Venustiano Carranza Garza nació en Cuatro Ciénegas, Coahuila, el 29 de diciembre de 1859, fue conocido como el primer jefe del Ejército Constitucionalista durante la Revolución mexicana.
Hijo de un reconocido militar juarista y jefe político de Monclova, el coronel Jesús Carranza Neira, quien fuera en múltiples ocasiones presidente municipal de Cuatro Ciénegas, Venustiano Carranza inicia su carrera política tras la muerte de su padre, al reemplazarlo en la presidencia municipal de aquel lugar.
Tuvo que renunciar al cargo por la mala relación que tenía con el entonces gobernador de Coahuila, José María Garza Galán, contra quien terminaría por rebelarse por su intención de reelegirse en la gubernatura. En este hecho, logró convencer a Porfirio Díaz de que su movimiento no era en su contra. Recibió el apoyo de Bernardo Reyes, con lo que recuperó la presidencia municipal de Cuatro Ciénegas de 1894 a 1898.
Fue diputado local del Congreso de su estado y diputado y senador al Congreso de la Unión de Coahuila. Para 1908, fue gobernador de la misma entidad federativa de forma interina, teniendo la aspiración de serlo en plena forma. Sin embargo, su apoyo al movimiento reyista previo a la sucesión presidencial de 1910 lo hizo tener un choque con Díaz y el grupo de los Científicos. Se presentó como independiente para la gubernatura de su estado, esperando el regreso del general Reyes para cumplir con sus objetivos. Como esto no sucedió, fue derrotado por el candidato porfirista.
Carranza en la revolución maderista
El porfiriato vivió su ocaso en la primera década del siglo XX, producto de la crisis económica de 1908 y del desgaste de la figura del dictador Díaz. Una de las regiones más afectadas fue el Norte, la única en todo México que poseía características de un desarrollo propiamente capitalista. Esa zona tenía grandes haciendas propiedad de mexicanos y estadounidenses. Con centros industriales de vital importancia, grandes ingenios agrícolas e industriales, de ahí es de donde provenían las familias de Madero y Carranza.
Una nueva clase capitalista fue apareciendo con cada vez más nitidez, en contraste con los viejos terratenientes que poseían una mentalidad aristocrática -que los llevaba a cultivar sólo una pequeña fracción de la tierra y a derrochar la riqueza en lujos-. Los nuevos latifundistas se distinguieron de los viejos por tener un espíritu de empresa cada vez más marcado. Cuando vieron el desgaste de la dictadura y que sus aspiraciones de acceso al poder estaban truncadas, decidieron enfrentar al presidente, nombrando representante a Francisco I. Madero.
La crisis del porfiriato destapó una serie de rupturas con la clase dominante, todo ello contribuyó a que los quiebres del régimen se profundizaran; la política de conciliación de los distintos sectores burgueses que Díaz llevó a cabo durante décadas se volvió ineficaz. En años anteriores, el gobierno de Díaz contó con el apoyo de los grandes inversionistas extranjeros, las viejas familias de caciques y hacendados propietarios de latifundios y minas, pero después empezó a perderlos, dando origen a la revolución maderista.
Así, el sistema de alianzas dejó de ser efectivo por el conservadurismo tan marcado del régimen, que exigía una gran centralización del poder político y económico, situación por la que personajes como Carranza se vieron atraídos a otro proyecto, pues consideraron que con el nuevo gobierno sus aspiraciones serían cumplidas, por lo que pasaron de no tomar en serio a Madero a brindarle su apoyo.
Primer jefe del Ejército Constitucionalista
El asesinato de Madero a manos del general Victoriano Huerta, efectuado el 19 de febrero de 1913, fue un factor de desestabilización ya que seguía siendo una figura que contenía la furia de los campesinos (al menos a los norteños). Así es como Carranza se impuso como primer jefe del Ejército Constitucionalista, estableciéndose como una dirección burguesa que blandía un nuevo proyecto nacional para pacificar al país, apelando a la constitución liberal de 1857. De ahí viene el nombre, en oposición al huertismo que representaba la continuidad del viejo porfirismo.
Por esa razón es que Carranza llama a desconocer al “gobierno usurpador”, formalizando así el llamado a la rebelión el 26 de marzo de 1913, con el Plan de Guadalupe. Este Plan fue proclamado en la hacienda de Guadalupe, Coahuila, con el nombre de “Manifiesto a la Nación”.
Dicha fuerza militar estaba conformada por un ala pequeñoburguesa nacionalista que se gestó dentro del maderismo, que quería dar salida a la situación con medidas aparentemente progresivas para terminar con el conflicto con los campesinos, buscando satisfacer ciertas demandas que el gobierno de Huerta no estaba dispuesto a conceder; Carranza estaba apoyado en esta ala.
Por otro lado, estaba la División del Norte dirigida por Francisco Villa (por lo que terminaría adoptando el Plan de Ayala zapatista), la cual a pesar de carecer de un programa político propio, levantó las demandas de los campesinos pobres que buscaban tomar la tierra después de tantos años de explotación y opresión.
El rol que Carranza jugó dentro de la Revolución fue el de ser una fuerza conservadora dentro del movimiento, que contuviera las demandas de las masas, papel que desempeñó en el freno militar que intentó poner a la División del Norte, en la negativa de repartición de tierras que demandaba el Ejército Libertador del Sur encabezado por Emiliano Zapata y en la represión contra en movimiento obrero en 1916 al iniciarse la primera huelga general. Incluso en su oposición a las reformas sociales planteadas por el ala pequeñoburguesa nacionalista dirigida por el general Álvaro Obregón para derrotar a Villa y Zapata, lo que pudo palparse en la Convención de Aguascalientes de 1914 y en la propia discusión y redacción de la Constitución Política de 1917, donde se opuso hasta el final a conceder derechos sociales a las mayorías.
Con el fin de la lucha armada, la camarilla vencedora (después conocida como el Grupo sonorense), encabezada por Obregón, consideró a Carranza un personaje incómodo, por lo que Obregón lanzó el Plan de Agua Prieta. En éste se planteaba su derrocamiento, aprovechando que Carranza estaba aislado políticamente por su conservadurismo y su oposición a las reformas sociales.
El "Primer jefe" huyó hasta Tlaxcalantongo, Puebla, donde sería asesinado por traidores de su guardia personal al servicio del nuevo gobierno, el 21 de mayo de 1920. |