Las alarmas tenían fallas, los rociadores no funcionaban, las condiciones estructurales no eran controladas y, con la ola de Covid en un nuevo pico, el departamento de bomberos tenía bajas por enfermedad que no podían estar presentes para combatir el incendio. No fue solo una tragedia, fue una muerte anunciada.
"Hoy hemos perdido a 19 de nuestros vecinos. Es una tragedia más allá de toda medida", dijo el alcalde de la ciudad, Eric Adams, que pidió orar por los fallecidos y, en especial, por los nueve menores muertos en el suceso, pero evitó hablar de la responsabilidad sobre los controles en los edificios de viviendas y cómo el aumento de contagiados por el covid ha colapsado determinadas actividades que no operan al 100% de su capacidad.
El total de muertes aún podría aumentar, ya que las autoridades hablaron en un primer momento de más de 30 heridos muy graves, de un total superior a 60, en su mayoría por inhalación de humos.
Ya antes de que se anunciase el número de fallecidos, Adams había adelantado a los periodistas que las cifras eran "horribles" y que éste iba a ser "uno de los peores incendios" que se recuerdan. Las certezas que manejaba en su discurso provenían de la misma realidad social y sanitaria en la que tenía lugar el incendio.
El fuego se declaró alrededor de las 11 de la mañana en un apartamento situado en el segundo piso del edificio, una torre de 19 plantas con 120 viviendas.
Según el Departamento de Bomberos de Nueva York (FDNY), sus efectivos llegaron tres minutos después de que saltase la alarma y se encontraron ya con humo extendiéndose por todo el edificio, una situación muy poco habitual, tal y como apuntó el jefe del cuerpo, Dan Nigro.
Aunque la causa del fuego aún se desconoce, el responsable apuntó que la puerta del apartamento donde se inició estaba abierta y ello alimentó las llamas y facilitó que el humo se moviese rápidamente.
Los bomberos encontraron a víctimas "en todos los pisos", muchas en parada cardíaca y respiratoria, según dijo Nigro a los periodistas.
En total, más de 200 efectivos participaron en las tareas de extinción de un incendio, que según este veterano funcionario, tiene muy pocos precedentes en la ciudad.
A pesar de los esfuerzos de los bomberos, la ola de covid y la negativa de las autoridades a tomar medidas que contemplen las necesidades sociales y sanitarias en lugar de las ganancias empresarias han redundado en la reducción de personal en prácticamente todas las áreas incluidas las de emergencias. En el caso de los bomberos anunciaron recientemente que su fuerza se había visto mermada en al menos 18%, mientras que en el caso de los servicios médicos e emergencia esa cifra llegaba al 30%. Este escenario, junto con las deficiencias estructurales, dan por resultado no un "accidente" sino un asesinato social anunciado.
"Estaba gritando: ¡ayúdenme! ¡por favor vengan por nosotros!", relató a The New York Times Wesley Patterson, un hombre de 28 años que vive en el tercer piso del edificio incendiado y que fue rescatado por los bomberos con una escalera cuando su vivienda estaba ya llena de humo.
Cristal Díaz, otra residente, dijo al New York Post que cuando empezó a oler humo colocó toallas mojadas en la puerta: "No sabíamos qué hacer. Miramos por las ventanas y vimos todos los cadáveres que estaban sacando con sábanas".
Los residentes denunciaron que las alarmas contra incendios no sirven de nada porque se activan solas al menos dos veces por semana por lo que nadie las toma en serio, simplemente ya se han acostumbrado a ignorarlas. Por su parte, los rociadores para apagar el fuego no estaban en pleno funcionamiento.
El incendio en el Bronx se suma a los altos índices de contagiosidad por Covid registrados en los barrios populares de Manhattan donde desde el primer día de la pandemia, la población de afroamericanos, latinos, migrantes y trabajadores fueron los principales afectados, con tasas de contagio y muerte muy por arriba de las de otros sectores sociales. El colapso del sistema sanitario junto a los altos costos de una salud privatizada dieron como resultado una mayor profundización en la desigualdad social, esta vez en torno a la pandemia. Una desigualdad que se expresa en todos los planos de la vida y que incluye desde la situación social, económica, educativa y también, por supuesto como lo expresa esta tragedia anunciada, la situación de la vivienda. Una que se consumía en llamas a unos pocos kilómetros de Wall Street, emblema de la especulación financiera, y a pocas cuadras de las lujosas torres de la quinta avenida, parte de una burbuja inmobiliaria que empuja, expulsa, y hasta mata a los residentes de las zonas más pobres que buscan ser gentrificadas por el capital en busca de nuevas ganancias. |