En los últimos días volvieron a escena los cruces entre el Frente de Todos y Juntos sobre la responsabilidad del problema de deuda. Tras la fachada de enfrentamiento, unidad en la acción. Lo que comparten, lo que niegan, lo que callan. La necesidad de romper con el círculo vicioso de la deuda que plantea la izquierda.
El debate político viene bastante devaluado en esta campaña electoral. Pocas propuestas, pocas discusiones de fondo sobre los temas que preocupan a las mayorías trabajadoras.
Pero la crisis social es profunda y tanto macrismo como peronismo algo tienen que decir sobre las responsabilidades políticas, ya que, como reconoció la propia Cristina Fernández, se han alternado en el poder.
Es de público conocimiento la importancia de la deuda ya que actúa como ordenador de la economía y del ajuste bajo el Gobierno actual. No es casual que aparece el tema, aunque con un debate de poco vuelo que oculta que hay más coincidencias que contrastes.
1- Macri volvió... con un cuadrito
Macri regresó de Europa y dio una primera entrevista a Joaquín Morales Solá. De allí se destacan dos cuestiones: el ex presidente plantea que el Fondo Monetario Internacional "vino para ayudarnos" y que con él el ritmo de endeudamiento fue menor al del Gobierno de Cristina y Alberto Fernández.
¿Y esto a qué viene? A intentar generar un relato en el cual bajo su Gobierno no hubo ningún problema, no hubo un endeudamiento colosal, no hubo una entrega al imperialismo. Primera negación: con Macri la deuda subió U$S 82.400 millones, y se pagaron al menos U$S 76.000 millones netos. En solo cuatro años.
Quien viene siendo la portavoz del relato oficial es Cristina Fernández, lógicamente, porque se trata en gran medida de defender su propia gestión cuando era presidenta. En su declaración virtual en la causa del Memorándum con Irán el 16 de julio pasado, poco menos de un mes, presentó un gráfico para plantear que en su gobierno habrían reducido la gravedad de la deuda, y que quien generó el problema fue Macri.
Para que quede más claro, hace seis días, en un acto de campaña junto a Victoria Tolosa Paz en Lomas de Zamora, la vicepresidenta complementó aquel cuadro con otro en el que hablaba de la “montaña de deuda” de Macri y la fuga de capitales, y dijo que “nos vamos a tener que hacer cargo del muerto que nos dejaron”.
Acá aparece la segunda negación: el enorme costo de esa estrategia de “desendeudamiento” fue una sangría de más de 200 mil millones de dólares que lejos de resolver el problema, puso un límite al desarrollo del país y sólo se buscaba habilitar un nuevo ciclo de endeudamiento.
Pero además, su cuadro es incorrecto. En primer lugar, porque en los últimos años la deuda volvió a crecer en términos del PBI por encima de lo que dice Cristina según datos oficiales. En segundo lugar, porque si bien bajó primeramente como porcentaje del PBI, en términos absolutos la deuda subió de U$S 179 mil millones en 2003 a U$S 240 mil millones en 2015.
3- Alberto y el "perdón" que no será
La última escena es la de Alberto Fernández luego del escandalo de la foto en Olivos, diciendo que "Nunca me van a tener que escuchar pedir disculpas porque me arrodillé ante el Fondo Monetario Internacional y endeudé a generaciones de argentinos, como otros hicieron".
Tercera negación: la deuda que está renegociando su Gobierno (con Guzmán a la cabeza) con el FMI es un nuevo endeudamiento a 10 años, con más condicionalidades que el anterior, y es una validación absoluta del fraude de Macri con la deuda que tomó del Fondo con el fin de garantizar la fuga de capitales y el pago a los Fondos privados externos cuando ya se había tornado insostenible.
Juntos y el Frente de Todos se pasan la pelota y nadie se hace cargo de que endeudaron, pagaron y nos siguieron hundiendo, cada cual cumpliendo su rol en el círculo vicioso de la deuda.
En ese sentido, son negacionistas de la deuda: no sólo niegan la responsabilidad que tuvo cada uno de los Gobiernos sobre la perpetuación de la deuda, sino el hecho mismo de que la deuda actúa, y cada vez más, como un mecanismo de saqueo y dependencia.
No hay grieta para pagar la deuda
La aparente grieta sobre la deuda desaparece cuando se trata de discutir qué proponen hacer hacia adelante: todos los espacios políticos, salvo la izquierda, coinciden en renegociar con el FMI y pagar.
A partir de 2025, entre los pagos a los especuladores privados y un eventual acuerdo con el FMI, los servicios totales de la deuda externa se llevarán al menos 12.500 millones de dólares por año. ¿Cuánto es esto?
1- Prácticamente todo el saldo comercial del país, en un año que deje un resultado favorable neto entre exportaciones e importaciones.
2- Supera lo recaudado por retenciones al agro: en un año récord como el 2021 se espera recaudar en total unos U$S 9.000 millones por derechos de exportación. Es decir, lo poco que logre captar el Gobierno de renta de la tierra con las retenciones (cuyo nivel fue subido relativamente respecto al nivel del macrismo pero está por debajo de la tasa que se cobraba durante el kirchnerismo, aún a pesar de la suba de precios internacionales) serán recursos que, en lugar de ponerse al servicio de una inversión para paliar los déficits estructurales del país (energético, vivienda, etc), se destinarán a engrosar los bolsillos de los acreedores.
Es decir, una verdadera hipoteca. Prácticamente todos los recursos disponibles se destinarán a la sangría de la deuda, lo cual aparece como una contradicción con el paradigma que proponen de que se generarán las condiciones para crecer. Más bien, es seguir profundizando la decadencia del capitalismo argentino, cuyos costos recaen sobre los trabajadores..
Por eso el Frente de Izquierda plantea la ruptura del país con el FMI y el no pago de la deuda externa, como la única salida que abriría una perspectiva favorable para los trabajadores.