Todo comenzó con la huelga general de agosto y continuó con la incautación del ingenio de Mabay. Esta historia incluye un debate con el telegrama del secretario de Gobernación, Antonio Guiteras. En 1933, una poderosa huelga general espontánea derribó al dictador Gerardo Machado. En agosto, los militantes comunistas (estalinistas) se opusieron a la huelga y los trotskistas –agrupados aún como oposición dentro del PCC oficial– se pusieron al frente de la huelga en la Habana.
La crisis política, tras la huelga general, dio como resultado la instauración del llamado Gobierno de los 100 días, bajo la dirección de Grau San Martín. En dicho gobierno Antonio Guiteras Holmes logró instalarse como secretario de Gobernación y Marina.
¿Hubo soviets en Cuba? El caso de Mabay
Durante la huelga general de agosto, entre el 29 y 30, reunidos en un V Pleno con dirigentes de todo el país –y con delegados del Buró del Caribe de la Internacional Comunista– el Partido Comunista de Cuba discutió sobre la situación. Rubén Martínez Villena, el destacado líder comunista, sostenía que la huelga no había tenido el objetivo de derribar a Machado. Según Caridad Masson:
Villena planteaba que la inexistencia de una fracción comunista dentro del Comité de Huelga, la falta de coordinación del CC y el CC de la Huelga, el envió de los miembros del secretariado a los centros de trabajo, la convocatoria sólo una vez al CC mientras se reunían en formas extra-oficiales en otros lugares, el escaso trabajo en las células de base, la poca propaganda escrita y la actitud caprichosa de Jorge Vivó fueron los aspectos organizativos que golpearon el paro. [1]
A pesar de la inexistencia de documentos, se sabe que en esa reunión el Buró del Caribe sugirió al PCC la puesta en pie de soviets, a lo que Villena se negó pues “no era una medida bastante eficaz si no se tiene el poder, era mejor rodear, piquetear las empresas que tomarlas.” En otra recomendación increíble del Buró del Caribe, que sostuvo debía eludirse cualquier confrontación con el imperialismo norteamericano, Villena afirmó indignado que “era equivocada esta propuesta pues aquí cada huelga era un movimiento anti-imperialista pues casi todo el capital era norteamericano.” Éste es el momento más álgido de las relaciones de Villena con el Buró del Caribe de la IC. Finalmente, después de una gresca en dicha reunión se acordó, a diferencia de lo que opinaba Villena, la lucha por la construcción de soviets.
En contraposición, unos 400 militantes trotskistas llegaron a comandar a más de 40 mil azucareros en la huelga de agosto, particularmente en Guantánamo, y estuvieron al frente del movimiento en la Habana.
La historia sobre la puesta en pie de soviets comienza así. La fracción comunista del buró nacional de SNOIA (Sindicato Nacional Obrero de la Industria Azucarera, de influencia comunista estalinista) informaba al comité distrital 5 del PCC que, en la provincia de Camagüey en el Central Jaronú y Canagua, 7 mil obreros bajo la dirección de la CNOC y el SNOIA se encontraban en huelga con la bandera roja en lo alto del batey, y que “tienen planteado construir un soviet si no se cumplen las demandas y hasta están dispuestos a moler por cuenta de los obreros y por encima de lo que haya que pasar”; en particular, en el Central Stewar y Violeta hay huelgas junto a las centrales Estrella, Céspedes, Lugareño, Sibiney, Moron. [2].
Mientras en muchos otros lugares de trabajo se volvía a la producción, algunos de los centrales azucareros fueron tomados por sus trabajadores; por lo que el malestar obrero no terminaba. Para el 21 de agosto, el Central Punta Alegre fue tomado en la provincia de Camagüey. En Mabay, en agosto, el Comité de Huelga exigía el reconocimiento del SNOIA, la reincorporación de los compañeros despedidos, un salario mínimo, el pago en efectivo (no en vales), establecimiento de la jornada de 8 horas, un campo deportivo para los jóvenes trabajadores y el establecimiento de una casa de socorros [3].
El 12 de septiembre, quince ingenios estaban en poder de los obreros y, a finales del mismo mes, ya eran 36 con un aproximado de 200 mil trabajadores en huelga. A estas tomas el PCC las llamó “soviets”. Según Ulises Estrada, recordando el “soviet” de Mabay, fue el 13 de septiembre de 1933 cuando las masas trabajadoras del central declararon “propiedad colectiva el territorio de Mabay, su comarca, declarando propiedad colectiva el ingenio azucarero, la refinería, las colonias de cañas, las fincas ganaderas de los propietarios del central: Marcelino García y el opulento colono ganadero Manuel Arcas. Las medidas puestas en píe por estas centrales tomadas por sus trabajadores fueron: confiscación de los azúcares crudos y refinados, el ganado, el reparto de las tierras, organización de autodefensas, reparto de solares gratuitos”. [4].
Rogelio Recio Ramírez, fundador del PCC en el central, recuerda que el salario era de 40 centavos por 12 horas de trabajo y que “terminada la zafra de 1932, la compañía adeudaba a su personal más de 8 meses de salario, tanta era la indignación, que el partido organizó una nueva huelga, casi a gritos, que ni los dueños ni el ejército pudieron impedir (...) para 1933 la agitación obrera era casi incontrolable” [5].
En Mabay, a 9 días del alzamiento de los soldados y un día antes de la fundación del Partido Bolchevique Leninista, se instaló el llamado “soviet”. Según Recio Ramírez: “el 13 de septiembre de 1933 quedó instaurado el soviet y comenzaba un nuevo capítulo de un gran acto de masas en que se proclamó mientras era izada una bandera roja en la torre más alta del central” [6].
Una de las medidas, además del reparto de tierras, consistió en la venta del azúcar incautado y, según Rodríguez, esto sirvió para que se compraran víveres, ropa, zapatos a los trabajadores. Es difícil concebir que esta toma del ingenio de Mabay pueda compararse a los consejos obreros de Rusia en 1905 o con otras experiencias de doble poder en el siglo XX. Era, más bien una toma, una incautación, en medio de la huelga.
En el órgano del PCC, "El Trabajador", se informó de los soviets como política y se definen como:
un consejo de obreros y campesino compuesto por la dirección y hegemonía del proletariado, con delegados elegidos para el mismo y es un órgano deliberativo y ejecutivo, que señala toda la línea de este nuevo poder municipal en sus sesiones plenarias, el consejo elegirá un ejecutivo encargado de llevar a la práctica la línea que señala el Consejo que es el órgano dirigente en el intervalo de dos reuniones de este último [7].
La realidad es que el “soviet” de Mabay era una expresión legítima de los obreros y mostraba el rol real del proletariado azucarero en la revolución. La toma duró dos meses, fue disuelta en noviembre por la guardia rural y por un nuevo sindicato amarillo al servicio de los patrones. En cambio, las posteriores huelgas con incautación y expropiaciones no pueden ser consideradas como soviets, puesto que fueron una muestra de la potencialidad del poder obrero, pero no llegaron hasta la producción bajo el control de sus trabajadores.
En septiembre de 1933, la Federación Obrera de la Habana (FOH), organizada por los trotskistas, planteaba que los trabajadores debían imponer el control obrero de la producción ante la amenaza de lock-out; en los hechos, propusieron superar la política de los estalinistas en Mabay: planteando que la industria debía ponerse en manos de los trabajadores y así romper con la política del lock-out patronal.
Aunque la FOH y el recientemente fundado Partido Bolchevique Leninista (PBL) no se pronunciaron concretamente sobre el de Mabay, es una realidad que levantaron la consigna de control obrero de la producción durante el mes de septiembre, como una forma de imponer los soviets. En el manifiesto fundacional del PBL apelan a que los soviets son el órgano de poder obrero. La mesa ejecutiva de la Federación sugería:
El desarrollo ascendente de la lucha revolucionaria de las masas produjo el 4 de agosto la sublevación de las clases y soldados del Ejército que han puesto al gobierno, a las fuerzas pequeño burguesas del Directorio Estudiantil de Carbó y Batista. (...) El lock-out que prepara la clase patronal, no es más que una fase del proceso contrarrevolucionario que amenaza con liquidar el ritmo de la revolución, e instaurar como fórmula de gobierno, el viejo sistema de asesinatos y felonías de explotaciones descaradas e inicuas. La respuesta de la clase obrera a esa determinación de los patronos, tiene que ser clara y determinante. La FOH al combatir el proyecto de cierre de los patronos, llama a todos los Sindicatos y Gremios Obreros, a todos los trabajadores generales, a que se restablezca el funcionamiento de la industria por manos obreras.
Si lo patronos por medio del lock-out, nos lanzan al hambre y a la miseria, los trabajadores tomaremos por nuestra propia cuenta y riesgo el control de la industria. La paralización de la vida nacional representa en estos instantes, automáticamente decretar la intervención imperialista yanqui. Frente al peligro de la intervención la FOH invita a todos los trabajadores a dirigir la industria por ellos mismos. La fábrica administrada por la clase obrera, a través de sus Comités de Control, evitará que la reacción y contrarrevolución intervencionista nos lancen a la mayor hambre y miseria. La palabra de orden en tales circunstancias no puede ser otra, que la del control obrero de la industria. [8]
Los militantes del Partido Bolchevique Leninista opinaban que no había soviets y, dialogando con las tomas que se realizaban en las centrales azucareras debido a su propia presencia en algunas de ellas, plantearon que había que desarrollarlos, por lo que propusieron usar la consigna de “control obrero de la producción”; según el manifiesto del PBL aprobado el 15 de septiembre. Aunque, más bien, las huelgas y tomas obreras, que no llegaron al control obrero de la producción, debían avanzar en ese objetivo; en el camino de construirse en genuinos soviets:
tal como se presentan los acontecimientos políticos mundiales, la violencia juega un rol de primer orden en la actualidad. La conquista del poder se plantea violentamente sobras las bases técnicas y políticas. Crear los grupos armados, los equipos de combate del proletariado, adiestrarlos en la lucha, prepararlos para la insurrección. Si el Partido se muestra incapaz de estas tareas, si no sabe plantear el combate en los instantes necesarios, se hundirá definitivamente [9].
Resumiendo, en los momentos más álgidos de la huelga, el PCC llamó a la vuelta escalonada del trabajo, pues el objetivo de la lucha no era la caída de Machado, y se reunió con el gobierno para obtener algunas concesiones un día después de una masacre callejera. Caído Machado, el CC siguió pensando que la huelga no tenía grandes posibilidades de avanzar como organismos de poder y la IC exigió, en un giro desesperado, la constitución de soviets sin enfrentamiento directo con el imperialismo.
Además, como en el caso de otras experiencias, las consignas por los soviets fueron realizadas de forma mecánica sin adaptarse a la experiencia real del movimiento existente en las masas trabajadoras. La editorial de los trotskistas juveniles del PBL, en enero de 1934, planteaban que éste era un zigzag político. Si el PCC no había considerado que agosto era el momento para la toma del poder por el proletariado, considerarla en septiembre era muestra de los zigzagueos de la IC en las cuestiones más candentes de la lucha de clases. Según la editorial nombrada:
Después de esta traición el PC oficial, trató de buscar reivindicarse lanzando inopinadamente la consigna de la toma del poder. Este error táctico en el momento en el que era necesario la lucha por la conquista de las masas provocó el alejamiento de los trabajadores de la línea revolucionaria perdiendo así una oportunidad que ahora tardará mucho tiempo en volverse a presentar [10].
Tony Guiteras sobre las tomas obreras, Militant de Estados Unidos y León Trotsky
El día 13, el secretario de Gobernación, Guerra y Marina, Tony Guiteras, sugería en un telegrama a los obreros de Mabay que “iniciada con representantes de Compañía Mabay, aceptada jornada de 8 horas. Otros puntos discútense. Espero solución satisfaga a los obreros. No deben estos trabajar por su cuenta. Azúcares propiedad de Chase Bank los tienen . Es patriótico en estos momentos conservar ecuanimidad y respetar propiedad privadas. Espero rápida solución del problema” [11]; es decir, Tony Guiteras desaprobaba las huelgas obreras.
En ese momento, Tony Guiteras aún estaba por el respeto a la propiedad privada. En el escenario abierto meses después cambiaría su posición, pues encabezó la incautación de propiedades importantes de capital norteamericano. El 16 de septiembre, en el diario El País, insistía que los obreros debían colaborar con el gobierno y planteó que los trabajadores eran incapaces de tomar el poder en sus manos. Al juicio de Guiteras, el movimiento huelguístico estaba del lado de las empresas imperialistas al servicio de la intervención de Estados Unidos a Cuba. Según Tony Guiteras:
Dentro del régimen capitalista, ningún gobierno ha estado tan dispuesto a defender los intereses del obrero que el actual gobierno revolucionario. Sin embargo, los obreros inducidos por las empresas americanas, se prestan inconscientemente al derrocamiento del gobierno. Las empresas extranjeras, enemigas, del obrero, reducen sus jornales, despiden a sus empleados y ante esta provocación, el obrero, sin darse cuenta de la verdadera realidad, se lanza a la huelga. Es necesario que el obrero se de cuenta de la verdadera realidad, en que vivimos; le sería imposible a las masas apoderarse de los poderes; y en su lugar enfrentarse con este gobierno revolucionario, debían de colaborar junto a él, para obtener las reivindicaciones inmediatas y necesarias para la clase obrera y no ser un obstáculo al servicio de las empresas imperialistas. La CNOC sería responsable ante la historia del “paso atrás” que darían las masas en sus luchas, si se le da al “americano¨el “pretexto” para decretar la intervención. [12]
Mientras, los militantes del Socialist Workers Party escribieron, por lo menos, quince artículos sobre los sucesos en Cuba, sabemos que existía una red de trabajo entre los militantes del PBL en Cuba con Rosalio Negrete (Russell Blackwell) y con el traductor del ruso al inglés Joseph Vanzler, que escribía bajo el seudónimo de John G. Wright. Ambos militantes vivían en Estados Unidos, pero mantenían comunicación con los militantes del PBL.
En el diario Militant, Vanzl escribió un texto sobre los soviets en Cuba donde plantea: “La vanguardia debe exigir la inmediata convocatoria de la Asamblea Constituyente. Las masas deben movilizarse bajo la bandera de las demandas transitorias. Al mismo tiempo, con estas consignas democráticas (¡Libertad de expresión! ¡Libertad de prensa! ¡Libertad de reunión !, etc.) debe agitarse ampliamente la consigna de nacionalización (bancos e industrias, especialmente plantaciones de azúcar y tabaco)” [13]. Es decir, en los hechos los trotskistas del SWP se oponían a la consigna de soviets proponiendo “una asamblea constituyente”, lo que implicaría un retroceso del movimiento mismo después de la huelga de agosto. Después de la intervención de León Trotsky en el debate los socialistas del SWP, comenzaron a reproducir las notas y declaraciones del PBL desde Cuba.
Entonces, León Trotsky se ocupó del asunto en su texto Sobre el llamado a los soviets en Cuba. Este documento es una crítica a lo escrito por Vazler. Comienza agradeciendo la traducción del ruso al inglés y, después, se ocupa sobre el problema del llamado (o no) a los soviets en Cuba.
Dice el texto:
Es correcto desde luego que no podemos conquistar el poder por nosotros mismos sin que la mayoría rural y la pequeño burguesía urbana nos siga. (...) pero no entiendo porque te declaras contra la creación de soviets u órganos similares a los soviets. Los soviets son el órgano de conquista del poder solo en el punto final. En general los soviets en condiciones de revolución constituyen la forma básica de organización de lucha del proletariado y de las capas que se van uniendo. Rechazar la creación de soviets es posible solo cuando las condiciones externas sean insuperables y lo impidan. Pero no hay ni puede haber consideraciones tácticas que demanden que los socialistas revolucionarios rechacen la consigna de los soviets en condiciones en las que su creación es totalmente posible. Con un cordial saludo. [14]
En noviembre, León Trotsky compartía la posición de los militantes del Partido Bolchevique Leninista de que la consigna de los soviets debía incluirse dialogando con los sucesos de incautación de ingenios de azúcar, poniendo en discusión las tomas que encabezaron los estalinistas en particular con la consigna del “control obrero de la producción”.
Notas
[1] Rubén Martínez Villena y el Buró del Caribe. En Acosta de Arriba, Rafael, En busca de la pluralidad. Instituto Juan Marinello. 2013. P. 263.
[2] Fracción Comunista del SNOIA. 1933. Santa Clara. ANC. Fondo Especial. Leg. 8. No. 1451.
[3] Plan de demandas del sindicato obrero azucarero del central Mabay. Comité de Huelga. IHMCRSC. P. 461.
[4] Estrada, Ulises, En el treinta aniversario del soviet de Mabay, Boletín del Archivo Nacional. Tomo LXIII. Julio-diciembre de 1963. La Habana, 1964.
[5] Recio Ramírez, Rogelio, Breve historia de la lucha en el central Mabay desde su fundación hasta el año de 1933. En Rosell, Mirta, Luchas obreras contra Machado, Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1973. P. 375.
[6] Ibid.
[7] Bandera Roja, PCC. Año I. No. 2. La Habana. Octubre de 1933. Hemeroteca del AIHC.
[8] Manifiesto impreso firmado por la mesa ejecutiva de la Federación Obrera de la Habana informando sobre la situación de los trabajadores después de la caída de Gerardo Machado. ANC. Fondo Especial. Caja. 1. Leg. 1567.
[9] Telegrama de Antonio Guiteras a los obreros del central Mabay. Gobernación, Habana, 13 de septiembre de 1933. IHMCRSC. P. 462.
[10] Programa del Partido Bolchevique Leninista. La Habana 10 de enero de 1934. Archivo Nacional de Cuba. Fondo Especial. Caja. 63. Leg. 2835.
[11] Frente: Revista Estudiantil Anti-imperialista. Época I. Santiago de Cuba. Número I. Enero, 1934. Fondo Reservado al Público. Biblioteca Nacional José Martí. La Habana Cuba.
[12] Declaraciones de Guiteras contra la campaña pro-intervención extranjera. En Cabrera, Olga, Antonio Guiteras, Su pensamiento revolucionario, Instituto Cubano del Libro. Habana. 1974. P. 137.
[13] Problems of the Cuban Revolution, 28 October 1933, p. 3. en Militant
[14] Trotsky, León, Writings of Leon Trotsky: supplement (1929-1933). Pathfinder. EUA. 1978. p. 333. |