Por las intensas lluvias en los meses de enero, febrero y marzo, la ruta 40 se corta y el río San Juan de Oro se vuelve intransitable para los vehículos. Las tormentas y temporales hace que algunas comunidades queden aisladas por la falta de vías de comunicación entre ellas y obligando a los habitantes de Paicone y alrededores a cruzar el río a pie. Para lograr esto cargan sus pertenencias al hombro y forman grupos que se ayudan unos a otros para evitar que la fuerza que del agua se cobre vidas; como sucedió hace siete años con Genara Licantica quién es recordada por su familia y los pobladores y por lo que siguen exigiendo que se tomen medidas para evitar más fatalidades.
«Hace 20 años que venimos pidiendo puentes y nadie, absolutamente nadie, nos escucha. Muchos políticos conocen el lugar, incluso Morales», dicen los pobladores de Ciénega de Paicone a los medios locales.
Esta situación afecta a los pobladores de Cienaga de Paicone y también a las zonas de Lagunilla, Cusi Cusi y Loma Blanca, que en esta época de lluvias tienen que enfrentar las crecidas que llevan a que el ancho del río alcance los 250 metros.
Exigen un puente para no quedar aislados, para que al pueblo puedan llegar alimentos, medicamentos, ropa y para poder acceder a los servicios esenciales que no abundan y que en pandemia son incluso más necesarios.
Este problema lleva 20 años, las y los vecinos siguen reclamando por las condiciones y ningún gobierno ha dado una respuesta integral; incluso en julio de 2021, el gobernador Gerardo Morales realizó un gran acto de inauguración de obra en Ciénega de Paicone junto a la entonces ministra de Educación, Isolda Calsina, anunciando la construcción del Colegio Secundario N° 9 y entre otras cosas, prometió «una pasarela hasta llegar a un puente» que nunca se cumplió.
La falta de planificación urbana lleva a desastres de estas características, en 20 años no se construyó un puente (!). La Puna y la Quebrada que son vistas por los gobiernos como zona de negocios inmobiliarios o territorio para la minería en manos de las grandes empresas extractivistas muestra claramente que para los gobiernos y funcionarios locales y nacionales importan más los negocios que la vida de las comunidades. |