El retiro de publicidad de la empresa Carozzi en La Red, producto de la transmisión del documental “La batalla de Chile”, después de estar censurado por 45 años en televisión abierta, ha generado polémica en las redes sociales.
El rechazo a esta medida, que es una evidente búsqueda de censura editorial, no tardó en llegar. En redes se extendió la campaña contra la empresa con el hashtag #NoCompreCarozzi en repudio a la respuesta de los dueños de la multinacional alimenticia y en defensa de los derechos democráticos de libertad de de prensa y expresión.
Tampoco tardó en llegar la defensa de la ultraderecha de Kast, quienes levantaron el hashtag #CarozziMeEncanta, tras la hipócrita bandera de la libertad, esconden que esa libertad no es más que la de la impunidad empresarial.
Lo que realmente defienden es la impunidad que ha tenido el empresariado para manejar las líneas editoriales, para esconder la memoria histórica y la autoorganización de la clase trabajadora en los 70 de los cordones industriales, como lo hicieron durante 45 años. Un clásico del empresariado, los chantajes económicos si algo no les gusta.
La defensa que levantan a Carozzi, no es otra que a la herencia de la dictadura, a su directorio pinochetista, que tiene personeros de la dictadura como Carlos Cáceres, ex ministro de Pinochet, y a un sistema que les ha otorgado suculentas ganancias.
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