Podríamos decir que esta semana el “procesisme” ha muerto definitivamente o como mínimo está agonizando. Se podría decir que la presidenta del Parlament ya no hace “jugadas maestras” y obedece al poder judicial del Régimen del 78 de la misma forma que el ex presidente Torrent lo hizo ante la inhabilitación del presidente Quim Torra. Junts Catalunya asumió la inhabilitación del diputado Pau Juvillà a pesar del guirigay y las alegaciones hechas por los partidos independentistas y la Mesa del Parlament
Te puede interesar: El Parlament català no desobedece la Junta Electoral Central y deja sin escaño al diputado de la CUP Pau Juvillà
Junts per Catalunya se llenaba la boca acusando a Esquerra Republicana de arrodillarse ante Pedro Sánchez con la mesa de diálogo y para sostener esto destacaba el exilio de Carles Puigdemont, la inhabilitación de Quim Torra y la imposibilidad de hacer presidentes a Jordi Sànchez i Jordi Turull. Pero esta semana ha demostrado que solo tiene un discurso altisonante contra el Régimen, pero que en los hechos también se adapta.
A partir de la no proclamación de la república catalana (o proclamación simbólica sin efectos jurídicos), ERC y JxCat han hecho todo el posible para matar el proceso y volver a la política autonomista de siempre, la política de la desaparecida y corrupta Convergència i Unió. Para ellos el proceso ha sido la forma de sobrevivir ante la oleada de movilizaciones del pueblo catalán que quería hacer un referéndum de autodeterminación vinculante para definir el estatus de Cataluña: ser una república independiente o formar parte del Estado español.
Después vino el hecho de asumir y participar de las elecciones convocadas por el Régimen del 78 en aplicación del artículo 155. Es decir, que no van a enfrentar al mismo régimen que reprimió al pueblo que había organizado el referéndum del 1O. Explicaron que para vencer al Régimen del 78 teníamos que aceptar sus reglas. JxCat y ERC obtuvieron más votos y escaños que los partidos del 155, pero el Régimen del 78 decidió quién podía ser presidente y quien no.
Esquerra Republicana fue la primera en aceptarlo. El presidente Torrent no intentó, ni siquiera, hacer presidente a Carles Puigdemont, Jordi Sànchez i Jordi Turull. El motivo es que Torrent y ERC no quieren desobedecer (son discípulos de Artur Mas). Y lo volvieron a repetir con la inhabilitación del presidente Quim Torra por colgar una pancarta. Y para coronar este cambio se inventan una mesa de diálogo con el PSOE que impulsó la aplicación del artículo 155.
Y después con los presupuestos basados en los millones de las "ayudas" de la Unión europea, Junts per Catalunya ha empezado a plantearse la "muerte del proceso" o el liberal Jaume Giró como conseller de Hacienda y Jordi Puigneró tratando de pactar con Madrid la ampliación del Aeropuerto del Prat, han sido los primeras pasos. Y la semana pasada la presidenta del Parlament, Laura Borràs, lo confirmó negándose a "desobedecer" a la JEC.
Al fin y al cabo, todos son discípulos de Artur Mas que no desobedeció "" con la "consulta popular" del 9N.
Esquerra Republicana y Juntos no quieren desobedecer el poder de Madrid. Tienen miedo al castigo de la (in)justicia española. Pero adaptándose nunca podrán acordar un referéndum vinculante de autodeterminación. Se niegan a romper con la "legalidad" del Régimen del 78, se arrodillan y prefieren gestionar el dinero del Estado antes que luchar para ejercer el derecho democrático a la autodeterminación de Catalunya.
El proceso y la estrategia del "cómo si"
El procés fue la forma con la cual Esquerra Republicana y la antigua Convergència encontraron para sobrevivir en la oleada de movilizaciones para hacer un referéndum de autodeterminación sobre la independencia catalana. Convergència estaba cayendo en picado en las elecciones y tenía la persecucióndel "3%". Esquerra había perdido su capital electoral por su participación al Tripartito.
El procés fue "como si estuviéramos luchando por la independencia" para evitar ser hundido por las movilizaciones y los casos de corrupción.
Las movilizaciones multitudinarias de julio de 2010 y de la diada del 2012 encontraron a las formaciones de Artur Mas y Esquerra Republicana a contrapie. El primero pidiendo más dinero en el Estado español y haciendo gravísimos recortes que todavía suframos. Los segundos participando del Tripartito, empezando a hacer los primeros recortes, y con el PSC, guardando el discurso independentista durante años en un oscuro cajón.
Artur Mas tuvo que convocar finalmente la "consulta popular" del 9N. Había prometido un referéndum vinculante, pero como no quería "desobedecer" al poder de Madrid, convocó una "consulta popular". A pesar de estar devaluada por los propios convocantes, el pueblo catalán se volcó masivamente a votar y más de dos millones de personas participaron en la constitución de las mesas, en abrir los centros electorales y claro está, en votar.
Artur Mas ganó dos años desde la primera diada multitudinaria. Pero esta "rebelión democrática" como la denominó el mismo President, no tuvo ninguna consecuencia política relativa en cuanto a ejercer la autodeterminación. Y es aquí cuando crean Junts pel Si, que parecía más una bolsa de gatos por las continuas luchas intestinas.
El ascenso de Puigdemont el enero de 2016 y los presupuestos que incluían una partida para hacer un referéndum vinculante permiten ganar algo más de tiempo y se convoca finalmente para el 1 de octubre de 2017. Este referéndum, como todos ya sabemos, contó con la movilización masiva del pueblo catalán y la represión del Estado español. Y el mismo resultado: no ha sido vinculante. Ni Junqueras, ni Puigdemont querían "desobedecer".
Pero el pueblo catalán votó el 21D y lo 14F a las formaciones que hablan de independencia. El 52% del 14F demuestra que todavía hay deseos de independencia y de autodeterminación en muchos sectores del pueblo catalán.
No obstante, es falso que las formaciones votadas sean independentistas, por lo tanto no hay tal mayoría. La CUP dio credibilidad a esta supuesta mayoría y ahora la izquierda independentista y el pueblo catalán se encuentran en una encrucijada.
La izquierda independentista y el pueblo catalán en la encrucijada
Estos cuatro años han sido una demostración día tras día de la vuelta a la política autonomista, tanto de Esquerra Republicana, como de Junts per Catalunya. Han hecho todo lo posible para arrinconar el referéndum del 1O en los días de fiesta, para olvidar los años de prisión de los dirigentes catalanes y la represión judicial y policial que todavía continúa.
Son años de represión constante por parte del Estado español. Centralmente la judicatura con todas las encausadas que están siendo perseguidas por las fuerzas represivas y los jueces franquistas. Pero también hay represión directa del gobierno central contra la lengua y la cultura catalanas.
Ante esta realidad, no es posible hacer un diálogo con el gobierno central y mucho menos "obedecer" al Régimen del 78. Si ERC y JxCat quieren obedecer, es para conseguir la gestión de los millones de los presupuestos catalanes y gobernar a favor de las grandes empresas, con las cuales han tenido muchos contactos discretos en estos cuatro años. Las mismas empresas que el 3O, pusieron tierra de por medio tras la orden del Rey Felipe VI.
Precisamente por todo esto, si el pueblo catalán no rompe con ERC y JxCat estará condenado a sufrir la represión bajo la estrategia impotente del "cómo si" o del "no hemos desobedecido" que tantos años impulsó Artur Mas y continuaron Junqueras y Puigdemont. La CUP y toda la Esquerra Independentista no pueden continuar apoyando políticamente a estas fuerzas sin asumir también esta estrategia impotente. Han perdido un diputado, el peligro es perder el rumbo.
El camino a "Itaca" no tiene "jugadas maestras". Si se quiere hacer un referéndum de autodeterminación vinculante, hay que salir a la calle como se hizo la 1O y con la huelga del 3O para imponerlo. La clase trabajadora y el pueblo catalán, lo hizo.
Para volverlo a hacerlo hay que romper con los representantes políticos de las empresas catalanas que marcharon cuando el pueblo estaba en las calles de Catalunya. El Esquerra Independentista tiene una gran responsabilidad señalando este camino de lucha y organización.
La condición necesaria y urgente es romper el apoyo político a ERC y JxCat y hacer un llamamiento a todos los sindicatos alternativos, a toda la izquierda y colectivos populares de lucha para organizarnos y luchar por la autodeterminación y la defensa de los derechos laborales y sociales que el Régimen del 78 está atacando continuamente. |