Hoy, como todos los días al entrar al aula, tomo lista y pido los cuadernos de comunicaciones; solo pasó un día desde que en el Congreso se voto el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Al revisar los cuadernos, me encuentro con esta nota de una mamá:
Seño:
Le pido un favor, me da vergüenza, pero no estamos pasando por buenos momentos y todo sigue subiendo.
Quería pedirle si pueden darle un par de viandas más ya que hay días que no tengo para darle. Desde ya mil disculpas y gracias.
Y lo de las fotocopias igual en cuanto lo tenga lo llevará.
Pienso ¿cómo se sigue? Un nudo en la garganta, unos ojos redondos y grises me miran desde el banco, esperando una respuesta.
Un informe de UNICEF realizado en el 2021 plantea, de cara a la pandemia, que: “(...) crisis económicas como la vivida contribuyen a profundizar la pobreza y empeorar sus consecuencias para las niñas, niños y adolescentes: pueden llevarlos a abandonar la escuela, a ingresar tempranamente al mercado laboral, a consumir menos alimentos y de peor calidad, a ver restringido su acceso a los servicios de salud y/o a ser víctimas de violencia, entre otros riesgos sociales significativos”.
Es inevitable no ponerse a pensar que el acuerdo no viene más que atacar a los sectores populares con tarifazos, aumento de alquileres y alimentos. La conclusión es que el acuerdo profundizará aún más la pobreza.Con todo esto en mente debo continuar la clase, escribo el día en el pizarrón y me pregunto ¿cuánto más vamos a tener que soportar los trabajadores y sectores populares?
Llega el momento que pasa Mari a servir la leche. Entre vasos de chocolatada y galletitas me cuenta que tiene 6 hijos, que le cuesta mucho que terminen sus estudios y que no tiene agua potable, por lo que prende su bombeador, llena bidones y botellas para tener en el día. Este mes cobró diez mil pesos porque sólo cobra por día trabajado.
No van más de 40 minutos de clase, un poco más de 24 hs. desde la votación en el Congreso, estoy en el pasillo y sigo pensando: ¿Cómo se sigue después de esto? ¿Cómo puede una entrar y seguir la clase? ¿Cómo se le enseña a un niño los derechos que no tiene? ¿Cómo se le enseña a leer, a sumar y restar si tiene hambre?
El informe de UNICEF plantea que “el 54,6% de las niñas, niños y adolescentes vive en situación de pobreza monetaria (7,2 millones) y el 16,9% en pobreza extrema (2,2 millones).”
Pienso en el día de ayer llegando temprano al Congreso, encontrándome con otras docentes, trabajadores y estudiantes que con gran preocupación nos hicimos presentes para decirle no al FMI. Mientras tanto, adentro del recinto, brotaba la alegría en la cara de los diputados del Frente de todos y Cambiemos ante el acuerdo. La alegría por arrastrar al pueblo a situaciones de límite económico, por endeudar a las futuras generaciones por más de 20 años. ¿Es eso algo para festejar?
Si vamos a los datos concretos, según el informe de UNICEF, “desde 1950 a 2020 Argentina atravesó 15 recesiones, es decir, episodios de uno o más años consecutivos de crecimiento negativo”. Se dice que lo única salida posible es el pago de la deuda porque sino, se viene el default. Sin embargo, el crecimiento negativo nunca dejó de ser una opción: ¿eso no preocupa?
Un día más en el cole se termina, la solidaridad de clase se hace presente entre los maestros y maestras pensando cómo ayudar a esta familia y las que vendrán. Pienso que nos quedan muchas peleas por dar, seguir en las calles, denunciando los ataques que se vienen. Para eso tenemos que ser miles organizándonos y decirle no al ajuste. Decirle no a que nos roben el futuro una vez más. Que la crisis la paguen quienes que la generaron, no nosotros los trabajadores y el pueblo pobre. |