Tedesco publicó su conmovedor descargo el último viernes por la noche. Allí denuncia a la cúpula arbitral en general por el acoso al que someten a las trabajadoras, bajo la extorsión de ser condenadas al ostracismo y la inactividad si no se someten a su voluntad, llegando incluso a casos de violación.
También pronunció frases desgarradoras y crudas por lo real: “me robaron hasta las ganas, se apropiaron de mis sueños al dormir” o “el sistema me impulsó a tomar una decisión”, refiriéndose a su determinación de dejar el referato por no poder soportar más los abusos y la impunidad. Además, la jueza comenta que de esta manera se quedó sin su principal fuente de ingresos y que se vio forzada a abandonar “el barco de la pasión que me sostuvo” desde niña, para preservar su salud mental.
El caso de Bianca se suma a los cientos de miles de mujeres trabajadoras que perdieron sus empleos, muchas de ellas sostenes de sus hogares, en un contexto de profunda crisis económica y social agravada por la pandemia, donde ellas son siempre las mayores perjudicadas.
Además, el ámbito del deporte es particularmente hostil para las mujeres y disidencias, donde abundan el machismo y la misoginia. Desde sus dirigentes, pasando por entrenadores hasta jugadores y árbitros, existe una especie de cultura (que no es potestad solamente del básquet) basada en realzar "lo masculino", "lo macho", "lo fuerte" y "lo guerrero" que asocia fragilidad y debilidad a "lo femenino". Se promueve una concepción pseudomilitar que termina contaminando y corrompiendo -y, además, expulsando gente de- la práctica de este deporte tan hermoso.
Bianca no renunció a su trabajo y su pasión: "el básquet" la expulsó por ser mujer. Hay que decirlo bien claro a esto. Y "el básquet" no es una idea abstracta, es la CAB (Confederación Argentina de Básquetbol) que se demoró 3 días en pronunciarse por el caso que es público desde el viernes. También el Sindicato de Árbitros de Básquet (Sarcoteba) que, pese a comunicar su repudio y el pedido de disculpas de su secretario general, Cristian Díaz, no parece haberse movido demasiado para defender a la jueza.
La principal responsabilidad de que esta concepción machista y misógina del deporte se siga perpetuando le cabe al Estado, principalmente a sus ministerios de Deportes y de Géneros y Diversidad. El Gobierno recorta cada vez más el presupuesto destinado a estas áreas y a promover políticas públicas que permitan combatir este flagelo, dirigiendo la plata a pagar la deuda externa en la mayor medida posible. El discurso progresista y el llamado feminismo de los ministerios queda, una vez más, a mucha distancia de resolver las problemáticas reales que afectan a las mujeres trabajadoras.
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