La llegada de la 4T al poder del país vino acompañada de un sin número de promesas en las que se aseguraba que esta administración atendería todas las necesidades de la población. Una de las apuestas destacadas, principalmente de la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, fue poner el acento en el acceso a la cultura como parte de la configuración de la “ciudad de derechos”. Sin embargo, esto se hizo sin ninguna garantía de estabilidad laboral para el sector, o sea, “sin derechos en la ciudad”.
En ese marco, se lanzaron diferentes programas que pretendían llevar adelante diversas actividades culturales enfocadas, principalmente, en cubrir a la población prioritaria de la ciudad, precisamente, aquella que tiene menos acceso a la cultura, poniendo de relieve la importancia de la cultura para el correcto desarrollo humano. En el discurso, parece una propuesta necesaria y bastante correcta. El problema surge en la manera en la que se lleva adelante estos programas.
Devaluación del sector cultural
Si bien se cuenta con un amplio número de personas que diseñan, planean, sistematizan y llevan adelante las actividades culturales, los procesos pocas veces son llevados a cabo en su totalidad. Continuamente los “beneficiarios de los programas sociales” (ya que no nos consideran trabajadores ni contamos ningún reconocimiento de la relación laboral) somos convocadxs a realizar tareas que están completamente por fuera del área de cultura.
En 2019, el primer año del programa, cientos de compañerxs fueron convocadxs (sin posibilidad de negarse) a los “cinturones de la paz” que cercaban a las manifestaciones callejeras.
En 2020, en pleno auge de la pandemia, otros miles fueron obligados a asistir como apoyo logístico en los Macro Kioskos donde se realizaban las pruebas de COVID.
Este 2021, se convocó, también de forma obligatoria, a todos los programas sociales para asistir a las campañas de vacunación y realizar labores de registro y logísticas.
Esta situación, no solo nos expuso al contagio, sino que, se llevó a cabo sin que nos garantizaran, siquiera, un cubrebocas KN95 para cada día. Sumado a eso se nos asignaron zonas muy lejanas a nuestros domicilios, sin importar que debemos salir en plena madrugada para llegar previo a la apertura de los centros de vacunación. Allí se nos brindó una mala alimentación y en varias ocasiones con paquetes de comida descompuesta por no contar con la infraestructura para su refrigeración, y con poco tiempo para hacer uso de nuestro derecho al descanso tras largas horas de atención y tensión emocional. En varias ocasiones supimos de diversos contagios al interior de nuestros programas, aunque siempre son ocultados por la autoridad; siempre nos acompaña el temor latente a contagiarnos y de morir trabajando por unos cuantos pesos.
Todo lo anterior nos muestra que, más allá del discurso, no hay una preocupación real por que la cultura llegue a la población como una herramienta que atienda las necesidades de la comunidad. Somos conscientes de que no les interesa nuestra seguridad y salud. Lo que a todas luces les interesa es tener un ejército de reserva que realice todas las tareas que necesite el gobierno federal, y así ahorrarse de contratar personal capacitado al que le deba brindar seguridad social por el riesgo en medio de la pandemia.
Al tener perfil de becarios, y no contar con ningún contrato ni seguridad laboral, nos regimos por medio de unas Reglas de Operación, en donde se incluye una cláusula que especifica que estamos obligados a atender todas las necesidades del programa, que al no estar especificadas, puede ser cualquier tarea, incluso brindar nuestro servicio en caso de cualquier situación de emergencia que se presente.
Las autoridades usan esta cláusula ambigua como justificante para que realicemos todas estas tareas ajenas a los perfiles que tenemos sin ninguna queja o reclamo.
Organicemos por plenos derechos laborales
En estas últimas semanas se nos viene presionando con el constante discurso sobre el peligro en que se encuentra la existencia de los programas sociales ante el avance del PAN en la CDMX, argumentando que los partidos políticos de derecha no tienen la menor intención de destinar recursos al sector cultural.
Esto último es evidentemente así, ya que, históricamente, el PAN ha mostrado desinterés y desprecio por todo lo relacionado al desarrollo cultural de las grandes mayorías, y como todxs sabemos, son los “antiderechos”.
Sin embargo, la posible pérdida de nuestros empleos no será solo responsabilidad del ascenso de la derecha en la ciudad. Claramente, en otras condiciones, sí MORENA otorgara a todas y todos los que integramos estos necesarios programas, plenos derechos laborales, con base y todas las prestaciones que por ley nos corresponden, los cambios de gobierno no deberían poner en riesgo nuestra fuente de ingresos. Pero en lugar de cumplir con este derecho elemental, nos dicen que promovamos el voto a Morena para garantizar la existencia de los programas el próximo año.
El estado sumamente precario de nuestros trabajos no es algo nuevo, el sector cultural ha enfrentado a lo largo de los años ataques importantes que, no solo se muestran en la privatización de la cultura, sino también en la precarización de los trabajadores del sector. La diferencia ahora es que, el actual gobierno de la 4T, promueve “la cultura” denigrando nuestra labor.
Muchos dirán que al menos nos da trabajo, pero no podemos normalizar que sea bajo nulas condiciones laborales, precarización de nuestras vidas y futuro, así como constantes exposiciones al contagio y la muerte.
Necesitamos unir fuerzas, pues todas y todos queremos trabajar bajo condiciones dignas y óptimas, así como ampliar la cobertura de nuestros programas a través integrar a nuestra comunidad en la manifestación de sus necesidades.
Queremos laborar sin riesgo, no queremos adaptarnos a extenuantes cargas de trabajo y maltratos por miedo a perder nuestro empleo. Queremos contar con estabilidad laboral que nos permita pensar en nuestros futuros y no esperar cada inicio de año con la incertidumbre de que vuelvan a contratarnos o continúen los programas.
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