La legisladora del bloque liderado por Ricardo López Murphy, “Republicanos Unidos”, difundió en sus redes sociales el anuncio de un proyecto de ley titulado “Antiproselitismo escolar” que establece la posibilidad de sumariar docentes mediante de un “Sistema de Denuncias Anónimas” a cargo del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.
El proyecto, elaborado en base a supuestas “conversaciones y reclamos” según Kienast, apunta a “garantizar a todos los chicos la posibilidad de que sean educados en un contexto de pluralidad de ideas” contra los y las docentes que “imponen su pensamiento o visión política a todos sus alumnos”, terminando con “situaciones de abuso de poder, adoctrinamiento y proselitismo”.
Es curiosa la preocupación de Kienast, teniendo en cuenta que sus declaraciones se dan en el marco de la imposición, por parte del Ministerio de Educación porteño, de políticas educativas inconsultas, como la reforma del estatuto docente, el dictado de “educación financiera” a través de empresas como Mercado Libre y la mantención del importante subsidio estatal a escuelas religiosas: este adoctrinamiento por parte de la Iglesia y los empresarios, claramente, no es el que le preocupa a la legisladora.
Este proyecto de ley se presenta en sintonía con la pedagogía de mercado impulsada por Soledad Acuña en la Ciudad, pues para garantizar la imposición de los intereses de la clase dominante, se necesita del control y la persecución al pensamiento crítico. De esta manera, por un lado, se promueve una escuela en la que sean las empresas quienes formen y empleen mano de obra barata a través de pasantías obligatorias junto al dictado de “educación financiera” en las aulas y, por el otro, se amenaza a quienes no se ajusten a las demandas de los empresarios.
Además, el proyecto evidencia un notable desconocimiento del Diseño Curricular vigente, el documento a partir del cual los y las docentes construyen la planificación de sus clases. Dice la fundamentación del proyecto que mantener “una posición ideológica, opinión política y gremial respecto de situaciones de trascendencia social, no persiguen la educación de los niños, sino influenciar sus mentes por vía de un proselitismo inaceptable en el ámbito de la escuela pública”. De esta manera se niega y se omite el rol docente como promotor de análisis y mirada crítica sobre lo que sucede en el mundo. Así, el aula como espacio de acción y reflexión no sólo es cuestionado, sino que también es subestimado a partir de una visión falsamente aséptica del educar, como si no constituyera un hecho político.
Entonces, no es de extrañar que este proyecto de ley, viniendo de una legisladora que se negó a conmemorar el 24 de marzo de 1976, entienda que la construcción del conocimiento a partir de la reflexión y la crítica es sinónimo de “influenciar mentes”, de la misma manera que lo entendió la Junta Militar durante la última dictadura. |