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La Izquierda Diario
11 de agosto de 2015 Twitter Faceboock

BRASIL – CRISIS DEL PT
Una mirada sobre la trayectoria y el destino de José Dirceu
Thiago Flamé

La operación ideológica que involucra las dos detenciones del histórico dirigente petista es presentar a Dirceu como un revolucionario o socialista y al mismo tiempo como el organizador del mayor esquema de corrupción de la historia del país.

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A pesar de los aspectos que la trayectoria de José Dirceu tiene de extraordinario, fuera de la media, es suficientemente representativa del camino que siguió toda una generación de combatientes que terminaron entregando las armas y cambiaron de lado.

El revolucionario italiano Antonio Gramsci elaboró el concepto de transformismo, muy utilizado para describir al PT. La integración plena del PT a la política burguesa, sintetizada dramáticamente en los casos de corrupción que circulan por los medios internacionales, podría encuadrarse perfectamente en ciertas temáticas gramscianas, en especial la del transformismo, categoría con la cual el comunista italiano analizaba la cooptación por las clases dominantes de los elementos dirigentes de los sectores populares.

En este artículo rescatamos la cita de Gramsci en la que plantea: “a través de la absorción gradual, pero continua y con métodos de variada eficacia, de los elementos activos salidos de los grupos aliados y hasta de los grupos adversarios que parecían enemigos irreconciliables. En este sentido la dirección política se convirtió en un aspecto de función de dominio, porque la absorción de las elites de los grupos enemigos lleva a la decapitación de estos y a su aniquilación por un período frecuentemente muy largo”. (Gramsci, Cuadernos de la Cárcel, Cuaderno 19, §24)

Partiendo de este concepto, demos una mirada sobre la historia de José Dirceu, los caminos de su transformismo y su desenlace, que por ahora, parece ser el final. La trayectoria no es la de un revolucionario consecuente, que en algún momento simplemente se desvío de su camino como es presentado por sectores de la izquierda. Ni mucho menos la de alguien que busca construir con métodos burgueses, una contra hegemonía al orden burgués, como lo presentan los portavoces de la derecha más reaccionaria, Reinaldo de Azevedo u Olavo de Carvalho.

José Dirceu fue parte de una generación de jóvenes que se dedicó sinceramente a la causa de la revolución. Luego de las rupturas con el Partido Comunista, a partir de que el golpe militar de 1964 dejara en evidencia la falencia de la estrategia de conciliación de ese partido, muchos encontraron como estrategias alternativas las derivadas de la revolución china y cubana.

Aunque con diferencias, ambas tienen en común la ausencia de organismos de autodeterminación de las masas, sustituidos por ejércitos guerrilleros. Con la derrota del ascenso revolucionario iniciado en 1968, y el comienzo de la restauración capitalista hacia el final de los años setenta, el inicio de la ofensiva neoliberal, muchos de los antiguos guerrilleros sustituyeron esta estrategia revolucionaria equivocada por la disputa de posiciones al interior del aparato estatal, abandonando cualquier perspectiva de revolución. Dirceu es solo una figura emblemática de toda esa generación militante que en Brasil y en diversos países, sea de antiguos partidos stalinistas o de grupos guerrilleros, pasaron a ser los administradores del estado capitalista asumiendo incluso un programa neoliberal, el pragmatismo típico del mismo, además de los métodos de corrupción inherentes al Estado burgués.

De la lucha contra la dictadura a la defensa de la democracia capitalista

José Dirce inició su vida política antes del golpe de 1964 y adhirió desde muy temprano a las filas del Partido Comunista. Luego del golpe se sumó a las disidencias que se constituyeron en varios estados del país, principalmente en la juventud. En su caso era parte de la disidencia de San Pablo.

Después de preso en el Congreso de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), fue uno de los presos políticos liberados en el secuestro del embajador americano. Retornaría clandestinamente a Brasil dos veces más, en 1971 y algunos años después, con el rostro transformado por una cirugía plástica que se hiciera en Cuba. Permaneció clandestino en estas condiciones hasta la amnistía en 1979.

Luego formó parte del PT desde su fundación. Integra la corriente Articulación referenciada en Lula, que cumple el papel de controlar al PT e impedir que el partido expresara las tendencias más radicalizadas del movimiento de masas. Hacia el final de la década de 1980 es uno de los dirigentes de campaña para centralizar las tendencias internas del PT y expulsar las consideradas como radicales, particularmente las trotskistas como Convergencia Socialista, hoy PSTU, y Causa Obrera, hoy PCO.

Dirceu inicia el primer ciclo de su proceso de transformismo en el exilio y en la clandestinidad y lo completa con el proceso de formación de Articulación y la consolidación de una mayoría estable en el PT, opuesta a cualquier acción que pudiera desestabilizar la Nueva República gobernada entonces por José Sarney, el ex político del partido militar Alianza Renovadora Nacional (ARENA).

De la oposición al gobierno

En 1995 Dirceu asume la presidencia del PT, cargo que ocuparía nuevamente en 1997 y 2001. Lidera el proceso de modernización conservadora del PT, es decir, de ampliación de las alianzas con los partidos del orden, preparando al PT para convertirse en el gran partido del orden.

En las elecciones de 1989 el PT se había aliado a un partido burgués, el Partido Socialdemócrata Brasileño (PSB). Pero será durante los noventa que este curso se profundiza, principalmente con la gestión de una serie de intendencias avanzando en el camino de integración del PT al orden dominante, iniciado con la conquista de la intendencia de San Pablo por Luiza Erundina en 1988.

Ampliando las alianzas a derecha y moderando su discurso, el PT se fue mostrando como un partido confiable a los ojos de las clases dominantes para gobernar el país. En 2002, frente a la enorme crisis del neoliberalismo y de los tucanos (PSDB), el PT puede cumplir el papel de defensor del orden para el cual Dirceu y el campo mayoritario dirigido por Lula venían preparándose desde hace más de una década.

Al llegar al gobierno, el hombre fuerte de la máquina del PT busca trasladar este papel al propio aparato estatal. Como jefe de la Casa Civil (Jefe de Gabinete) Dirceu completa el segundo ciclo del transformismo. Una vez que ha logrado ocupar posiciones claves en el Estado capitalista sigue el mismo camino que otros muchos dirigentes del PT sindicalistas o ex guerrilleros. Pasaron a ser administradores de los fondos de pensión y los controladores de los presupuestos estatales, fundamentales para el capitalismo brasilero. En esta posición Dirceu utiliza supuestas consultorías de empresarios para enriquecerse y acumular millones. De la lucha contra la dictadura, pasando a cumplir un papel clave en el proceso de moderación del PT, Dirceu apostó a acumular su propio capital y no solo ideológico sino material, transformarse en un capitalista.

La burguesía no lo aceptó como uno de los suyos

En este sentido, es irónico el destino de Dirceu. Cumplió un gran papel histórico para el mantenimiento del orden burgués al ayudar, en cada paso de su historia desde la transición, a encuadrar al PT y transformarlo en un partido funcional a los capitalistas. Ahora, la misma burguesía que Dirceu tanto ayudó, lo arroja a la cárcel nuevamente. No es acusado por luchar contra la dictadura sino de utilizar en su beneficio los mismos mecanismos que la burguesía utiliza.

La segunda prisión de Dirceu acaba cumpliendo un gran papel para las clases dominantes. Sirve para debilitar aún más al PT en las actuales disputas ministeriales, en las que el partido viene cediendo espacio al PMDB y sirve para desprestigiar la figura de Lula, en la medida que Dirceu es indicado como el hombre fuerte de Lula. Sirve también a un interés ideológico, más profundo. Identificar a Dirceu con el socialismo y la izquierda, para desprestigiar las propias ideas. La verdad es que desde hace mucho tiempo Dirceu abandonó sus ideales revolucionarios, incluso equivocados, para convertirse en un arquitecto del orden burgués, ahora rechazado por los mismos capitalistas.

 
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