La tendencia inflacionaria registrada desde finales de 2021 continuó durante abril, con un aumento del 7.68% anual, el nivel más alto en los últimos 21 años (en enero de 2001 fue de 8.11%).
Se trata del tercer mes consecutivo de aumento del Índice Nacional de Precios al Consumidor. En marzo la inflación fue del 7.45%.
Con lo registrado en abril, la inflación suma 14 meses consecutivos por fuera del objetivo del Banco de México, fijado en 3% +/- 1.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la actual tendencia inflacionaria responde principalmente al incremento en los precios de productos agropecuarios, gasolina de bajo octanaje y alimentos procesados.
Entre los productos que más subieron de precio están el jitomate (20.23%), el aguacate (13.94%), el pollo (2.94%), la tortilla de maíz (2.18%) y la gasolina de bajo octanaje (1.36%).
Entre las principales causas de los incrementos inflacionarios en todo el mundo está la guerra en Ucrania, que afecta los precios de los energéticos y de los alimentos. Esto se suma a los efectos de los cambios en los patrones de consumo durante la pandemia (mayor consumo de bienes en detrimento de los servicios) y a las interrupciones en las cadenas de valor globales, por la falta de componentes o de medios para transportarlos, por ejemplo.
Las consecuencias de los aumentos de precios las viene pagando el pueblo trabajador con un empeoramiento en sus condiciones de vida. En México, los últimos aumentos salariales se han visto anulados por la inflación.
Frente a este escenario, el gobierno de López Obrador se niega a implementar un control de precios en beneficio del pueblo trabajador. En lugar de eso presentó un Paquete Contra la Inflación y la Carestía, que incluye medidas como subsidios a distintas ramas industriales, eliminación de impuestos de importación para algunos productos de la canasta básica y estímulos a empresas privadas, priorizando así la protección a los intereses de los grandes empresarios.
Para que las consecuencias de la inflación y la crisis económica no sean descargadas sobre la clase trabajadora y el pueblo pobre es fundamental la organización y la movilización de las y los trabajadores para luchar por un aumento salarial de emergencia superior a la inflación y para que los salarios se incrementen automáticamente de acuerdo a la misma, así como por una política efectiva de control de precios, que prohíba a los empresarios aumentar los precios a su conveniencia, garantizada por medio de comités de trabajadores y consumidores.
Las centrales y organizaciones sindicales que se reclaman democráticas deben romper la tregua que mantienen con el gobierno y ponerse al frente de impulsar la movilización unitaria contra la carestía, por salarios que alcancen y por plenos derechos laborales para mejorar las condiciones de vida del pueblo trabajador. Son las bases trabajadoras con su organización desde abajo quienes pueden imponerlo. |