Los participantes en la reunión de política monetaria de la Fed, la Reserva Federal de Estados Unidos, de mayo apoyaron una suba de las tasas de interés de medio punto porcentual en junio y de la misma magnitud en julio. Con esta medida le dan continuidad al plan comenzado semanas atrás con el fin de bajar la inflación que desde marzo se encuentra por encima del 8 % interanual. Esta orientación podría dar lugar a una baja del crecimiento o una recesión (disminución sostenida de la producción) en la potencia imperialista y presionar en el mismo sentido al resto de los países del globo, poniendo en peligro los puestos de trabajo y los ingresos de millones de personas.
El Banco Central norteamericano viene de elevar el rango de las tasas a un rango entre 0,75 % y 1 %, con la suba de 50 puntos básicos a principios de mayo, algo que no sucedía desde el año 2000 y que se repetirá en los próximos meses. En este sendero, las tasas de interés de Estados Unidos podrían terminar entre 2,5% y 2,75% a fin de año.
La inflación internacional se encuentra en valores elevados hace más de un año y es uno de los principales síntomas de la crisis en que se encuentra el sistema capitalista. Entre las principales causas están los problemas en la producción y transporte de los bienes en todo el mundo y la suba de los precios de las materias primas, dos factores que se ven agravados por el conflicto geopolítico entre la OTAN y Rusia, que estalló con la invasión de este último a Ucrania.
La suba de los precios viene siendo la mayor en 40 años en el país del norte, habiendo registrado un 8,3 % interanual en abril, sólo dos décimas menos que el pico de marzo. En las actas de la Fed, los funcionarios admiten que es "demasiado pronto para confiar en que la inflación ha tocado techo". La autoridad monetaria de Estados Unidos buscando bajar la inflación, corre el riesgo de dar lugar a una recesión (caída sostenida de la producción).
La elevación de tasas de interés es una forma de los gobiernos capitalistas de buscar frenar la inflación en los países centrales, poniendo un límite a la expansión de la demanda (el consumo), al crédito, y así también repercutiendo negativamente sobre el crecimiento de la economía. Al ser más rentable dejar los dólares en los bancos y más costoso pedir préstamos, se espera bajar la presión sobre los precios de los bienes, pero de no tener éxito podría traer graves consecuencias para la población que depende de trabajar para vivir.
El aumento de las tasas favorece un movimiento de capitales hacia el dólar como refugio. Esto implica el desarme de inversiones en monedas nativas para dolarizarse sumando presión sobre la demanda de dólares, ya se puede observar el fortalecimiento de la principal moneda internacional en las últimas semanas. Esto podría presionar sobre el ritmo de devaluaciones, como puede ser el caso de Argentina, donde se prevé debería acelerarse para cumplir con las metas pactadas con el FMI. Pudiendo volverse un factor más para el crecimiento de la ya elevada inflación local.
Otro impacto de esta política de tasas en la principal economía del mundo es el encarecimiento del crédito internacional (en dólares). Afectando sobre todo a países deudores del FMI, por ejemplo. Se restringirá el acceso a nuevo crédito, volviéndose más elevado el costo de la deuda en dólares, que en países como Argentina complican las perspectivas de crecimiento, en un marco de creciente crisis social y elevada inflación.
Para Argentina en particular ante la falta de divisas y el sometimiento al acuerdo de ajuste con el Fondo Monetario, la política de la Reserva Federal sólo puede agravar su situación. Estados Unidos profundizará el saqueo sobre el Estado argentino y mediante las exigencias del FMI pretenderá garantizar que los costos recaigan sobre los trabajadores, los jubilados y sus familias. El desconocimiento soberano de la fraudulenta deuda externa será aún más necesario para liberar al país del atraso y la dependencia.
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