Editorial |
Cristina Kirchner y una clase de Estado
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El discurso de la vicepresidenta contra las “organizaciones sociales” en el plenario de la CTA: una cuestión que va más allá de la interna del Frente de Todos. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9. |
Link: https://www.laizquierdadiario.com/Cristina-Kirchner-y-una-clase-de-Estado
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- Desde que Cristina Kirchner emitió su último discurso en el plenario de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que conduce Hugo Yasky se abrieron muchos debates. Entre ellos, la cuestión de los planes sociales y la asistencia del Estado. “Sé que hay cooperativas que laburan, que producen, que hacen cosas porque las vi también trabajar en la época en que Alicia (Kirchner) era Ministra de Desarrollo Social. Pero es el Estado el que debe tener el monopolio…”, dijo la vicepresidenta, y luego comparó con la función de la Policía que no se puede tercerizar. La comparación misma merecería toda una reflexión ¿no?: la asistencia social del Estado con el monopolio de la violencia legítima y de la función represiva. Parece que en el razonamiento de Cristina hay una unidad, hay un punto en el que son comparables.
- La interpretación periodística vinculó sus declaraciones a la interna del Frente de Todos, especialmente con el Movimiento Evita y seguramente algo de eso hay, pero la cuestión va más allá.
- Al poner el foco de manera indiferenciada en las organizaciones de trabajadoras y trabajadores precarios o desocupados y hablar de la necesidad de recuperar el “monopolio” para el Estado, está atacando a la organización colectiva de todo ese sector al que el sociólogo Juan Carlos Torre llamó “pobres en movimiento” y que en su momento se organizaron porque los sindicatos tradicionales los dejaron librados a su suerte.
- Por otra parte, con todas las mediaciones o distorsiones del caso, las conquistas de ese sector de trabajadores tiene que ver con procesos de lucha históricos que se remontan a antes del 2001, que sufrieron cambios y mutaciones, pero que no se pueden entender sin esos procesos. Movimientos que nacieron allá en Cutral Có en el sur, en Tartagal y Mosconi en el norte, que reclamaban por trabajo genuino. Luego el Estado tuvo diferentes orientaciones para limitar su capacidad de movilización, regimentar, cooptar, estatizar si se quiere, y en algunos casos tuvo éxito, en otros no tanto.
- El discurso de la vicepresidenta no es nuevo. Se escucharon muchas veces planteos similares en relación con los sindicatos que también surgieron como organizaciones independientes, fueron estatizados (elecciones sindicales, flujo de dinero en las obras sociales). Muchas veces la existencia de burocracias enriquecidas con trabajadores pobres se utilizó para impugnar toda forma de organización sindical.
- Pero, miren qué curioso, todo el mundo se cree con el derecho a discutir y a cuestionar cómo se organizan los desocupados, o los trabajadores ocupados, pero nadie se mete con las organizaciones empresarias: nadie dice nada de cómo se organiza la AEA, la Sociedad Rural, la UIA.
- El planteo de que el Estado recupere el “monopolio”, vía los intendentes o funcionarios tiene dos objetivos: uno de ellos el trabajo (o “laburo”) como dijo CFK precario y barato para los municipios. El intendente de Pehuajó, Pablo Zurro, se reunió con la vicepresidenta y habló de un proyecto para el Potenciar Trabajo. Sostuvo que en su municipio propuso que esas personas cumplan 20 horas semanales de trabajo en sus barrios, por lo que se les dará un plus mensual, que aportará el tesoro municipal, y una cobertura de salud a través de la obra social de la Provincia de Buenos Aires (IOMA). Traducido: trabajo municipal con sueldos menores y condiciones laborales fuera de convenio. Pero, también tiene otro objetivo: que no se organicen como movimientos colectivos o como clase y que se atomicen como ciudadanos a merced del Estado. O sea que lo que se plantea como una “liberación” de problemas (presuntos o reales) de las organizaciones colectivas, en realidad es el mayor aporte a la sujeción a los representantes del Estado. Una concepción —en el fondo— muy liberal.
- Como lo viene demostrando gran parte de Latinoamérica, frente al ajuste en curso, no se necesita menos organización colectiva, sino más. En Ecuador son las organizaciones las que hace diez días enfrentan el ajuste del banquero Guillermo Lasso, lo mismo en Chile o en Colombia antes. Con las organizaciones de desocupados, desocupadas, precarios, precarias se pueden (y se deben) discutir muchas cuestiones: la organización democrática, la independencia del Estado o los gobiernos, la necesidad de un movimiento único autoorganizado y que cada tendencia política influya por sus ideas, la necesidad de pelear con los ocupados por el reparto de las horas de trabajo, sin disminución salarial, si no se quiere la condena a ser trabajadores de segunda y muchas otras cosas más. La “universalización de los programas” contra la distribución discrecional de parte del gobierno o el aumento inmediato como cuestiones urgentes.
- Lo que es seguro que los únicos que tienen el “monopolio” legítimo de esa discusión son los trabajadores y trabajadoras.
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