Por los reinos del mundo es una novela que juega fuerte desde la primera página. El autor entra de lleno narrando con una voz en primera persona que se planta en el fantástico y no nos da tiempo de dudar. La trama se centra en un viaje que los personajes emprenden a través de los distintos reinos, en principio sin destino, hasta llegar al centro mismo de sus recuerdos, incluso sin saberlo.
La escritura es precisa pero delirante. Cargada de referencias literarias nos da la sensación de irse construyendo en la medida en que la vamos leyendo, corrigiendo hacia adelante y sorprendiendo por el modo en que la trama lisérgica cambia de un capítulo a otro. La novela es impredecible y nos mantiene expectantes, literalmente, hasta la última página.
El protagonista va acompañado —o arrastrado— por una amazona, un sapo gigante, un astronauta salido de una botella, un caballo parlante ex combatiente de la guerra del Paraguay, un bicho bolita, la princesa del reino de los hongos y demás personajes extravagantes que se van incorporando en un recorrido que podría semejarse a la travesía del Dante por los círculos del infierno para llegar a Beatriz. Solo que nuestro protagonista no recuerda a su querida Inés, pero sabe que la busca…
—¿Dios me espera arriba?
—No lo he visto, aunque no soy creyente
Con una mezcla de humor y acidez Cuasnicú sostiene el relato sin perder la escritura poética y una lectura política que mantiene una mirada crítica sobre la guerra del Paraguay, la aristocracia y la monarquía. Por otro lado el carácter metafísico que se despliega en la temática central —escapar de la muerte— nos enfrenta sin rodeos con el vacío, la negación y la perplejidad.
Por los reinos del mundo es una novela fresca, delirante y absurda para entregarse a una lectura despojada de esquemas y ataduras.
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Ismael Cuasnicú nació en Mendoza en 1973. Publicó cuentos en la antología Hexabruptos (2014) y la novela En el mismo río (Modesto Rimba, 2017). |