Una vez más el Poder Judicial garantiza la impunidad de un empresario genocida. En este caso se trata del exgerente de Mercedes Benz, Juan Rolando Tasselkraut, a quien los trabajadores denunciaron por su participación directa en la entrega de 17 trabajadores, de los cuales continúan desaparecidos 14 de ellos.
La jueza federal Alicia Vence, la misma que elevó a juicio la causa en la que fueron imputados gerentes de Ford por el secuestro y tortura de 24 trabajadores, no sólo dilató a más no poder la citación a indagatoria del exgerente de Mercedes Benz, si no que ahora en una resolución bochornosa lo sobreseyó, según ella: "a pesar del conocimiento que pudieran haber tenido acerca de las detenciones de los obreros y de los miembros de la comisión interna de Mercedes Benz". Indigna semejante aval a la impunidad empresarial.
La fiscalía a cargo de Federico Delgado, había acusado al exgerente de la automotriz por: "ejecutar el plan de represión implementado por el entonces gobierno de facto".
Como denunció Ramón Segovia uno de los ex obreros de Mercedes en la Megacausa de Campo de Mayo: "Está comprobada la responsabilidad de la empresa y los aportes económicos que hacía Mercedes-Benz a la dictadura con dinero y las unimog. Hasta donaron un equipo de neonatología al Hospital Militar de Campo de Mayo para los nacimientos en cautiverio en 1975. Los ejecutivos de Mercedes-Benz les dieron los datos a los represores para el secuestro de los compañeros. La impunidad que mantiene la Justicia, sobre todo para los empresarios, está clara. Hacen muy largos los procesos. Esta es la quinta vez que declaro en esta causa. Más allá de la condena a los dos ex gerentes de Ford que es muy importante, muchos empresarios y represores ya se murieron impunes".
La dictadura le permitió a Mercedes Benz librarse de la organización de los trabajadores y aumentar en forma descomunal la productividad, de la que tanto se habla últimamente. No sólo eso, se estatizó su deuda de 98 millones de dólares y el ejército pasó a ser su principal cliente.
Durante el Juicio de la Verdad que se realizó contra directivos de la empresa, uno de ellos confesó que la empresa tenía una red de espionaje propia y que entregó nombres y direcciones de la comisión interna, vinculándolos con la subversión. El pez por la boca muere (o mata).
Los empresarios responsables del genocidio de clase, a más de 46 años de sus crímenes en su gran mayoría no fueron ni siquiera procesados. Los pocos que fueron procesados gracias a la lucha de sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos, cuentan con el aval del poder político y judicial para dilatar las causas y lograr la impunidad. |