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29 de mayo de 2022 Twitter Faceboock

Ideas de Izquierda
Foro de Davos: todos los fantasmas, todas las calamidades
Pablo Anino | @PabloAnino

Un documento presentado por el FMI a propósito de la celebración del Foro Económico Mundial de Davos hace una seria advertencia: el mundo enfrenta el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial. No solo eso: se amontonan una crisis sobre otra en la economía mundial. El FMI teme que las tendencias a la fragmentación geoeconómica impidan una respuesta global a las diversas crisis. Los pronósticos oscuros sobre el futuro: ¿recesión o estanflación? Los bancos centrales en guerra contra el salario y el empleo.

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El jueves 28/5 finalizó el Foro Económico Mundial de Davos. Este año volvió a ser presencial luego de dos versiones virtuales por el Covid. Davos reúne cada año a la elite económica, a los multimillonarios, a los líderes empresariales y a los políticos más influyentes del mundo. El tono del debate da cuenta de la amenaza que asecha a la economía mundial. El lema esta vez fue “Trabajar juntos, restaurar la confianza”. En estas pampas, el eslogan podría servir para intentar conjurar las tribulaciones del peronismo.

Kristalina Georgieva tiene preocupaciones que exceden por mucho el examen de las cuentas de Argentina para ver si Martín Guzmán cumple con las metas de ajuste comprometidas. Los contenedores amontonados en Shanghái por el confinamiento y el trigo estancado en Ucrania por la guerra condujeron a un llamado del FMI con tono de urgencia: “¿Por qué debemos resistir la fragmentación geoeconómica y cómo?” titularon la misma Georgieva (directora gerente), Gita Gopinath (subdirectora gerente) y Ceyla Pazarbasioglu (directora del Departamento de Estrategia, Políticas y Evaluación) un artículo destinado a la discusión en Davos [1].

El trío fondomonetarista advirtió que el mundo enfrenta el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial. Afirma, además, que con la guerra entre Rusia y Ucrania se suma una crisis sobre otra “devastando vidas, arrastrando el crecimiento y elevando la inflación”.

The Economist, uno de los principales periódicos del mundo, tituló en portada la semana pasada “La catástrofe alimentaria que se avecina”. Allí indica que la guerra conduce hacia el hambre masiva. El alza de los precios de los alimentos y de la energía afecta a los hogares de todo el mundo. La carestía de la vida impacta de manera desigual en la geografía del planeta: en Sri Lanka condujo a un levantamiento popular por la crisis social que tiene, entre otros responsables, al FMI [2].

Pero el efecto inflacionario llega a todos los rincones. Incluso a las potencias imperialistas. Días atrás, el Banco de Inglaterra habló de una "apocalíptica" escasez mundial de alimentos. Andrew Bailey, el gobernador del Banco Central, dijo que Gran Bretaña enfrentará grandes conmociones por la inflación. Bailey, además, señaló que el país está “indefenso” frente a los aumentos de precios internacionales a causa de la guerra en Ucrania.

El peligro de la inflación condujo a que los bancos centrales eleven las tasas de interés de forma moderada. No obstante, esas tasas parten desde muy abajo. Esto no quita que el encarecimiento del crédito, aunque moderado, opere peligrosamente sobre una montaña de deuda en todos los niveles de la economía global: familias, empresas y estados están recontra endeudados. A su vez, la suba de la tasa de interés impactó aumentando la inestabilidad financiera.

Los inconvenientes en las cadenas de suministros condujeron a países y empresas a reconsiderar con criterio estratégico la organización de las cadenas de valor globales para asegurar el abastecimiento desde espacios menos lejanos: existe una discusión sobre si está en curso una retracción de la globalización que altera la división internacional del trabajo estructurada en el auge del neoliberalismo. Como sea, los cambios en las lógicas espacialmente estructuradas del capital muchas veces expresan de manera concentrada la crisis del propio capital.

Si a este combo se le suma la crisis climática, “nos enfrentamos a una confluencia potencial de calamidades”, sentencia el análisis de las mujeres del Fondo. También expresan impotencia para dar respuesta a la situación debido al riesgo de la fragmentación geoeconómica que limita las respuestas coordinadas de los países a escala mundial.

El trío fondomonetarista indica que las fuerzas de la integración mundial en simultáneo que sirvieron al aumento de la productividad y a reducir la pobreza en las últimas tres décadas provocaron un incremento de la desigualdad de ingresos, de riqueza y de oportunidades. Las tensiones en el comercio, por los estándares tecnológicos y la seguridad resquebrajaron la confianza en el sistema económico. Según un estudio del Fondo, la fragmentación tecnológica puede llevar a una pérdida del 5 % del PIB en muchos países.

“Entonces, tenemos una opción: rendirnos a las fuerzas de la fragmentación geoeconómica que harán que nuestro mundo sea más pobre y más peligroso. O remodelar la forma en que cooperamos, para avanzar en el abordaje de los desafíos colectivos”, afirman desde la cúpula del FMI. Y señalan cuatro prioridades para buscar el restablecimiento del sistema mundial: fortalecer el comercio para aumentar la resiliencia; intensificar esfuerzos conjuntos para hacer frente a la deuda; modernizar los pagos transfronterizos; enfrentar el cambio climático.

Las buenas intenciones en la voz del Fondo nunca son creíbles. Sus políticas hambrean el mundo. Pero la descripción del panorama global que efectúan sus máximas autoridades dan cuenta de la situación de emergencia.

Recesión o estanflación

“Tenemos al menos cuatro crisis, que se entrelazan. Tenemos una alta inflación... tenemos una crisis energética... tenemos pobreza alimentaria, y tenemos una crisis climática. Y no podemos resolver los problemas si nos concentramos en una sola de las crisis”, advirtió Robert Habeck, el vicecanciller alemán. El peligro: “me temo realmente que vamos a entrar en una recesión mundial con un efecto tremendo... en la estabilidad mundial”.

Martin Wolf, un reconocido periodista económico del Financial Times de Londres, cree equivocada la pregunta sobre si los Estados Unidos y otras economías líderes van a entrar en recesión. O, al menos, no cree que sea la pregunta indicada para los Estados Unidos. “La correcta es si nos estamos moviendo hacia una nueva era de mayor inflación y crecimiento débil, similar a la estanflación de la década de 1970”.

Wolf cree que la inflación se puede elevar en una espiral en la medida que las personas intentan defender el poder de compra de sus ingresos y los bancos centrales buscan sostener la demanda real. Así se pierde la fe en una inflación baja. Sostiene que este devenir no es lo que leen los “mercados” en este momento, pero que sí podría desenvolverse si la FED (el banco central estadounidense) no actúa decididamente. Por eso, afirma que el “momento de estrangular un repunte inflacionario está en sus inicios”. El periodista entiende que la FED tiene que subir la tasa de interés con más decisión. El costo: mayor desempleo.

Otro periódico económico, en este caso estadounidense, el Wall Street Journal, publicó una transcripción de la intervención de Jerome Powell, el presidente de la FED, durante la última reunión de la entidad monetaria. Powell dijo que su objetivo es “bajar los salarios” para contener la inflación, que está en el nivel más alto de los últimos cuarenta años. Y se quejó de que los trabajadores tienen demasiado poder en el mercado laboral: no aceptan trabajos mal pagos y con pocos derechos ¡Qué falta de pleitesía a la explotación capitalista!

“La disciplina como objetivo de la política económica”, tituló el economista Adolfo Canitrot un ensayo de 1980 sobre la política económica de la dictadura cívico militar argentina [3]. Cuarenta años después, Powell persigue el mismo objetivo: habló de disciplinar a la clase obrera a través del mercado laboral ¿Estará incómodo con la incipiente emergencia de un sindicalismo de base en la principal potencia económica? [4]

El economista Michael Hudson, ahora devenido en crítico del funcionamiento del sistema, pero que en los años sesenta trabajó en el mundo de las finanzas junto al expresidente de la FED, Paul Volcker, respondió a Powell que “la inflación es causada por los monopolios corporativos, no por el trabajo”. Y dio en el punto al recordar que Volcker ponía en el centro del ataque a los salarios para defender las ganancias de las corporaciones.

Frente a la difusión de las actas de la FED, los “mercados” respondieron con un festejo que se expresó en el alza en las cotizaciones de Wall Street durante el miércoles 25/5. El Banco Central Europeo, dirigido por Christine Lagarde (la exdirectora del FMI), anunció que se mueve en el mismo sentido: planea salir de las tasas de interés negativas con subas progresivas en los próximos meses.

El periodista británico Martin Wolf no lo dice, pero detrás de sus advertencias sobre una demanda, sobre un poder de compra, que se desenvuelve por encima de las posibilidades de la oferta, de la capacidad de producir de las empresas, se vislumbra una poca fe en las posibilidades del capitalismo de sostener un proceso de acumulación importante, vigoroso. De hecho, el crecimiento potencial de la economía que tiene en vistas Wolf está en el 2 %.

La recesión mundial, es decir la caída de la producción a escala global, puede ser entendida como una ruptura, aunque sea episódica, de la acumulación capitalista. No es un fenómeno habitual aun cuando la crisis y las dificultades en la acumulación sean persistentes en varios países, incluso en varios países importantes.

Luego de finalizada la Segunda Guerra, la economía mundial solo experimentó dos años de recesión o ruptura de la acumulación: en 2009, luego de la quiebra Lehman Brothers; y, en 2020, a causa del impacto de la pandemia del Covid cuyo origen, obviamente, está vinculado a los métodos de producción capitalista [5]. Un potencial tercer episodio recesivo en menos de una década y media sería una expresión (grave) del estado de salud de la economía mundial. Pero también lo sería la instalación de una situación de estanflación persistente. O, las dos cosas al mismo tiempo. El debate sobre las perspectivas de recesión o estanflación muestra, en definitiva, que en el horizonte no hay futuro.

Las políticas de los estados capitalistas y de los organismos internacionales exponen de forma cada vez más abierta su objetivo de atacar el empleo y el salario ¿Se vislumbra una incipiente guerra mundial contra la clase trabajadora? Es probable. La guerra de guerrillas cotidiana para sostener y ampliar la explotación capitalista pega saltos en las crisis. Por el momento, los dueños del mundo intentan que la clase trabajadora acople sus expectativas a las (muy bajas) expectativas del capitalismo mundial que, como señala el trío fondomonetarista, está exponiendo todas sus calamidades.

Una versión de este artículo fue publicada en El Juguete Rabioso, el newsletter de economía de La Izquierda Diario, el día 26 de mayo de 2022.

 
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