La noticia recorre los medios de muchos países, tal vez por el impacto de las imágenes de centenares de delfines (llamados ballenas piloto por su gran tamaño) ensangrentados en las costas de las playas de las Islas Feroe, un archipiélago autónomo perteneciente a Dinamarca, que se ubica entre el Reino Unido, Noruega e Islandia.
Se trata de una tradición que los antiguos habitantes de las islas vienen haciendo por siglos. El primer registro de esta actividad -Grindadráp- se ubica por el 1584. Consiste en acorralar con barcos a delfines propios del océano en esa región, tratar de llevarlos a una bahía donde quedan al alcance de pescadores que están en tierra y que los matan a cuchillazos. Luego la carne y grasa de estos cetáceos son repartidas entre la población.
El Gobierno del archipiélago continua alentando esta práctica: “No hay duda de que la caza de cetáceos en las islas Feroe es un espectáculo dramático para aquellos poco acostumbrados a cazar y a matar mamíferos. Sin embargo estas cacerías están bien organizadas y totalmente reguladas”, afirmó un vocero gubernamental.
Pero en los últimos años, aumentaron las disputas entre los habitantes en torno a esto. Según varias encuestas el 53% de la población (de 50.000 habitantes) está en contra de esta práctica. |