La situación del país ha sido particularmente inestable desde la decisión del ahora expresidente Alpha Condé de postularse para un tercer mandato. El golpe del domingo por la noche es una señal de una acelerada desestabilización en la región.
La situación en Guinea ha sido particularmente inestable desde el pasado mes de octubre. Después de las graves consecuencias de la epidemia de ébola, la región en su conjunto se vio profundamente desestabilizada tras los golpes de Estado en Mali y Chad este año. Y en Guinea, el presidente Alpha Condé, en el poder desde hace más de 11 años, había decidido modificar la constitución y se había embarcado en una maniobra antidemocrática para poder postularse a un tercer mandato presidencial, en condiciones tímidamente denunciadas por la ONU y Francia. Esta situación había dado lugar a grandes manifestaciones contra las autoridades, muy duramente reprimidas por el Gobierno y el Ejército y suscitando temores de una posible desestabilización del país.
Este domingo 5 de septiembre, el teniente coronel Mamady Doumbouya al frente del grupo de fuerzas especiales del Ejército guineano y exsoldado de la legión extranjera, llamado a filas por el propio Alpha Condé en el país, encabezó un golpe de Estado y capturó al presidente. En las redes sociales apareció con uniforme militar y anunció la suspensión de la "constitución así como de las instituciones políticas del país". Este anuncio fue seguido por el establecimiento de un toque de queda en todo el país.
Tras las dudas sobre el éxito del golpe, finalmente se publicó en las redes sociales un video de Alpha Condé detenido por militares.
Mamady Boumkouya también convocó a todos los ministros de la oposición y de Conde, amenazándolos de considerarlos en rebelión contra el poder militar si se negaban.
Francia (del que Guinea es antigua colonia, la Unión Africana, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y muchos estados como China y Estados Unidos han pedido la liberación de Alpha Condé y otros miembros del gobierno.
Francia en particular, una de las principales potencias imperialistas de la región, teme un escenario maliense, donde la desestabilización del poder ha derivado en un golpe militar y el declive de la influencia francesa, en una de las posiciones estratégicas centrales de Francia.
Sin embargo, el imperialismo francés tiene la responsabilidad central en esta situación. A pesar de la tímida denuncia de las maniobras antidemocráticas de Alpha Condé, el estado francés apoya militar, financiera y políticamente a muchos otros gobiernos que han utilizado métodos similares como, más recientemente, Ouattara en Costa de Marfil.
Francia también participa activamente en el entrenamiento de las fuerzas militares de los estados de la región. Como explica la asociación Survie: "Asimismo, en diciembre de 2019, Bruno Baratz, comandante de los Elementos franceses en Senegal (la base militar de Dakar), realizó una visita a Guinea con el fin de ’fortalecer la cooperación militar entre Guinea y Francia en diversos campos, en particular, en el apoyo brindado al Grupo de las Fuerzas Especiales’”, grupo encabezado específicamente por Doumbouya, teniente coronel al frente del actual golpe.
La situación es particularmente grave para la población guineana. En parte el golpe parece haber sido acogido con satisfacción el golpe de Estado tras una serie de movilizaciones contra el régimen, la crisis y el intento de una reelección de Alpha Condé, que vienen desde 2019. Manifestaciones a las que el gobierno respondió amordazando a la prensa y reprimiendo sangrientamente la protesta. Sin embargo, lejos de constituir una respuesta a los problemas planteados por la población, se trata de un nuevo giro autoritario que corre el riesgo de ser implementado por el ejército y el Grupo de fuerzas especiales en el poder, aunque los intereses de este último son aún poco conocidos y podrían estar vinculados al golpe de Estado perpetrado a principios de este año en Mali.
El golpe de Estado también es un elemento de desestabilización de los intereses imperialistas en la región. Guinea es la principal reserva de bauxita del mundo, mineral necesario para la producción de aluminio, del que países como Estados Unidos, China, Alemania y Francia son importadores netos. Francia organiza particularmente a través de sus redes diplomáticas y económicas el robo de millones de toneladas de recursos cada año en favor de los millonarios franceses como Xavier Niel o Anne Lauvergeon, aunque Guinea sigue siendo uno de los países donde la pobreza más afecta a la población. Sin embargo, tras el golpe, el precio del aluminio experimentó un gran salto en el mercado de valores, el más alto desde 2010. La desestabilización del país podría así poner en peligro los intereses de grandes empresas como Rio Tinto y el gigante estadounidense Alcoa al comprometer la producción de un recurso industrial esencial. Cualquiera que sea el escenario político que seguirá a la toma del poder por los militares, es parte de una desestabilización general de una región de influencia esencial para Francia.
Ante este golpe de Estado que no aportará ninguna solución a los problemas de la población guineana, es necesario reforzar la solidaridad internacionalista con los trabajadores y a la juventud de Guinea y afirmar el rechazo de cualquier injerencia extranjera, en particular del imperialismo francés.