a las funciones de "seguridad" y justicia) en función de la plena libertad de mercado, con un "neoconservadurismo" en el plano social, reavivando ideas ultraderechistas vinculadas a la "privatización" de la vida social y el fomento de valores "tradicionales". En nuestro país en particular, estas corrientes tienen su expresión en los economistas Milei y Espert (referenciados en la teoría económica de Murray Rothbard), en personajes de la derecha conservadora como Gómez Centurión y en "periodistas" financiados por la embajada Yanqui y las ONG´s liberales como Agustín Laje.

Por más que estas corrientes se autodenominen "anti establishment", suelen estar ligadas por múltiples lazos a importantes empresas multinacionales. A nivel internacional, al ver cómo se financia este sector se ven dos vertientes. Por un lado nos encontramos con la Red Atlas, financiada por los grandes monopolios que dominan el mundo como la petrolera Exxonmobil (de la cual el fondo buitre Black Rock es segundo accionista) y Phillip Morris International (primera tabacalera del mundo con denuncias de trabajo esclavo e infantil). Esta “fundación” fue creada por Sir Antony Fisher, empresario británico que en 1955 también fundó el Instituto de Asuntos Económicos (IEA) en Londres que sentó las bases intelectuales para lo que más tarde se convertiría en la plataforma neoliberal de Thatcher. Un proyecto que se extendió a otros países con el apoyo de Hayek y el asesor ligado al dictador Pinochet, Milton Friedman.

Hoy la Fundación Atlas, llamada Atlas Network presume más de 450 “think thanks” asociados en 90 países para difundir ideas de libre mercado a lo largo del mundo. Una de ellas, la Fundación Pensar está ligada al PRO desde 2013 y con escándalos de por medio en 2015 por el desvío de fondos públicos para su financiación. Sin estar integrada a esta red pero como parte de un fenómeno de ONGs de derecha en Argentina encontramos a la Fundación Libre que es presidida por Agustín Laje. Este se presenta como intelectual de la “nueva derecha”, con su versión de los hechos de la década del 70, negacionista y defensora de lo que llama víctimas del terrorismo en argentina en contraposición a las demandas de los organismos de DDHH y contra los delitos de lesa humanidad cometidos por los militares en la última dictadura. Además, fue becado por el Departamento de Defensa de los EEUU para estudiar prácticas antiterroristas.

Otro de los canales son los empresarios locales. En el caso de las campañas de Espert es conocida su ligazón con el “narcoliberal” Federico Machado. Este mecenas, empresario que patrocinó diferentes candidaturas a políticos en Guatemala y que a partir de esto consiguió diferentes concesiones mineras, apoyó no solo con fondos sino con un avión privado. Acusado de tráfico de drogas y lavado de dinero, fue detenido en el aeropuerto de Neuquén y buscado por la Interpol. Por esto fue cuestionado por otro espacio de derecha liberal y negacionista de la última dictadura, hoy dentro de la interna de Juntos como es el conducido por Ricardo López Murphy y que incluye a Darío Lopérfido.

El arco político mal llamado “libertario” en estas elecciones se presenta como la alianza Avanza Libertad en PBA que lleva como candidato a Espert y en CABA como La Libertad Avanza que encabeza Javier Milei. En sus listas acoplaron gran parte de los espacios de derecha. Milei en Capital es apoyado por la lista anti derechos NOS de Gómez Centurión, ex carapintada que participó en los alzamientos contra los juicios por los crímenes de la dictadura, manejó la Aduana y fue vicepresidente del Banco Nación en la gestión de Mauricio Macri. Victoria Villaruel, la candidata a diputada que secunda a Milei, negacionista de la existencia del Terrorismo de Estado durante la última dictadura y preside el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTyV). Se presentan como anti estado y anti establishment, nueva política y anti casta, sin embargo, en sus listas se encuentran todo tipo de personajes del pasado más oscuro del país y responsables de la crisis actual.

Tanto Espert como Milei se presentan como anti política y anti establishment. Sin embargo, sus relaciones y referencias políticas distan mucho de su retórica. El primero tiene de amigo a Dick Morris, jefe de campaña de Clinton en 1996, de De La Rúa en 1999 y Macri en 2003, y también fue su jefe de campaña en 2019. Mientras que Milei en varias ocasiones ha dicho que Menem fue “el mejor presidente de la historia”, y a Domingo Felipe Cavallo como el mejor ministro de economía de toda la historia argentina por su determinación y decisión, rememorando una de las peores épocas para la clase trabajadora que terminó en el estallido social de 2001.

A continuación veremos cómo estos grupos se expresan en el plano doméstico, a partir de sus declaraciones y plataforma electoral para desenmascarar que su idea de libertad no interfiere con los intereses de los grandes empresarios y sus ganancias, como tampoco buscan una verdadera libertad para los individuos.

Los liberales como paladines de los anti derechos: ¿La libertad avanza?

Veamos hasta donde llega el concepto de libertad para estos supuestos “libertarios”. En la plataforma para las elecciones 2021, proponen por ley la inhabilitación y multa para los trabajadores que reclamen mediante huelgas por sus derechos y el descuento de los días. Lo mismo para empleados estatales y servicios privatizados: no tendrán derecho a huelga. Propuesta hecha ya por diferentes sectores como el macrismo y los partidos tradicionales. Una “nueva derecha” con propuestas de los partidos del sistema a los que critican.

Sucede lo mismo con la reforma laboral. En su plataforma dicen: “La estandarización de los contratos laborales deberá ser muy flexibilizada para adaptarse a la velocidad de los cambios tecnológicos y maximizar la productividad para poder competir en el mundo globalizado. Se flexibilizarán los plazos y modos de contratación; se reconocerá el carácter multifuncional, multiprofesional y polivalente de las tareas”. Son las mismas reformas que ya se aplicaron y que en los hechos se vienen llevando adelante de forma fragmentaria en diversas industrias y servicios, afectando al conjunto de los trabajadores y que vienen pregonando, con el fin de profundizarlas, los referentes del arco político tradicional, desde la oposición de Juntos, pasando por Randazzo hasta sectores del Frente de Todos como Massa.

En este sentido, tampoco la política educativa se queda atrás. Como primera propuesta de su plataforma, los liberales proponen “eliminar o limitar severamente el derecho de huelga de los docentes, tanto en instituciones de gestión estatal como de gestión privada”. Mientras que la universidad, dicho en varios medios por Espert, ”sea paga, becando a los mejores estudiantes” que se decidan por medio de exámenes nacionales dejando a aquellos que trabajan y no pueden costear sus estudios fuera del acceso a los mismos. Incluso Milei se posicionó por arancelar la educación, financiando a través de un sistema de “vouchers”, donde los estudiantes se endeuden por años para poder pagar sus estudios, como en Chile. Es decir, a una juventud que es expulsada del sistema educativo por falta de herramientas como conectividad o para tener que trabajar, mayormente precarizados, con una pobreza que alcanza a la mitad de los jóvenes en el país, los liberales proponen cargarle además una deuda para poder acceder a la educación, volver atrás de Sarmiento y su postulado de educación pública, gratuita y común. La meritocracia que pregonan sobre la educación ya ni siquiera parte del principio liberal de “igualdad de oportunidades”, sino una lógica meritocrática para el que la pueda pagar.

También son los primeros que reclaman la eliminación de la Ley de Educación Sexual Integral. Apoyados en la retórica conservadora de Agustin Laje de respeto a la familia y las instituciones de seguridad, y contra lo que llama “ideología de género”, son los primeros en despotricar contra el derecho de las mujeres de decidir sobre sus cuerpos. Tanto Espert como Milei, que comparte lista con los partidarios de Gomez Centurión en la Ciudad de Buenos Aires, están en contra del aborto legal. Promovidos por el ex carapintada y ex funcionario macrista, grupos de su fuerza política fueron los responsables del acto de violencia contra la comunidad LGTB+, subiendo a las redes sociales ataques contra la bandera del orgullo LGTB+ en el Obelisco en el marco del Día Internacional de la Lucha contra la Discriminación por Orientación Sexual o Identidad de Género. A su vez Gómez Centurión se pasea por los medios declarando que “Argentina es el único país que para saber la identidad de alguien le tienen que bajar el pantalón” en relación al nuevo DNI no binario.

Los libertarios se presentan como abanderados del libre mercado, pero en contra de la libre circulación de las personas. Su política inmigratoria profesa la xenofobia y la exclusión. Como dice en la plataforma de Avanza Libertad de 2021: “los inmigrantes vienen de forma ilegal para usufructuar la gratuidad de los servicios de salud, la gratuidad de los servicios públicos de los que se “cuelgan”, las políticas que urbanizan gratuitamente sus villas de emergencia en terrenos usurpados, los beneficios de la AUH”.

En cuanto a las políticas ambientales, una de las grandes preocupaciones para millones de jóvenes, Milei se posicionó como un negacionista del cambio climático, diciendo que se trata de “otra de las mentiras del socialismo” a pesar de la vasta evidencia y el consenso científico. Una posición calcada a la de sus “líderes” referentes Trump y Bolsonaro, que en sus mandatos propiciaron desregulaciones y desfinanciamiento de leyes ambientales, para avanzar en proyectos petroleros de fracking y la deforestación masiva para el monocultivo. Milei también se había presentado como un negacionista de la pandemia el año pasado y había acusado de “chantas” a los infectólogos argentinos que advertían sobre el potencial del virus. Negar la pandemia, para negar los desequilibrios ecológicos que produce el actual sistema de producción que genera nuevas enfermedades. Recordemos que uno de los principales financistas de las “think thanks” liberales es ExxonMobile, que es la cuarta empresa con mayor emisión de CO2 del mundo. Dime quien te financia y te diré quién eres.

La idea de libertad que proponen estos sectores se queda en la puerta de las grandes empresas y bancos.. Excluye tanto a los trabajadores como a diversos sectores que reclaman por sus derechos. No solo busca profundizar la desigualdad ya existente y las penurias sufridas por las grandes mayorías. También fomentan el odio a partir de la represión sexual, la expresión de diversos sectores, difundiendo un oscurantismo anticientífico en temáticas como la libertad de las mujeres y diversidades, y frente al cuidado de la naturaleza.

El oscurantismo de la ganancia capitalista

En lo económico los libertarios plantean liberar cualquier barrera que limite la ganancia capitalista, el lucro individual. Argumentando que el mercado por sí solo es capaz de regular y sostener cada aspecto y condiciones para el desarrollo de la vida. Limitando al Estado sólo a la función de garantizar esas condiciones de plena libertad para la ganancia. A saber, que el Estado se encargue de la justicia, las fuerzas de seguridad y de defensa (fuerzas armadas). Planificar sólo el poder represivo, de lo demás se encargan las fuerzas del mercado. ¿Les suena de algún lado?

El primer punto de la plataforma electoral de “Avanza Libertad”, la lista que encabeza Espert en la provincia de Bs As, es “La apertura al comercio exterior”. Es toda una declaración darle prioridad a este punto para los libertarios, ya que en su posición de liberar toda barrera a la ganancia empresarial, también lo plantean en el plano internacional. Desconociendo la opresión de los países imperialistas ejercida a través de por ejemplo, sus contratos leoninos de “libre mercado” con países semicoloniales y más atrasados. La mayoría de las veces esos contratos son secretos, como por ejemplo el de la multinacional norteamericana Chevron para la explotación del estratégico yacimiento de Vaca Muerta. ¿Por qué ocultar a la población las bondades de desarrollo de las empresas del país modelo del capitalismo?. Más aún la ganancia capitalista “base fundamental de la libertad” para los liberales, cuenta de cierto oscurantismo a través del secreto comercial, donde los empresarios cuentan con la garantía del Estado a ocultar sus balances y así en tiempos de auge económico apropiarse masivamente de la renta, y en tiempo de recesión tener la plena libertad de despedir y “ajustar” sus cuentas, incluyendo millonarios salvatajes del Estado.

El comercio exterior hoy en Argentina está en manos de unas pocas decenas de firmas privadas que concentran entre la mitad y dos tercios de las exportaciones del país. Son las comercializadoras de cereales - oleaginosas y sus derivados (40% de las exportaciones), las extractivistas, automotrices y exportadoras de aluminio y otros metales. En este selecto grupo encontramos algunas de las principales empresas imperialistas y grupos locales como Techint o Aluar. Este sector se viene caracterizando por convertir en dólares y girar al exterior buena parte de las utilidades que obtienen por sus operaciones en el país, restando así los recursos disponibles para la inversión en ampliar la capacidad productiva. Los servicios de la deuda en moneda extranjera, la remisión de utilidades de las empresas multinacionales al exterior, y la fuga de capitales se han vuelto una carga cada vez más pesada sobre la economía nacional dependiente de divisas. Si cortamos con este vaciamiento nacional, imponiendo un monopolio del comercio exterior estatal y una banca nacional única, se pueden asegurar los recursos para incrementar la capacidad de crear riqueza, para destinarse a mejorar o desarrollar las infraestructuras fundamentales, a la construcción de viviendas, escuelas, hospitales, a la modernización de los transportes, y a garantizar el acceso a la cultura y el esparcimiento.

En Argentina hay ejemplos recientes de políticas aperturistas. La dictadura de 1976 daría inicio a la etapa neoliberal en el país a base del terrorismo de Estado. Con su flamante ministro Martínez De Hoz, argumentado un plan “modernizador”, realizaría una serie de políticas basadas en: “la eliminación de retenciones a la exportación de productos agropecuarios; la reducción progresiva de los aranceles de importación (apertura de la economía); eliminación de subsidios a las exportaciones no tradicionales, de créditos de fomento, de prestaciones sociales deficitarias (salud, vivienda) e incremento real de las tarifas de servicios públicos (sinceramiento de los precios); liberalización de los mercados cambiarios y financieros (reforma financiera) y el financiamiento del déficit público mediante colocación de títulos en el mercado de capitales; la reducción del gasto, empleo y déficit del gobierno (redimensionamiento del Estado), la reprivatización de empresas caídas en el pasado bajo control estatal.” [1]

Las consecuencias más profundas se verían más adelante en los gobiernos democráticos posteriores que casi no modificaron o rechazaron las bases económicas impuestas por la dictadura. Sin embargo ya en el primer año de aplicado el plan, Rodolfo Walsh denunciará los efectos en su famosa Carta Abierta a la junta militar: “En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%”.

Luego el menemismo dará continuidad al plan de apertura con Cavallo, el “mejor ministro de economía de la historia” según Milei. La Convertibilidad impuso condiciones altamente favorables para el ingreso de capital extranjero, que además de radicar proyectos adquirió empresas nacionales a bajo costo a través de las privatizaciones. La Convertibilidad verá su fin en el estallido social de diciembre de 2001, que para 2002 la desocupación alcanzará al 25% de la población y la pobreza al 50%.

Las experiencias más avanzadas de libre mercado en la región las encontramos en países como Chile o Colombia que se encuentran atravesados con multitudinarias movilizaciones contra años de saqueo neoliberal, a la par de una fuerte represión estatal con los carabineros en Chile o el sangriento ESMAD en Colombia, poco de “libertad”.

Chile fue el laboratorio neoliberal de América Latina, las máximas pregonadas por F. Hayek, M. Friedman y sus seguidores de la Sociedad de Mont Pelerin, encontraron un lugar donde hacerse realidad de la mano de la dictadura de Pinochet. En este periodo, el Estado se retiró de gran cantidad de áreas donde antes había jugado un papel importante. En 1973 pasó de tener 300 empresas estatales a sólo 24 para 1980, y la mitad de esas compañías se encontraba en proceso de traspaso. Hubo reducciones significativas de los gastos sociales per cápita en educación, sanidad, seguridad social y vivienda. El gasto estatal se redujo en un 27%. La desocupación subió del 9,7% en 1974, al 18,7% en 1975, presionando los salarios de los sectores ocupados a la baja. El número de trabajadores industriales disminuyó en un 22% entre 1970 y 1980. El sector informal del empleo creció un 13,3% en el mismo período.

El problema de la deuda

Una pieza fundamental que esconden los libertarios, es que estos programas estuvieron acompañados de un fuerte endeudamiento para garantizar la libre movilidad de capitales (fuga) y la apertura comercial. El endeudamiento latinoamericano pasó de U$S 20.900 millones en 1970 a U$S 243.000 millones en 1982. Es decir, creció más de 1000 %. Una deuda que al no ser rechazada se convirtió en una bola de nieve que extorsiona hoy en día a los países de la región.

Es notable que los libertarios se posicionen poco sobre este tema en campaña, ya que el presupuesto que se destina a la deuda es una gran sangría del gasto estatal. En Argentina por ejemplo, supera en recursos lo destinado a salud, aún en medio de la pandemia. Una deuda que creció exponencialmente con la estatización de la deuda privada con Cavallo en 1982, un “salvataje” que dió enormes beneficios a corporaciones y grupos económicos (sí, lo único que estatizan los liberales), bajo el régimen de la dictadura y que se paga ajustando al pueblo trabajador.

Milei sostiene que “Sin la ayuda del FMI el país no sólo hubiera caído en default, sino que además hubiera tenido una hiperinflación... haciendo volar los niveles de pobreza e indigencia” y que por eso “se debería agradecer al FMI”, no cuestionarlo. El personaje liberal dice cuestionar a los bancos centrales, pero se muestra muy sumiso y servil a las bancas o fondos internacionales que amasan grandes fortunas promoviendo el saqueo al país.

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Por último, llevando al extremo como ellos hacen, en el planteo utópico de libre mercado y nula intervención del Estado (habría que preguntarles en qué país funciona ese modelo) los liberales plantean que la libre competencia en busca de ganancias se encargará de garantizar los productos y servicios necesarios maximizando la “utilidad” de los consumidores. Éste modelo anárquico haría que aquellos que no se “adapten” al mercado terminen quebrando o sobreproduciendo, no sólo generando un derroche espantoso de trabajo humano, sino también de recursos naturales como ya observamos en la actualidad.

Recientemente se conoció que la empresa petrolera (CGC) de Eduardo Eurnekian, jefe de Milei, fue la segunda mayor beneficiaria de los subsidios del ex ministro macrista Aranguren para la producción de gas en Vaca Muerta con más de $19.000 millones. Ninguna queja se escuchó de Milei ante esto, como tampoco de las grandes sumas de dinero que recibió su jefe, uno de los más ricos del país, en concepto de ATP el año pasado por parte del gobierno.

En el mundo capitalista (e inclusive en sus países “modelo”) a diferencia de lo que predica Milei, en la economía no prima la competencia sino que está dominada por grandes monopolios como Amazon o Facebook, donde pelean por ser el “primer precarizador” para abaratar costos, porque en la “libre competencia” el de enfrente lo hará primero y te eliminará del juego.

Consideraciones finales

Los “libertarios”, “neoconservadores”, y las diversas formas en las que se autodenominan estos sectores se fueron visibilizando en los últimos años como fenómeno mundial a partir de la crisis desatada en 2008. Sus economistas están sobrerrepresentados en los medios e Internet. Se presentan como cuestionadores del status quo pero lo que suelen reclamar es disciplina, orden, tradicionalismo y que el empresariado rija todo. Por eso no cuestionan en ningún momento cuál es el lugar que ocupan los empresarios y multimillonarios en la sociedad y su papel en las crisis. Esto nunca aparece en sus discursos. Lo que sí podemos encontrar cada vez que se pasean por los medios es la utopía de un mercado total, de un capitalismo salvaje donde el Estado no se encuentra a excepción de la justicia y las fuerzas armadas. Ambos instrumentos para mantener a raya a los trabajadores y poder desarrollar una dictadura empresarial.

Sueñan con una sociedad en la que se pueda despedir y explotar trabajadores sin límite alguno y en la que todo esté privatizado, donde la libertad individual le pertenezca sólo a los empresarios. En su discurso ya no se encuentran rastros del liberalismo decimonónico como la separación de la iglesia y el Estado.

Los liberales buscan reducir el Estado al mínimo, pero necesitan del Estado. Su modelo lo necesita y lo reivindican en muchos aspectos, sobre todo al hablar de fuerzas de seguridad y mano dura o cuando consideran que el Estado debe interferir sobre los cuerpos de las mujeres y tomar decisiones por ellas. Es por eso que aquellos liberales que se presentan como “anarco-capitalistas” hablan de minarquismo, como el caso de Milei. Pero ese “Estado mínimo”, que sólo se ocuparía de mantener las fuerzas armadas para proteger el territorio nacional y las leyes para “garantizar la libertad’’ cumpliría la misma función que hoy: garantizar la propiedad privada y las ganancias de los grandes empresarios. Por lo tanto están a favor de un Estado de clase y esto es lo que los une al resto de los partidos del régimen.

Aquellos que realmente somos opuestos a un Estado de clase y nos reivindicamos como anticapitalistas y socialistas, buscamos destruir la maquinaria que permite a los capitalistas sostener la propiedad privada de los medios de producción y sus ganancias. Pero a la vez defendemos las conquistas que los trabajadores lograron mediante la lucha como la salud pública, la educación pública, la reducción de la jornada laboral – hoy puesta en cuestión ante la crisis que deja a miles sin trabajo mientras recae en muy pocos jornadas extenuantes-. Mientras que estamos a favor de la formación de un gobierno de los trabajadores mediante nuevas instituciones donde la propiedad sea colectiva; donde se decida cotidianamente sobre los problemas de la economía y la sociedad; donde no haya una división entre productores y un sector de parásitos que vive a costa de lo que produce la mayoría, junto a políticos administradores de su propiedad y ganancias. Por lo tanto, estar en contra de la casta política es estar en contra del Estado capitalista en general, e implica que las grandes mayorías sean las que gobiernen.

Aspiramos a una sociedad comunista, aboliendo las clases sociales para terminar con la explotación y cualquier tipo de opresión del hombre por el hombre, de la esclavitud moderna del trabajo alienante y así liberar todas las facultades creativas del ser humano, para vivir una vida plena en armonía con la naturaleza.

Como dijeron primero Marx y Engels y luego Lenin, Trotsky y otros socialistas revolucionarios, el Estado capitalista es la junta que administra los negocios del conjunto de la burguesía porque garantiza el sostenimiento del orden social bajo distintos regímenes políticos. Pero permite que la propiedad privada siga en manos de un pequeño núcleo y con sus leyes, sus jueces y fuerzas armadas lleva a que las grandes mayorías queden excluidas del gobierno cotidiano de la sociedad y de qué se hace con los recursos económicos.

Es por eso que como anticapitalistas y socialistas nuestro concepto de “libertad” se apoya en una idea material distinta a la que reclaman los liberales. Es junto a la mayoría de la sociedad, los trabajadores, y para que esta crisis que estamos viviendo no caiga sobre sus espaldas. Todos aquellos jóvenes desencantados con lo que les ofrecen los partidos tradicionales, que anhelan y pelean por un futuro mejor, deben pelear contra el sistema que mantiene en pie todo lo existente y no tomando viejas recetas que ya se usaron en otros momentos de la historia.

Los liberales toman como base de la libertad la propiedad privada, defendiendo la gran propiedad de terratenientes o de grandes empresas inmobiliarias. Sin embargo, para la juventud se hace imposible el sueño de la casa propia en este sistema. Guernica fue una muestra de eso, de la defensa violenta del Estado de una minoría por sobre la enorme deficiencia habitacional en el país. Como dice Marx en el Manifiesto Comunista, “Se horrorizan porque queremos abolir la propiedad privada. Pero en su sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus integrantes”.

En Argentina, estos sectores ultra conservadores aún no se expresan con la fuerza con la que los vemos en otros países. El Peronismo en el gobierno que organiza la economía y las prioridades sociales en función de los pagos de deuda al FMI, aprovecha para intentar mostrar que del otro lado está la derecha más reaccionaria. Este discurso busca que la juventud agache la cabeza bajando sus expectativas y que no tenga ninguna perspectiva de mejora de su futuro. Afortunadamente hay ejemplos que muestran lo contrario: la fuerza del movimiento de mujeres que le pasó por arriba a los dinosaurios y ganó el derecho al aborto; la juventud que en Argentina y el mundo se levanta en contra de que el Capitalismo arruine el planeta y las rebeliones de los pueblos de America Latina como en Chile, Ecuador y Colombia contra los planes de ajuste de los gobiernos neoliberales. Ese camino es el que nos inspira a quienes formamos parte y aportamos a cada una de esas peleas desde la construcción de una organización juvenil y de la clase trabajadora, anticapitalista y por el socialismo.

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[1] Adolfo Canitrot, “La disciplina como objetivo de la política económica. Un ensayo sobre el programa económico del gobierno argentino desde 1976”, Separata de Desarrollo Económico Nº 76, vol. 19, Buenos Aires, Enero-Marzo de 1980, p. 459.)

 
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