Entre el 11 y el 13 de octubre de 1974 se dio el Primer Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología en la ciudad de Córdoba. Fue convocado por la Confederación de Psicólogos de República Argentina, formada a su vez por representantes de las Asociaciones de Psicólogos de Capital Federal, Córdoba, La Plata y San Luis. Los números varían, pero aproximadamente participaron 5000 trabajadores y estudiantes de salud mental. El tono del Congreso era profesional, pero también sindical y político.
No sólo era político por el marco en que se daba, la ciudad de Córdoba, que venía de años de luchas y organización obreras. Se daba en un momento en que el debate sobre salud y educación estaba en un punto álgido.
La represión universitaria
La delegación de estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras, departamento de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, fue pequeña porque había amenaza de cierre de la carrera. En tanto que la delegación La Plata no participó del encuentro porque unos días antes, el 8 de octubre, habían sido secuestrados y asesinados por la Triple A los militantes peronistas Carlos Miguel y Rodolfo Achem.
Ese mismo 8 de octubre, el ministro de Educación de la Nación, Oscar Ivanissevich, disponía la intervención y cierre temporario de la Universidad Nacional de La Plata.
La Misión Ivanissevich, como se la denominó, tenía como objetivo "destruir la conjura internacional subversiva y marxista" y el ministro era la persona ideal para llevarla adelante: referenciado en los sectores fascistas del movimiento, había sido ministro durante el segundo gobierno de Perón y reclamaba que la universidad fuera más respetuosa de la palabra de Dios. Como parte de esa misión la facultad de Filosofía y Letras fue finalmente intervenida por el cura Sánchez Abelenda, integrista y miembro del Opus Dei, lanzado a lo que él llamaba una guerra santa contra masones, ateos, liberales y marxistas en la universidad.
Ese era parte del contexto estudiantil.
El Servicio Nacional Integral de Salud, SNIS
La Revolución Libertadora de 1955 había tenido un eje en salud: descentralizar el sistema público, pasando a órbita municipal y provincial lo que había sido nacional. Eso implicaba grandes diferencias en la atención, dejando que los distritos más ricos tuvieran una relativa mejor atención pública de salud. Al mismo tiempo se incentivó el desarrollo de las Obras Sociales dependientes de cada sindicato. En forma muy resumida, de acuerdo a la Ley de Obras Sociales de 1970, todo trabajador en relación de dependencia debía afiliarse a una obra social y cada sindicato recaudaba directamente sus fondos. Fue una forma en que el gobierno de Onganía intentó comprar a los sindicatos la paz social, en especial luego de 1969.
El SNIS (Servicio Nacional Integral de Salud) del doctor Liotta, ministro de Salud de la Nación, incluía la Ley de Ejercicio Profesional, que estaba a punto de ser tratado en la cámara de Diputados y fue uno de los ejes de la discusión de esos tres días del Encuentro.
Lo que estaba en discusión era qué tipo de sistema de salud iba a tener Argentina, si avanzaba hacia la descentralización como querían las empresas o si se volvía a un sistema centralizado. También estaba en discusión la formación de les profesionales de salud mental y la organización sindical necesaria. Las corrientes de izquierda durante el Encuentro apoyaban el sistema centralizado y en salud mental, una perspectiva comunitaria, de trabajo interdisciplinario en contra de la visión donde el discurso médico y manicomial tenía centralidad. Incluso el proyecto de ley no reconocía explícitamente a les psicólogues como trabajadores de salud, por lo que por un lado había quienes aceptaban el proyecto tal cual y por el otro, quienes pedían que se incluyera en el texto la calidad de trabajadores para les licenciades en psicología.
Del Encuentro participaron los grupos Documento y Plataforma, que venían de una ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina, APA. Uno de los ejes de la ruptura fue que la APA, que sostenía y sostiene el concepto psicoanalítico de neutralidad terapéutica en el trabajo con los pacientes, extrapolaba esa neutralidad a los posicionamientos políticos. De esa forma se mantenía sin cuestionar cualquier ataque de gobiernos militares o grupos de derecha a las luchas obreras y estudiantiles y se mantenía al margen de toda discusión política. Como se ve la discusión era integral sobre las causas del padecer mental, la forma de abordarlo y las condiciones de sus trabajadores.
Como la discusión, que lejos de ser corporativa era de tono político, no se resolvía, en la última jornada del Encuentro se propuso instituir el día del psicólogo (en masculino) para recordar la unión y pedir por el reconocimiento de quienes ejercían la profesión.
La Ley de Ejercicio profesional no avanzó y luego del Encuentro recrudecieron los ataques a estudiantes y profesionales de parte de la Triple A y los cierres e intervenciones de las facultades y departamentos de psicología en todo el país.
Un debate más que actual
Terminada la pandemia y con todas las deficiencias que desnudó en el sistema de salud argentino, la discusión de esos días todavía queda abierta. El peronismo y el macrismo han avanzado en estos últimos años con la descentralización del sistema de salud y su privatización encubierta. Desde el Plan Federal de Salud de Ginés González García durante el gobierno de Néstor Kirchner, continuando con la Cobertura Universal de Salud implementada por Jorge Lemus al comienzo del gobierno de Mauricio Macri, ambos planes confeccionados a pedido de las empresas y laboratorios privados. La Ley Nacional de Salud Mental, LNSM, promulgada en 2010, dictamina que salud mental debe recibir el 10 % de presupuesto de salud, pero el presupuesto de este año le dedicó sólo el 2 %.
Pese a los cambios en las internaciones que define la LNSM, en Argentina aún más de 12 mil personas están internadas, muchas de ellas por más de 10 años y por motivos sociales, es decir, por falta de trabajo o vivienda digna. Las y los trabajadores de salud mental padecen horarios de trabajo extenuantes y condiciones de contratación sumamente precarias. En los medios y las campañas electorales ha tenido más peso la iniciativa represiva de usar pistolas Taser en la contención física de personas con padecer mental, que una discusión científica sobre un abordaje integral, comunitario e interdisciplinario.
En este contexto de ajuste y discusión sobre qué sistema de salud queremos, los debates que se dieron en ese primer Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología son hoy retomados por trabajadorxs en lucha en distintas ramas, por asociaciones de profesionales y usuarios de salud mental y por trabajadores y estudiantes de ciencias de salud.
Este artículo fue publicado originalmente el 13 de octubre de 2021. |