Very good show
La maratónica sesión en Diputados que terminó el viernes con el rechazo al presupuesto 2022 que presentó el oficialismo, aportó show a una dramática situación económica y social. Los hechos que se encadenaron algunas horas después le pusieron más condimentos. La reunión que mantuvo Alberto Fernández con Kristalina Georgieva el mismo día, fue presentada como una “very good meeting” por la titular del FMI. Con unas sonrisas en la foto del tuit, que desencajan por la desconexión con lo que está viviendo el país y con una negociación a libro cerrado y a espaldas del pueblo trabajador. Hicieron lo propio las “fotos de unidad” de la Convención de la UCR y la asunción el sábado de Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense con la participación del presidente. Con discursos cargados de intenciones presidenciales para el 2023 de los radicales, y las reiteradas apelaciones al pasado del peronismo.
Fueron tres fotos de unidad. Con el FMI, y las de los dos partidos tradicionales intentando mostrar cohesión interna luego del espectáculo en el Congreso que expuso las debilidades de las dos coaliciones principales.
Las especulaciones e interpretaciones por el desenlace de la votación del presupuesto son variadas. Desde Juntos por el Cambio, culparon a Máximo Kirchner para justificar sus propias disputas internas, y rumorean que fue “un ´golpe interno´ a Martín Guzmán”, como cuenta Brenda Struminger en Infobae. En el Frente de Todos rechazaron de plano la idea de “fuego amigo”, y salieron a coro a contraatacar a una “oposición irresponsable”. Así lo ratificaron el sábado en la elección de autoridades del PJ bonaerense cerrando filas. “Vos decí lo que tenemos que hacer, para dónde ir, y ahí nosotros vamos a acompañar para poder sacar a nuestra patria adelante”, le dijo Máximo Kirchner públicamente al presidente, sentado a su lado el sábado.
Entre líneas. está lo importante más allá del show. Tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio muestran su disposición a darle el mando de las decisiones a Washington. El propio ministro Martín Guzmán, en el hilo de tuits que publicó el viernes, blanquea el eje del presupuesto. Explicó que la votación negativa del Congreso “Significa rechazar la programación macroeconómica que viene siendo la base de las negociaciones con el FMI”. Del lado de la coalición opositora, reconocen que ya dijeron que van a acompañar el acuerdo con el FMI, y acusan al oficialismo de no querer enfrentar solos “el costo político de un ajuste”.
El presupuesto 2022 no solo contiene dibujos de aquí y de allá (sobre todo en las proyecciones de inflación), sino que todos reconocen y avalan lo evidente a su manera: es de ajuste para pagarle al FMI. Hasta el oficialismo dijo que “es difícil que genere entusiasmo”. Diego Genoud analiza la incomodidad de Máximo Kirchner que “pretende consolidar una identidad y un capital político desde un espacio que va camino a convalidar, por primera vez en su historia, un esquema que implica un ajuste sin fecha de vencimiento”.
Genoud insiste con lo complejo del escenario que viene, citando la interpelación de Nicolás del Caño al ministro Guzmán: “Si hay un eventual acuerdo con el Fondo Monetario, entre 2026 y 2030 habrá que pagar un promedio de 8.000 millones anuales y 11.500 millones a los acreedores privados. Usted que habla mucho de la sustentabilidad de la deuda, ministro”. Recuerda que “Guzmán no le contestó”. Por fuera del show de la política tradicional, las y los diputados del Frente de Izquierda fueron la única voz que rechazó el presupuesto desde la defensa de los intereses del pueblo trabajador.
A marzo
Mientras Alberto Fernández se prepara para prorrogar el presupuesto 2021 por DNU, el FMI sigue con ventaja en la negociación y los recursos de la Argentina se siguen saqueando. Marcelo Di Bari en Tiempo Argentino explica que “paradójicamente, prorrogar el Presupuesto por decreto dará más autonomía al Ejecutivo, que podrá reasignar partidas mediante decisiones administrativas para cumplir las promesas que formule al Fondo”.
Di Bari también recuerda que “el miércoles vence otra obligación por U$S 1900 millones” con el FMI, y en enero otros tantos U$S 730 millones que “demandarán el uso de las pocas reservas netas del Banco Central. Los vencimientos se suceden y la incertidumbre aumenta”. El 21 de marzo de 2022 se suma otro vencimiento bastante más abultado: otros U$S 3000 millones. Dinero que Argentina no tiene.
Es la fecha límite que corre al gobierno para llegar a un acuerdo con el FMI. Por eso, y sumado a que los plazos parlamentarios le permitirían al gobierno volver a presentar el presupuesto en 2022 recién en marzo, en La Nación afirman que “el paquete económico fundamental” pasará a ese mes. “Después del verano, enviará al parlamento un nuevo presupuesto y también el plan plurianual que, esperan en el oficialismo, contendrá a esa altura el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente Alberto Fernández y los titulares de Diputados, Sergio Massa, y del Senado, Cristina Kirchner, acordaron avanzar en esa dirección”, dicen.
En el mismo sentido, Alejandro Rebossio en El DiarioAr, cita a una fuente del Fondo que le confió que "Va para mucha ida y vuelta en enero y febrero". Y también que “quedan tres diferencias por resolver para llegar a un acuerdo (…): cómo se financiará el déficit, cómo bajará la brecha cambiaria y cuánto crecerá la economía”. Rebossio explica que el FMI “No cuestiona directamente el 3,3% de meta de déficit sino que, como lo considera no financiable, por eso sugiere más ajuste”.
El panorama ya de por sí sombrío, puede tener un imponderable que agrega Mónica Arancibia en La Izquierda Diario: en Estados Unidos “la Reserva Federal anunció esta semana que prevé adelantar su suba de tasas para frenar la inflación y acelerará la reducción de las compras de bonos”. Una medida que fortalecería al dólar a nivel internacional, y significaría una baja en los precios de las materias primas que se expresan en esa moneda.
Entre la inflación crónica que acumula 51,2% en los últimos 12 meses y sigue licuando salarios y jubilaciones, la aceleración del ritmo de las devaluaciones del Banco Central tras las elecciones de noviembre, el calendario de los vencimientos de deuda, agregan tensión a un contexto económico y social degradado para el pueblo trabajador que promete empeorar al calor de las negociaciones y los condicionamientos que vienen con el FMI. La "recuperación económica" de la que habla el gobierno viene acompañada de un aumento de la desigualdad: "en 2021, el 10 por ciento superior retuvo alrededor del 40 por ciento del ingreso nacional total". Vienen meses de tironeos y decisiones políticas del gobierno con la vuelta de expresiones de descontento social en la calle.
20 años después
“Un kilo de carne está por lo menos 800 pesos. Una familia que gana 2000 pesos por día apenas le alcanza para llenar el plato, entonces. ¿Cómo le va a alcanzar para pagar un alquiler?”. Son las palabras de una vecina de La Matanza, del barrio “Nueva Unión” que están resistiendo la orden de desalojo a 600 familias. Le preguntan al gobernador Kicillof “¿quiere otro Guernica?”. Este jueves hicieron un corte y están en estado de alerta con sus asambleas. Nicolás del Caño denunció en la sesión del Congreso por el presupuesto "lo irrisorio de los recursos destinados a vivienda: poco mas de 0.3% del PBI, cuando al pago de los intereses de la deuda se van a destinar 1.8% del PBI".
En Chubut aparece la imagen de una casa de gobierno en llamas con un grafitti: “Traidores”. Las huellas de una movilización que se está extendiendo en defensa del agua y en rechazo al proyecto minero y extractivista que votó el peronismo esta semana en la provincia. Con el gobernador Arcioni al frente, y el apoyo incluso de legisladores del Frente de Todos, votaron el proyecto de zonificación minera. Hay aires de rebelión obrera y popular. El gobierno respondió con represión y cacería. Como dice Diego Genud , se volvió a escuchar el “que se vayan todos”. Pero hay un elemento nuevo que cuentan Ariel Iglesias y Martín Saez de La Izquierda Diario desde el lugar de las protestas. “Tienden a confluir la juventud de las barriadas populares, trabajadores estatales y ahora se suman trabajadores de sectores estratégicos como son los portuarios, que junto a los petroleros son uno de los principales batallones del movimiento obrero provincial. Este escenario plantea la posibilidad de una alianza social poderosa para derrotar la ley de zonificación”.
Hoy se cumplen 20 años de esas jornadas que obligaron a renunciar a un presidente. 20 años después, volvemos a hablar del FMI y sus condiciones. Volvemos a ver un Congreso y dos coaliciones que tienen en sus filas a muchos de aquel personal político al quien estaba dirigido el grito del “que se vayan todos”. Volvemos a las altas cifras de pobreza, con la diferencia de que en dos décadas una buena parte se fue haciendo más y más estructural. Coaliciones políticas del mal menor que son maquinarias electorales incapaces de dar respuesta a las necesidades de las mayorías. Con la diferencia de que hoy existe una izquierda que se ha transformado en un actor político de peso, en el Congreso y con múltiples lazos con reclamos y organizaciones desde abajo.
Frente a los padecimientos sociales del ajuste, aberraciones como el gatillo fácil, o el saqueo de recursos, vuelve a ganar protagonismo la calle con nuevas expresiones de alianzas sociales. La combinación de crisis políticas como la que mostró el Congreso esta semana, con un gobierno que aparece debilitado y una oposición de derecha diezmada, con la crisis social que da señales de una olla a presión, se está configurando una nueva situación en la Argentina. Las huellas del 2001 que por estos días muchos están recordando y analizando, son un homenaje a la capacidad y potencia de la irrupción del pueblo trabajador y sectores populares en forma masiva.
A 20 años de las jornadas del 19 y 20 de diciembre, en esta edición del Semanario Ideas de Izquierda se recuperan y reactualizan conclusiones para pensar y actuar en el presente. Son lecciones para empezar a hablar de futuro. |