Arianna dormía en su cama cuando en la madrugada del 1° de enero, tirotearon su casa y la alcanzó una bala que le atravesó el pecho, el pulmón y el hígado y le rompió 3 costillas.
La niña fue sometida a una cirugía de emergencia y su estado es estable.
El papá de la nena denuncia que llamaron a la Policía de Houston, Texas (donde ocurrió el hecho) y tardó más de 4 horas en llegar. Recién llegó a la mañana del día siguiente (a las 7 am).
Esta "demora" de la Policía texana no puede ser casualidad o producto de algún contratiempo y solo se puede entender por el conocimiento que tenían acerca de qué familia se trataba, nada menos que de la de George Floyd cuyo asesinato despertó una oleada de bronca y hartazgo que derivó en el movimiento histórico Black Lives Matter donde millones de jóvenes, sobre todo, salieron a las calles contra la represión y el racismo policial.
Se sabe del odio racista de la Policía estadounidense y luego de que Derek Chauvin fue encontrado culpable del asesinato (solo él, mientras en el momento en que Chauvin estaba ahorcando con su rodilla a Floyd, había varios policías observando y colaborando con el asesino) y condenado a 20 años, prima el espíritu de cuerpo de esa fuerza represiva. Por eso no es de extrañar que ni se molestaran en acudir al llamado de la familia de la pequeña Arianna luego del tiroteo que sufrieron y recién fueran horas más tarde. |