En el marco de la nueva gira por el Conurbano, se presentó la obra “8 veces te dejo” de Elvira Gómez. La misma trata sobre una relación de pareja entre dos personas con distintos proyectos, y mostrando el desgaste y las recomposiciones a través del tiempo. Una gran puesta con la propia Elvira Gómez, Hernán Vázquez y Pablo Batista sobre el escenario, y la dirección de Gabriel Beck.
Trigal, ¡ay trigal!...
Trigo maduro hay en tu pelo
Robó quizá la luz al sol...
Yo soy el dueño de tu fruto...
Soy el molino de tu amor...
El teatro El Refugio, cito en Maipú 540, de la localidad de Banfield, te recibe en la puerta de la sala con la foto de dos íconos nacionales y vecinos del barrio: Sandro y Cortázar. Y cuando entrás a la sala te recibe la inconfundible voz del Gitano Sandro con “Trigal”. Quizás un adelanto de lo que está por venir…
Es que la obra trata sobre esos amores “románticos”, hasta obsesivos en los detalles, en lo cercano, pero que hace agua cuando los ponés en perspectiva. Es decir que crecen, pero no se desarrollan, que vienen flojitos de cimientos.
A lo largo de un poco más de 60 minutos, en donde nunca se pierde la atención del espectador, a partir de actuaciones sólidas, se van sucediendo escenas de la “vida cotidiana” de lxs protagonistas, en donde se va descubriendo a Laura (¡Elvira Gómez, brilla!), como esa chica romántica, casi crédula de un amor eterno, junto a una pareja estable. Y ahí aparece Steven (¡Hernán Vázquez, tremendo!) que desde un primer momento se “planta” como muy distinto a ella, pero a la vez, enamoradísimo de Laura. ¿Entonces dónde estará el conflicto? Quizás la respuesta sean esas presiones externas que le causan pánico a Steven, esas que vienen desde esta sociedad donde la familia tradicional todavía sigue siendo “la ley”, a pesar de los grandes avances logrados.
Las situaciones en donde los personajes dejan al desnudo sus bellezas, pero también sus miedos, sus miserias, se van atando de manera vertiginosa, y nunca pierden ritmo a lo largo de toda la puesta.
Esos diferentes momentos temporales de la obra, ya que en ella transcurren seis años de la vida de estos personajes, son presentados por un narrador indispensable. Pablo Batista (¡Excelente!) es quién tiene esa tarea. Él será el encargado de ir relatándonos también los quiebres de esa tranquilidad de pareja, que a lo largo de seis años son nada menos que ¡8!
Pero para dejar algo, primero hay que tenerlo, entonces a cada abandono, le sobrevino una nueva reconciliación. Esos idas y vueltas no son gratuitos, y dejan en evidencia también conceptos sobre la infidelidad, y cómo el tiempo también opera como desgaste natural. Todos conceptos si se quieren, discutibles y subjetivos, pero que hacen a esta sociedad basada en relaciones monogámicas.
¿Ahora, esto se puede sostener por siempre? No vamos a spoilear en final, solo dejaremos, otra vez, las palabras de Sandro, que desde el clásico “Dame fuego”, cerraban esta fantástica y divertida obra:
Sin tu fuego se apagó mi vida
Desde que tu amor no está
Soy madera que ya no se enciende
Si me falta tu mirar
Soy ceniza que nadie recoje
Soy un llanto más
Y en la noche larga
Mi grito de ayuda quizá escucharás
Y dame el fuego, dame, dame el fuego
Y dame el fuego de tu amor.