Activo miembro del Partido Comunista italiano, Sciascia formó parte de la comisión e investigación del asesinato de Aldo Moro, que también plasmó en uno de sus libros, en forma de crónica en la que las tretas de la derecha italiana- incluyendo a un sector de los medios de comunicación- quedaban en evidencia.
Sus novelas oscilan entre la radiografía social y la novela negra propiamente dicha, no suelen ser muy extensas pero el lector queda hipnotizado por la habilidad casi matemática de Sciascia para unir las facetas de la corrupción, la beatería y los intereses financieros de su tiempo y su país con la amenidad y la destreza para trazar historias donde no falta intriga y, en ocasiones, tampoco suspense.
Podemos decir que la novela negra del siglo XX nace política, con referencias a la Ley Seca (Burnett), a los clanes familiares y paisajes humanos más inquietantes y desazonadores ( Emile Zola) y a esas zonas donde se mueven y se confunden lo que algunos han llegado a llamar “altas” y “bajas” esferas.
Periodista en “El Corriere de la Sera”, Sciascia no es un escritor excesivamente descriptivo, pero no escatima la precisión para situar a sus personajes en su atmósfera adecuada, sea la ermita de un pueblo (“Todo tuyo”) donde se reúnen jueces, abogados y comisarios o elementos del pasado como en “El archivo de Egipto” donde nuevamente retrata a gentes, que desde el poder eclesiástico o político, no dudan en usar la falsedad, el trapicheo y el crimen más o menos organizado.
Algunas de sus novelas (como “Todo tuyo”) fueron adaptadas al cine por realizadores del momento como Elio Petri (director de “Investigación de ciudadano libre de toda sospecha” y “La clase obrera va al paraíso”).
De Sciascia es esa mezcla de ironía, distanciamiento y lucidez que, de otra forma, podemos apreciar en la pluma de Patricia Higsmith, retratando los EE.UU. en la era post-McCarthy, y un sentimiento de desarraigo que lo acerca levemente a gente como Chester Himes, que vivieron su raza y su situación social como un estigma y un espacio de creatividad.
El estilo del maestro italiano puede resultar algo seco y cortante, pero en su afilada lucidez y su astuta pluma también sabe dar las adecuadas pinceladas para describir la psicología de sus personajes y el contexto en el que se desenvuelven, uniendo la ambivalencia, el cinismo y la sorpresa.
Aunque en ocasiones se distancia de la acción sus diálogos y sus giros inesperados impiden que el autor abandone la lectura de sus intrigantes historias, siempre unidas a un tiempo y unos intereses.
Ya en 1961 Sciascia publicó su primera novela sobre la Mafia en su país: “El día de la lechuza,” aunque también dejó al descubierto las alianzas de instituciones como el clero con el mundo empresarial y de la extrema derecha con el crimen organizado, llegando a convertirse en un nombre incómodo en las letras del corazón de su país.
Entusiasta admirador de Miguel de Cervantes, moviéndose entre la economía narrativa y la alegoría social, Sciascia tiene ya un sitio -todavía, o cada vez más, incómodo- en las letras europeas del siglo pasado. |