Este martes el gobierno de Esquerra Republicana y Junts per Catalunya ha presentado las cuentas catalanas para el próximo año 2022. Se podría decir que comienza el “Pressing-CUP” pero ya hace días que ha empezado y, claro está, irá “in crescendo” día tras día. La dirección de la CUP ha convocado una consulta a sus militantes para este fin de semana para decidir si apoya o no los presupuestos.
De hecho, la portavoz parlamentaria de ERC, Marta Vilalta habla de un "giro a la izquierda" en los presupuestos que suena más a ciencia ficción o eslogan vacío que a una realidad. La portavoz desgranaba una serie de medidas como la gratuidad de P2, refuerzo de atención primaria, inversión en cultura, renta básica universal o 750 millones de euros para combatir la emergencia habitacional, entre otras cuestiones.
Sin embargo, los presupuestos no servirán para que los trabajadores públicos de la Generalitat vean cómo se baja radicalmente la temporalidad, mucho menos para internalizar todos los servicios públicos subcontratados con salarios de miseria o resolver la precariedad laboral. Tampoco garantizarán nuevas contrataciones para P2 y atención primaria. Aumentar el presupuesto en sanidad, no significa mejorar la atención, sino que aumentará el traspaso del erario público a la sanidad privada como ocurrió con la Covid-19.
Al "juego" más practicado por las fuerzas políticas soberanistas también se ha sumado Elsa Artadi. La portavoz de Junts per Catalunya ha subrayado que estos serán los presupuestos "más expansivos y más elevados que ha tenido nunca la Generalitat de Catalunya". Si esto lo dicen los herederos de Convergència, ya sabemos qué podemos esperar: más dinero para los grandes empresarios catalanes y la ruina para los trabajadores. No podemos olvidar que la pasada legislatura, el hoy presidente de la Generalitat trató de generalizar más la subcontratación del trabajo público con la Ley Aragonés.
El PSC y el abrazo del oso
Por su parte, el PSC y los Comunes buscan dar bocado dentro de este debate. Hace semanas que ofrecen su apoyo al gobierno catalán. "La CUP nos va a dar otro fin de semana de intranquilidad e inestabilidad", afirmaba el diputado socialista Raul Moreno. En Comú Podem quiere establecer un pacto a tres bandas que incluya, estabilidad y presupuestos en el Ayuntamiento de Barcelona, el Parlamento y el Congreso español.
Salvador Illa tampoco puede esconder su intención de buscar un entendimiento que permita dos años más de legislatura de Pedro Sánchez. Y de rebote llevar al gobierno de la Generalitat a su "ámbito autonómico". Una forma más de disciplinar al pueblo catalán en su deseo de autodeterminación y de hacer volver a la senda autonómica a Esquerra y los herederos de Artur Mas.
El dilema de la dirección cupaire
En varias intervenciones, los portavoces de la formación anticapitalista han criticado a los mega proyectos como el Hard Rock, el circuito de Catalunya, la ampliación del aeropuerto, o los Juegos Olímpicos de Invierno con las graves repercusiones ambientales que esto lleva. Y de hecho se muestran pesimistas en relación a los presupuestos.
Este fin de semana, la CUP ha convocado asambleas abiertas parlamentarias, en formato telemático y presencial para discutir y resolver qué hacer ante la mayor votación parlamentaria del año.
Tanto es así que Poble Lliure, según informa el diario Ara, se abstendrá en la votación interna y no se posicionará en contra de presentar enmiendas a la totalidad. Recordemos que Poble Lliure es el sector que integra la CUP que más presionó a ERC y Junts para la formación de gobierno y puso sobre la mesa incluso la posibilidad de la entrada de la CUP en el ejecutivo catalán.
Por su parte, Endavant, el otro gran sector en el seno de la CUP, confirmaba en un comunicado su negativa a apoyar los presupuestos al decir que “entendemos que la única posición posible de la CUP respecto de la propuesta de presupuestos del gobierno ERC-Junts es un no rotundo. Pero más allá de la discusión sobre la letra pequeña de los presupuestos o su funcionalidad en clave programática, creemos que ese debate debe ser una oportunidad para una reflexión política de mayor profundidad”.
La dirección cupaire contempla la posibilidad, pues, de no apoyar los presupuestos, cuestión que obligaría al gobierno a hacer unos nuevos. Y también existe la posibilidad de que permitan la tramitación parlamentaria pero con los pocos diputados que tiene la CUP, será casi imposible introducir enmiendas.
La discusión de los presupuestos catalanes demuestra que no existe una mayoría de diputados independentistas. Por el contrario están los diputados de Esquerra Republicana y Junts que quieren administrar los presupuestos autonómicos al igual que lo harían el PSC y los Comunes. Tenemos el trifachito que quiere pasar el carrete españolista, misógino, LGTBIfóbico. Y los dirigentes de la CUP que dudan entre apoyar al gobierno o pasar a la oposición.
En síntesis, la CUP se debate entre dar otro cheque en blanco al bloque soberanista o volver a la oposición. Esta última cuestión comportaría un gran cambio dentro del escenario político catalán y quizás en todo el Estado.
¿Será capaz la dirección de la CUP de romper con la estrategia autonomista de Esquerra Republicana y Junts? ¿Será capaz de romper con la “gestualidad fastuosa” de Puigdemont y su Consejo por la República impotente? ¿Será capaz de romper con los representantes de la gran burguesía catalana para emprender el camino de la clase trabajadora? Este es el dilema de la dirección de la CUP.
Si las asambleas de la CUP se oponen a los presupuestos, sería una oportunidad para romper con el gobierno de ERC y Junts que ataca a los trabajadores interinos, que subcontrata y que reprime a los jóvenes. Así como también de una "reflexión política de mayor profundidad", que debería surgir de una oposición política de izquierda verdaderamente anticapitalista, con independencia de clase y que se proponga desarrollar la movilización con la clase trabajadora al frente. |