Este artículo fue publicado originalmente en Left Voice, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.
Hace treinta años, parafraseando a André Gorz, los teóricos de la academia se despidieron del proletariado. Argumentaron que los cambios en el proceso laboral en las últimas décadas del siglo XX habían marcado un debilitamiento inexorable del poder de la clase trabajadora. Otros más decretaron su inevitable extinción.
Incluso en ese momento era difícil argumentar que el proletariado se había extinguido, ya que la clase trabajadora siguió creciendo y expandiéndose a nivel mundial, todavía hay quienes siguen argumentando que los trabajadores van a desaparecer debido a la automatización. Otros evocaron imágenes de hombres blancos con cascos cuando se piensa en sindicatos y trabajo, y acusaron a los marxistas de reduccionismo cuando hablamos de la importancia central de la clase trabajadora.
Este Primero de Mayo refuta todas estas teorías
En este momento se evidencian dos verdades claves: la clase obrera es heterogénea, y la clase obrera es fundamental. No será reemplazada por máquinas, pero las máquinas impulsarán la hiperexplotación y vigilancia de los trabajadores. Y en este contexto, la clase trabajadora de los Estados Unidos está en movimiento, impulsada por la solidaridad con otras y otros trabajadores y sectores oprimidos, así como por el odio hacia los patrones multimillonarios.
Este Primero de Mayo marca un cambio radical
Este año, la clase obrera está en los titulares de todos los periódicos importantes, y parece que todos los días se presentan trabajadores de nuevos lugares de trabajo para sindicalizarse. Según un informe de la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), del 1 de octubre al 31 de marzo, “las peticiones de representación sindical presentadas ante la NLRB aumentaron un 57 %, de 748 a 1174 durante la primera mitad del año fiscal 2021”. Estados Unidos se ha visto sacudido por la victoria histórica del primer sindicato de Amazon, derrotando a la segunda empresa más grande del país y a uno de los hombres más ricos del mundo: Jeff Bezos.
Mientras tanto, los trabajadores de Starbucks en todo el país también se están sindicalizando: al momento de escribir este artículo, 42 tiendas se han sindicalizado y aproximadamente 250 sedes están esperando elecciones.
Estos cambios en la clase trabajadora tienen raíces profundas: la recesión de 2008 abrió una crisis para el neoliberalismo que no ha sido resuelta. Occupy Wall Street trajo una noción elemental de las desigualdades de clase que ha vuelto a la conciencia de las personas: "Somos el 99%". El primer levantamiento de Black Lives Matter en 2014 enseñó a millones de personas que la representación no es liberación. Bernie Sanders aprovechó este descontento durante su candidatura presidencial de 2016 y fortaleció la idea de que la clase trabajadora merece más, al tiempo que dirige el descontento al cementerio de los movimientos, el Partido Demócrata.
Los años de la presidencia de Trump se caracterizaron por protestas masivas y el resurgimiento de la clase trabajadora, contradictoriamente se llevó a cabo en los estados conservadores una ola de huelgas docentes (aquellos estados que fueron llamados “Revuelta del Estado Rojo” -“Red State Revolt”).
Pero quizás nada haya moldeado a la clase trabajadora más profundamente que la pandemia.
Durante más de dos años, con los casos de covid-19 y las muertes aumentando en todo el país, los trabajadores arriesgaron sus vidas mientras sus jefes y corporaciones aumentaban su riqueza exponencialmente y se escondían en sus casas de vacaciones. Los trabajadores esenciales mantuvieron a la sociedad en funcionamiento, desde la atención médica hasta el transporte, la educación y la alimentación. Fueron llamados "héroes", y lo fueron.
Y durante la pandemia, la clase trabajadora ha aprendido de las formas más viscerales y brutales que sus jefes los matarían para obtener ganancias. Viniendo de sus jefes, la retórica del “héroe” era ofensivamente cínica, ya que a los trabajadores se les daba poco más que “fiestas” con pizza como agradecimiento. Los trabajadores todavía están sobrecargados de trabajo y mal pagados.
Pero hemos estado luchando
El otoño pasado, la clase trabajadora irrumpió nuevamente en escena durante “Striketober”. Desde Kellogg hasta John Deere, y desde la minería hasta la educación superior y la atención médica, los trabajadores utilizaron la herramienta más poderosa de su arsenal: la huelga.
Al mismo tiempo, la “Gran Renuncia” (Great Resignation) puso nerviosos a los capitalistas. Millones de trabajadores renunciaron a sus trabajos, negándose a aceptar malas condiciones laborales, los bajos salarios y ambientes estresantes, y la forma abusiva en que eran tratados por los patrones.
Las experiencias de la clase trabajadora en la pandemia crearon una intensa ola de odio de clase, pero también elevaron nuestra moral, orgullo, autoestima y expectativas. Los trabajadores tomaron conciencia de nuestro papel esencial en la sociedad. Ahora, millones de personas han comenzado a identificarse no como la ilusoria “clase media”, sino como personas orgullosas de la clase trabajadora.
En los últimos meses, hemos visto el aumento de la sindicalización en los lugares de trabajo. El Sindicato de Trabajadores de Amazon y la ola de sindicatos de Starbucks han puesto la necesidad de sindicatos sobre la mesa en el mapa. Los jóvenes al frente de este proceso han sido denominados “Generación U”, por Union(sindicato). La aprobación de los sindicatos está en su punto más alto en los últimos 50 años, especialmente entre los jóvenes.
Estos nuevos sindicatos aún tienen muchas luchas por delante. Están tratando de ganar sus primeros convenios mientras los directores ejecutivos de Amazon y Starbucks luchan por enterrarlos y dar este ejemplo para que el resto de la clase trabajadora nunca siga sus pasos. Al mismo tiempo, la lucha por los nuevos contratos se produce en medio de una inflación masiva y la prioridad federal de Joe Biden de aumentar el gasto militar.
Los patrones no entregarán buenos contratos, y querrán obtener la mayor ganancia posible de los trabajadores. Nuestros sindicatos deben estar preparados para luchar utilizando el método que ha ganado todas las reformas importantes para la clase trabajadora en los últimos 100 años: nuestra capacidad de hacer huelga. Cerrar Amazon por un día, o incluso unas horas, le costaría a la empresa millones de dólares; después de todo, sus ingresos diarios superan los 638 millones de dólares. Los patrones no hacen ningún trabajo, los trabajadores producen estas grandes ganancias. La capacidad de hacer huelga es la capacidad de poner de rodillas a los patrones y al sistema capitalista.
El movimiento obrero tiene muchas más luchas que emprender
Debemos luchar para sindicalizar todos los lugares de trabajo, incluidos los trabajadores indocumentados, a tiempo parcial y subcontratados. En Amazon, eso incluye a los conductores hiperexplotados que incluso orinan en botellas de agua para cumplir con los tiempos de entrega de la empresa.
Debemos luchar por un salario mínimo de US$30 la hora para todos, el salario que el Sindicato de Trabajadores de Amazon (ALU) exige para los trabajadores de Amazon en Staten Island. Quince dólares no es un salario digno, ni siquiera en las ciudades más baratas de Estados Unidos. Los empleadores y Wall Street advierten de manera predecible, pero falsa, que los aumentos salariales están impulsando la inflación y presionarán por topes salariales. Ganar un salario digno que eleve las expectativas de toda la clase trabajadora es algo que los capitalistas intentarán evitar a toda costa, y debemos prepararnos para esta batalla.
También debemos luchar contra todas las leyes antisindicales y antihuelgas actualmente vigentes. Eso incluye la Ley Taylor, que establece que es ilegal que los trabajadores del sector público se declaren en huelga en la ciudad de Nueva York. También incluye el voto sindical de dos partes en los lugares de trabajo que obliga a los sindicatos a pasar por dos elecciones.
Tenemos que derrocar las prácticas antisindicales que están legalizadas de hecho con la complicidad de la NLRB, que permite el uso de empresas antisindicales y reuniones para intimidar a los trabajadores. Debemos luchar contra las represalias hacia los trabajadores que se están sindicalizando; por ejemplo, desde febrero, al menos 18 trabajadores han sido despedidos en Starbucks por organizarse.
Las direcciones sindicales no han estado a la altura de la tarea de defender el derecho básico a la sindicalización; no han organizado a los no organizados, sino que han puesto su dinero y sus recursos al servicio de los políticos del Partido Demócrata. Han permitido que pasen décadas de ataques a los derechos laborales, razón por la cual incluso los trabajadores sindicalizados, como los trabajadores de la salud y los maestros, tienen salarios bajos, agotamiento, y están desempeñando un papel central en “La Gran Renuncia”. La estrategia de las direcciones sindicales de subordinar las organizaciones de trabajadores al Partido Demócrata está en bancarrota. Ni bajo la administración Obama ni la administración Biden, cuando los demócratas han tenido mayorías en el Congreso, los demócratas han aprobado leyes que facilitara la sindicalización, como la Ley PRO.
Para que los sindicatos sean instrumentos de lucha, deben democratizarse y romper con el Partido Demócrata. Necesitan desarrollar un sindicalismo de base, que ya vimos detrás del triunfo del sindicato de los trabajadores de Amazon –ALU; los sindicatos deben estar dirigidos por los trabajadores.
Debemos luchar para que Amazon devuelva los miles de millones en subsidios que los gobiernos estatales le han dado para construir almacenes. El gobierno no tiene por qué dar un solo centavo a una empresa de un billón de dólares que hiperexplota a los trabajadores.
Pero cada sindicato de forma individual no puede asumir todas estas tareas por sí mismo. La ALU mostró el camino a seguir en una manifestación el domingo 24 de abril frente a los almacenes de Staten Island que reunió a los líderes sindicales de la Federación Estadounidense de Maestros, los Teamsters, la oficina de correos, el metro de la ciudad de Nueva York y otros. Estos sindicatos, junto con las organizaciones comunitarias y las organizaciones de izquierda y socialistas, deben trabajar juntos para organizar un plan de lucha, la movilización y acción que luche por lo que merecemos y sea un infierno a los patrones.
Estos sindicatos deben asumir las demandas de las y los oprimidos, como la lucha contra el racismo y la homofobia y la transfobia. En todo el país, varios sindicatos han asumido las demandas específicas de sus trabajadores más oprimidos, como los trabajadores de Amazon en Minnesota, que realizaron una huelga para exigir que los trabajadores musulmanes tengan tiempo libre para celebrar el Ramadán. En marzo, los trabajadores de los medios digitales en medios como Jezabel hicieron de la atención médica trans inclusiva una de sus demandas centrales. Hace apenas una semana, los trabajadores de Wendy’s en Carolina del Norte realizaron una huelga contra el acoso sexual por parte de la gerencia.
A medida que se aprueban proyectos de ley anti-trans y anti-LGBTQ+ en los Estados Unidos y el derecho al aborto se ve amenazado, nuestros sindicatos y el movimiento emergente de la clase trabajadora deben actuar como un pilar contra el avance de la extrema derecha y contra todas los leyes que amenazan a las y los oprimidos.
Si bien se nos niegan derechos básicos como el acceso a la atención médica, la educación y la vivienda, el gobierno, ya sea que esté dirigido por demócratas o republicanos, no duda en gastar miles de millones de dólares en el ejército. La “Generación U” ha inspirado a los trabajadores en todo el mundo y es muy consciente de la opresión racista y xenófoba.
Estos trabajadores deben desarrollar la solidaridad internacional con la clase trabajadora del Sur Global, que está oprimida por el imperialismo estadounidense. Las corporaciones que nos explotan, nos despojan de nuestros derechos y se enriquecen a costa nuestro lo hacen a una escala aún mayor en todo el mundo. Debemos enfrentarnos a la maquinaria militar estadounidense y luchar contra el enorme presupuesto militar. Es clave que la clase obrera estadounidense rechace la propaganda a favor de la guerra en los medios; no tenemos nada que ganar con la guerra de Biden en Ucrania, aunque los trabajadores tampoco tienen nada que ganar con Putin o Zelensky.
El internacionalismo y el antiimperialismo son vitales. Así como millones de trabajadores en todo el mundo celebraron la victoria de los trabajadores de Amazon en el corazón del imperialismo, también nosotros debemos estar emocionados y rodeados de solidaridad con cada lucha de los trabajadores.
Que este Primero de Mayo marque el comienzo de un nuevo movimiento obrero combativo en los Estados Unidos, en la tradición de los mártires de Chicago que conmemora el Primero de Mayo. Recordemos y volvamos a lo mejor de la Huelga de Pan y Rosas de 1911, la Huelga General de Seattle de 1919, la Huelga General de Minneapolis de 1934 y las huelgas de brazos caídos de los años treinta.
Todas las organizaciones de izquierda socialista debemos abrazar como objetivo central la unidad de las filas de los trabajadores y el triunfo de las luchas en curso. Hay un gran potencial para que surja de dentro de estas luchas un sector que además de organizarse y luchar en los lugares de trabajo, sepa organizar una alternativa política independiente de los partidos de los capitalistas, del Partido Demócrata y Republicano, que representan a nuestros explotadores.
Traducción: Gloria B. Grinberg |