La pregunta aparece inmediatamente ante un resultado evidente: hay exportaciones récord, pero el Banco Central no sólo no acumula dólares sino que los pierde, ¿adónde fueron esos dólares?. Formulada al ministro de Economía, Martín Guzmán y al mismo presidente Alberto Fernández en distintas situaciones; la pregunta fue respondida con fórmulas generales y hasta en parte contradictorias entre sí.
Un superávit comercial limitado por la suba de las importaciones atadas a una estructura atrasada y dependiente, empresarios que maniobran con la sobrefacturación de importaciones y la subfacturación o triangulación de las exportaciones, son parte de la explicación. A ello se suman las deudas privadas en el exterior que se acumularon durante el ciclo especulativo del macrismo, que las propias empresas se realizan a sí mismas y que son canceladas con dólares baratos que facilita el Banco Central. Por último, los pagos de deuda pública externa y la fuga de divisas (legal e ilegal) son otras "ventanillas" por la que se escurren los dólares.
El problema no se agota en la falta dólares: la propia meta de "acumular" dólares pactada con el FMI tiene inscripta su negación: la de usar esos dólares para pagar la deuda pública externa.
El problema
Repasemos los hechos. En los primeros cuatro meses del año el total de exportaciones fue de U$S 27.681 millones, creciendo 28,5 % respecto del primer cuatrimestre del año pasado, y superando en 14% el récord previo de enero-abril de 2012, que había sido de U$S 24.319 millones. Como todos podrán imaginar, este salto en las exportaciones responde a precios récord de las materias primas que Argentina exporta: si se hubiesen mantenido los precios del mismo período del año pasado, las cantidades exportadas tendrían un valor total de U$S 22.592 millones, calculó el Indec, es decir, un 18 % abajo.
Pero las reservas internacionales en el Banco Central no crecieron significativamente en el mismo período. Si en diciembre terminaron en U$S 39.182 millones, el último día hábil de abril se ubicaron en U$S 42.007 millones. Este aparente crecimiento en realidad no lo es tal. En el medio, tuvieron un importante descenso hasta tocar el piso de U$S 37.075 millones el 23 de marzo, corregido al alza dos días después por un evento extraordinario: el primer desembolso del FMI en el marco del nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas. Este llevó las reservas al pico de U$S 43.321 millones, para luego continuar descendiendo hasta el día de hoy.
La tendencia es declinante: sacando la entrada neta de dólares por el envío del FMI. se perdieron unos U$S 4.500 millones de reservas en lo que va del año (Balance Cambiario, BCRA).
No todo es culpa de las importaciones
En una entrevista radial en el programa de Ernesto Tenenmbaum, el presidente Alberto Fernández explicó que “efectivamente en el primer año, 2020 y un poquito en el 2021, hubo una demanda de dólares para pagar deudas externas de empresas privadas, eso va poco a poco cayendo y desapareciendo. Más del 80% de los dólares que salen del Banco Central son para pagar insumos de una economía que no para de crecer, y necesita de insumos industriales importados para seguir produciendo”. Es una verdad a medias, veamos.
Es cierto que hay un crecimiento económico después del derrumbe por la pandemia, y es cierto que en países con una industria dependiente y atrasada como en la Argentina cuando la economía crece la demanda de divisas se acelera . Esto se refleja en que las importaciones también marcaron en el primer cuatrimestre del año el nivel más alto en la última década (U$S 24.852 millones) y crecieron en términos interanuales más que las importaciones (42,6% vs. 28,5%). El rubro que más creció fue Combustibles y Lubricantes (195,1%) impulsado por la suba internacional de los precios del petróleo y el gas.
Sin embargo, debe considerarse que la suba de las importaciones se ve magnificada porque algunas empresas buscan hacerse de dólares baratos anticipando las compras como cobertura ante la suba del dólar. Así también, es sabido que las grandes empresas trasnacionales que intervienen en el comercio exterior despliegan diferentes formas de fuga de capitales por medio de la sobrefacturación de importaciones, entre otros mecanismos.
Esto sucede cuando empresas se compran a sí mismas (por ejemplo, a una filial o casa matriz en el exterior) o a una empresa del grupo a un precio mayor del real, con el fin de acceder a más divisas. En efecto, el BCRA denunciaba a mediados de 2020, en medio de la pandemia, que había un 30% de sobrevaluación con respecto al valor real en los bienes importados. Ese monto alcanzaba unos U$S 1.700 millones.
Al mismo tiempo, no todas esas importaciones se componen de partes e insumos para la producción, como quiso dar a entender Fernández. En el acumulado de las importaciones de este año, bienes intermedios representa el 38 % del total, y bienes de consumo el 12 %.
A las maniobras de obtener dólares por parte de los empresarios a través de sobredeclaración de importaciones, también se agrega la subfacturación de exportaciones por las empresas que venden al extranjero, de esta forma evadiendo retenciones e impuestos. El Equipo de Investigación Política (EDIPO) - MATE explicó en un artículo de la revista Crisis, de qué forma muchas empresas que logran “adelantar” la declaración de una venta consiguen un precio ventajoso, porque en realidad se venden a sí mismas. "En verdad el comprador que figura en la factura no es el destinatario real del producto (por lo general alguna firma china, vietnamita o de otro país asiático), sino una sucursal que tiene sede en un tercer país, un intermediario cómplice, una pantalla. Esto ocurre en el 95% de las operaciones de ventas al exterior", dice la investigación. A esto se denomina “triangulación de exportaciones”.
El magnate Eduardo Costantini, dueño del Malba y empresario inmobiliario, denunció que "hay empresarios que sobrefacturan importaciones, otros que subfacturan exportaciones y generan dólares blue”. El reclamo del empresario no es por una preocupación patriótica, sino por los mecanismos que están conteniendo al dólar y la brecha con el paralelo, ya que este último se dota de liquidez con esos mecanismos. Mientras, para otros implica un gran negocio: empresarios que se hacen de dólares baratos oficiales, y los venden a un 70% más caro en el mercado paralelo.
Ventanilla abierta: dólares baratos para las grandes empresas
Así y todo, aún considerando el incremento de las importaciones, el saldo en balance comercial fue positivo en U$S 2.830 millones en los primeros cuatro meses del año. Si bien está un poco por debajo de los valores de los últimos tres años (que habían sido igualmente altos), no deja de ser un excedente de dólares considerable. La pregunta sobre el destino de esos dólares sigue más fuerte que nunca.
Para comprender la cuestión no alcanza con ver el saldo comercial, hay que mirar los movimientos financieros y de capital. Fernández planteó que ya es “ poquito” la salida de dólares por empresas privadas que pagan deudas, pero Martín Guzmán, días después, lo contradijo.
“La pregunta es por qué no hubo una alineación entre el superávit comercial y la acumulación de dólares”, indicó el ministro. “¿Por qué pasó?: al ver cada uno de los factores, por un lado entre 2020 y 2021 hubo 8300 millones de dólares en pagos del sector privado de deuda, no solo porque durante el gobierno anterior creció en 100 mil millones la deuda pública, sino que también creció la deuda del sector privado en la administración anterior”, expresó el ministro en el programa radial de AM750 “Toma y Daca”.
Vale recordar que los flujos de capital durante el macrismo estaban vinculados en gran medida a la especulación con las altas tasas de interés locales. La cancelación de esas deudas externas por grandes empresas, muchas veces a sí mismas, vendría a cerrar el ciclo especulativo, con un acceso a dólares al tipo de cambio oficial.
“Era tan grande el problema que, a pesar de que el Banco Central solo te daba el 40% [de acceso al mercado de cambios -para las empresas- respecto a los vencimientos de sus pasivos externos, NdR] hubo mucha salida de dólares para pagar esas deudas, pero esta es la decisión que adoptó todo el Frente de Todos, y no hay vuelta”, agregó Guzmán.
Pero eso no es todo. El ministro además defendió este mecanismo: con esta cancelación de deudas “las empresas se capitalizaron y esto implicó mayor capacidad productiva a futuro, a costa de haber acumulado menos reservas”.
Según el último informe del BCRA, la deuda externa privada asciende a U$S 76.206 millones para el cuarto trimestre de 2021, de la cual el 42% fue tomada con empresas del mismo grupo. La industria manufacturera aparece en primer lugar con una deuda de U$S 20.745 millones, que fue financiada en su mayor parte (51%) por sus casas matrices o empresas pertenecientes al mismo grupo. Una especie de “autoprestamo”, que cuenta obviamente con intereses, de los cuáles se beneficia el mismo grupo empresarial y se pagan con dólares del BCRA a dólar oficial.
Este monto de “autoprestamos empresariales” equivalen actualmente a U$S 31.920 millones. Para tomar dimensión, representa alrededor del 70% del préstamo del FMI al gobierno de Macri equivalente a 45.000 millones de dólares. O podríamos decir también, un monto equivalente al préstamo de Facilidades Extendidas que tomó con el FMI el gobierno de Fernández.
Los informes de deuda externa privada dejaron de publicarse en la segunda mitad de 2017 por el BCRA durante la gestión de Macri, justo cuando unos meses después el gobierno recurriría al FMI por el préstamo más grande de su historia. Con el cambio de gobierno los informes vuelven a publicarse, sin embargo, a pesar de que allí se encubren formas de fugar capitales, esta deuda no es auditada ni investigada. Por el contrario, el gobierno otorga los dólares para “honrarla”.
Según los datos del Balance Cambiario del BCRA entre enero de 2020 y abril de 2022, se observaron pagos netos en moneda extranjera del sector privado no financiero por U$S 6.179 millones (U$S 3.049 millones en 2020, U$S 2.250 millones en 2021 y U$S 881 millones de enero a abril de 2022), llamados “Préstamos financieros, títulos de deuda y líneas de crédito”.
Como dijo el propio ministro Guzmán, a esto se suman los pagos de deuda externa del sector público. Solamente considerando los pagos al FMI (sin contar otros organismos internacionales o préstamos de otros Estados), a enero de 2022 el Gobierno le llevaba pagados U$S 7.185 millones al Fondo Monetario, superando con creces incluso el envío de los U$S 4.500 millones que hizo el organismo en concepto de Derechos Especiales de Giro (DEG).
Por último, si bien con las restricciones a la compra de dólares para atesoramiento (el llamado “cepo”) la fuga de divisas “legal” que registra el BCRA se redujo notablemente, no es para despreciar la suma de U$S 360 millones que salieron del sistema por “formación de activos externos” en los cuatro primeros meses de 2022, ni tampoco los U$S 3.500 millones que se fugaron desde enero de 2020.
Las operatorias fraudulentas y las maniobras de las grandes patronales con el comercio exterior como la sobrefacturación de importaciones y la subvaluación de exportaciones, se presentan como errores naturales, incluso legalizadas, como en el caso de los dólares que da el Banco Central para que paguen deudas privadas externas a un precio diferencial. Qué diferente sería si el comercio exterior fuese nacionalizado, bajo la órbita Estatal, y controlado por los trabajadores. Una medida elemental para recuperar la soberanía de los recursos y reorientar las prioridades de exportación e importación según las necesidades de las mayorías sociales y un verdadero plan de desarrollo.
El "otro" problema
Quizás hasta más grave que la escasa capacidad (o mejor dicho, voluntad) del Estado para captar divisas, el problema es para qué quiere los dólares el Gobierno. “La respuesta no te va a sorprender”, diría algún titular “clickbait”, pero real: el Gobierno quiere acumular divisas para garantizar los pagos de deuda pública.
No solo serán necesarios dólares para afrontar los intereses, sino también los vencimientos de capital, que comenzarán a caer como piedrazos a partir de 2025 cuando se junten los vencimientos de deuda con los fondos privados, con los del acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI que firmó el ministro Guzmán.
En el Newsletter “El juguete rabioso”, el economista Pablo Anino repasó las últimas experiencias de períodos de elevados precios de materias primas que Argentina exporta y superávit comercial. Gracias a este, “el país acumuló entre 2000 y 2021 un ingreso neto de U$S184 mil millones de dólares. (...) ¿Cómo es posible que con semejante superávit comercial falten dólares? Es que existe un flujo permanente de dólares que salen por otras “ventanillas””, anotó.
Fuga de capitales, pagos de deuda externa, remisión de utilidades por las trasnacionales, estafas y maniobras con el comercio exterior, etc, los mecanismos se repiten. Una banca estatal única no sólo evitaría la fuga de capitales, sino que facilitaría créditos baratos para acceder a viviendas, para pequeños comerciantes, como también proteger a los pequeños ahorristas que siempre son estafados ante las crisis.
“Este saqueo por diversas “ventanillas” conduce a un problema vinculado al dominio de las potencias extranjeras sobre la economía. No solo por el control que ejercen el FMI y otros organismos internacionales, sino por la estructuración de un aparato productivo con predominancia del capital extranjero en los núcleos estratégicos”, explica Pablo Anino.
Ante la grave crisis social que padece el pueblo trabajador, la inflación de los alimentos que desintegra los ingresos de los sectores populares, los pocos dólares que ingresan, el destino que tendrían si entrasen y el daño ambiental que dejan las producciones que los generan, vale la pena preguntarse quiénes son los que se benefician de la soja, el trigo y el maíz a precios récord. |