Pil al frente de Pilsen con la ropa de trabajo de Alejandro Vilca, militante obrero del Partido de Trabajadores Socialistas y fan de la banda. A su izquierda el recordado Tomy Loiseau en el bajo, que fue productor del último disco Carne, Tierras y Sangre.
Falleció este viernes en Lima, donde residía con su familia. Tenía 62 años. En los ´80 expandió el punk por Latinoamérica, con Pilsen también desarrolló sus ideas y preocupaciones.
Enrique Chalar es Pil Trafa para la mayoría o simplemente Pil para quienes lo siguieron más de cerca en su carrera posterior a Los Violadores. Pero sobre todo es la persona que con la música punk como vehículo contagió inquietudes sociales, políticas y musicales a toda una generación (o varias, las de quienes fuimos adolescentes en los ´80, los ´90 o los 2000), en Argentina y en toda Latinoamérica.
Hacer un recorrido por su obra a estas horas, tras el golpe que significa la noticia de su fallecimiento, es una tarea infructuosa porque además de que se trata de una obra inabarcable y que tiene varios hitos, el fan se le impone al periodista a la hora de escribir palabras de reconocimiento y de despedida. Baste decir que denunciar a los gritos “Represión” en forma de canción en plena Dictadura militar habla de alguien bastante valiente, al menos desde el punto de vista artístico. Y vanguardista, además, en años de “capitanes Betos” a los que -en principio- consideró enfrentar para abrirle una puerta en la escena musical a los nuevos sonidos de rebelión.
Y considerar también su obra de los últimos años, que le valió el reconocimiento de quienes organizan los premios Carlos Gardel que calificaron a Carne, Tierras y Sangre de Pilsen como el mejor disco punk del 2020. No era para menos reconocer a un registro que habla de los fusilados de José León Suárez, de los agrotóxicos de Monsanto (en el tema “Nonsanto”, reversión de un clásico de Pilsen pero esta vez con León Gieco en la voz, como para demostrar que no todos los “viejos” eran patéticos), del feminismo en lugares ásperos como puede ser París para una inmigrante iraní (“Por las Mil y una Noches”), que se anima a un acercamiento con el folklore de la mano de Juan Cruz Torres (hijo de Jaime, que participa en “Wakom y la Pachamama”) o a una crítica a la cultura de masas en temas como “Tinello”. En fin, Pil de pura cepa.
La Izquierda Diario tuvo la oportunidad de entrevistarlo a fines de 2017 junto a Tucán Barauskas, histórico guitarrista y fundador de Pilsen, y entre otras cosas Pil se explayó sobre la admiración que le generaban militantes de izquierda como Alejandro Vilca, obrero de la recolección de residuos en el barrio Alto Comedero (el más popular de la capital de Jujuy) que además era candidato del Frente de Izquierda, razón por la cual en ese momento Pil se había decidido a dar apoyo públicamente. No eran palabras de compromiso ni pose: al día siguiente Pilsen tocó en el Uniclub de Almagro y Pil salió al escenario con una camisa de recolector que le había regalado Vilca en un encuentro previo de mutua admiración y respeto. Meses después Vilca recibió a Pilsen en un local del Partido de Trabajadores Socialistas de Jujuy para un recital solidario en el que Pil se ofreció con total generosidad y sin caretear nada (su ideología en algunos casos era algo crítica de la izquierda, se reconocía más bien en una vereda anarquista).
“Pil sabía quién era Bakunin, había leído sobre anarquismo”, contaba Oscar Kamienomovsky de The Comando Pickless y los Chevy Rockets en una entrevista con este cronista. Recordaba que en un día de la primavera a comienzos de los 80 mientras charlaba con Pil “dos punkitas agarraron unos claveles y los empezaron a masticar. Yo estaba con Pil y viene una de ellas ¡y le escupe toda la pasta del clavel que estaba masticando en la cara! (risas)… Pero el chabón seguía hablando conmigo como si no hubiera pasado nada. Era actitud realmente, se limpió y siguió charlando conmigo”. Real actitud punk.
Culto, interesante, amable, gentil, así era Enrique Chalar en cualquiera de sus versiones, sea Pil Trafa, Pil a secas o él mismo. Deja una obra que muchos y muchas hicimos nuestra desde hace tiempo, cuando la amistad entre compañeros de colegio se forjaba copiando casettes que pasaban de mano en mano. Y deja un buen recuerdo para quienes tuvimos la suerte de cruzar algunas palabras con él alguna vez.
