El surgimiento de una nueva oposición al gobierno de Arce, encabezada por su mentor y actual jefe del MAS-IPSP (Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos), el ex presidente Evo Morales, amenaza con despojar del respaldo de algunos movimientos sociales al gobierno de Luis Arce, y condicionar y limitar las políticas del gobierno a la voluntad y exigencias de Morales.
El lunes 20 de junio Arce se reunió con Evo Morales y los dirigentes del trópico cochabambino luego de que estos atacaran al ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, acusándolo de traidor y pitita, y luego de que el mismo Evo Morales atacara al gobierno de Arce afirmando que los ministros que fueron parte de su gobierno no podrían estar con este gobierno “ya que tienen dignidad”. Al tiempo que se desarrollaba la reunión, la asamblea de la alteñidad, cuyo núcleo central son las juntas de vecinos de El Alto y la Central Obrera Regional, realizaron una conferencia de prensa respaldando al gobierno de Arce y cuestionando las presiones que desde las federaciones del trópico y del “evismo” se vienen realizando al mismo y afirmando que mientras Evo Morales y sus ministros se habrían fugado durante el golpe, los alteños se quedaron a enfrentarlo. Además, exigieron el respeto al voto popular, en referencia no solo a Arce sino también a la alcaldesa de El Alto Eva Copa, y evitar la desestabilización que puede ser aprovechada por la derecha.
Pese a que al finalizar la reunión se reiteraron las declaraciones de que no hay ninguna división, lo cierto es que varios diputados afines al evismo, entre ellos Héctor Arce, cuestionaron nuevamente el manejo del ministerio de Gobierno y de la lucha contra el narcotráfico luego del asesinato de tres policías en la localidad de Porongo, poniendo así nuevamente al ministro Eduardo Del Castillo al borde de su expulsión del gobierno.
El miércoles 22 de junio en un ampliado nacional del MAS, realizado en Cochabamba, se determinó prohibir al vicepresidente, David Choquehuanca, impulsar Escuelas de Formación Política, recomendándole dedicarse exclusivamente a las tareas de gobierno bajo la amenaza de ser expulsado del partido si no se ajusta a estas determinaciones. En dicho encuentro, las diversas fracciones se acusaron mutuamente de “golpistas”. Unos acusando a los renovadores de preparar un golpe contra Evo al interior del partido y los otros, acusando al evismo, de estar preparando un golpe contra Arce y Choquehuanca. Calificativos que evidencian el nivel de violencia al interior del MAS-IPSP. La resolución se tradujo en insultos, empujones y golpes en la ciudad de Santa Cruz entre las fracciones evistas y renovadoras, éstas últimas mayoritariamente afines a Choquehuanca en este departamento.
Dentro del sector renovador se observan dos tendencias. Por un lado, están los seguidores del vicepresidente quien fue denunciado por el evismo de preparar su propio partido con miras a las elecciones del 2025 y, por otro lado, están los seguidores del actual presidente, Luis Arce Catacora, quién ante la necesidad de garantizar estabilidad a su gobierno necesita fungir como “apaciguador” entre el evismo y los choquehuanquistas.
El sector acaudillado por Morales ha lanzado una fuerte ofensiva política logrando el cambio del viceministro de coordinación con los movimientos sociales, Freddy Bobaryn alineado con Choquehuanca y su reemplazo por Gustavo Torrico afín al evismo; y, la expulsión del diputado renovador Rolando Cuellar del partido de gobierno. Hay que agregar los ataques y las denuncias penales que desde el evismo se vienen realizando contra la directora ejecutiva de la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra, Angélica Ponce, afín al bloque de Arce. Recordemos que Ponce cuestionó severamente el caudillismo y machismo de Evo Morales lo que le ha valido duros ataques provenientes de sectores de su propio partido. Al igual que Cuellar, aunque Ponce se mantiene en su cargo, fue expulsada del partido frente a lo que manifestó “no soy traicionera, no me metí debajo de la cama ni me escapé a otro país”.
¿Cuáles son las diferencias políticas de fondo al interior del MAS?
Ninguna. Lejos de tratarse de una disputa sobre la posibilidad de adoptar algún tipo de medidas “progresivas” que mejoren la situación de las y los trabajadores del campo y la ciudad, nos encontramos en presencia de una disputa de carácter personal y caudillista, centrada en la repartija de cargos estatales como mecanismo de preservación y consolidación en el poder de las distintas fracciones en disputa.
Tanto evistas como renovadores, han coincidido por ejemplo en mantener el sistema mixto de salud que como hemos visto durante la pandemia solo ha permitido el enriquecimiento acelerado de los médicos empresarios sobre la base de sostener la precariedad y la flexibilización laboral de las y los trabajadores de salud. De la misma forma, evistas y renovadores, han respaldado la implementación de la Ley del Estatuto del Funcionario Público a las y los trabajadores de AASANA (Administración de Aeropuertos y Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea) y SABSA nacionalizada (Servicios de Aeropuertos Bolivianos) en un ataque abiertamente antiobrero y neoliberal. Ley que prohíbe el derecho a la sindicalización y que despoja de derechos laborales a las trabajadoras y trabajadores. Ley que como sabemos fue implementada en el neoliberalismo y no solo continuada por el MAS durante todo sus años de gobierno sino que la fue extendiendo a más sectores. No solo eso, sino que todas las alas del MAS, hoy en disputa, coinciden en embellecer a las instituciones reaccionarias, como la Policía y las Fuerzas Armadas, responsables de las masacres durante el golpe de Estado, mientras encarcelan a unos pocos responsables, como Áñez, pero no por las masacres sino por “incumplimiento de deberes”. Es decir, coinciden entonces en mantener en la impunidad a los responsables políticos y materiales de los crímenes de lesa humanidad. Ahí quizás si aplica su “unidad” para la gobernabilidad, negociando con la oposición a costa de los intereses, necesidades y derechos de las y los de abajo.
Es sabido que el desplazamiento de Evo Morales del gobierno el 2019, no solo que puso fin a sus tendencias bonapartistas y autoritarias sino que lo empujaron a un papel subordinado y secundario en la política nacional, lo que alentó no solo las tendencias centrífugas del partido de gobierno sino también al fortalecimiento del ala renovadora del MAS.
De esta manera, como se hace cada vez más evidente, estas fricciones al interior del MAS-IPSP se agravan debido a que hoy, a diferencia de la bonanza económica durante el gobierno de Evo, el gobierno de Arce es la expresión de un “populismo de manos vacías”, sin posibilidad de contar con recursos suficientes para amortiguar sus cada vez más profundas contradicciones.
Los dilemas
Los anuncios por parte de diversos representantes del ala renovadora de la posible candidatura de Luis Arce para un segundo mandato el 2025, afirmaciones nunca desmentidas por el actual presidente, así como los reagrupamientos, al interior del partido, que alienta David Choquehuanca y que se han traducido en división de diversas organizaciones sociales, ha empujado a Evo Morales a combatir a los renovadores tratando de evitar que el poder que aun concentra dentro del partido se le vaya diluyendo entre las manos y socavando la posibilidad de volver a candidatear para el 2025.
Tanto Evo Morales, como la dupla gobernante de Arce y Choquehuanca, necesitan de una gestión gubernamental relativamente exitosa, de la que aún restan tres años y medio, para tener mejores posibilidades en la próxima contienda electoral. Por otro lado Evo Morales se ve empujado a ubicarse en forma creciente como una nueva oposición a Arce y Choquehuanca si espera poder derrotar a los renovadores. La disyuntiva es difícil, ya que en la medida que se erige como oposición al gobierno lo debilita y atenta ante la posibilidad de una gobernabilidad relativamente tranquila, socavando la posibilidad de un retorno al gobierno si la gestión de Arce se debilita.
Todo esto alienta las manifestaciones renovadoras y hostiles al caudillismo de Evo como acaba de suceder con las organizaciones sociales de El Alto, plaza estratégica no solo para la gobernabilidad sino también para las posibles elecciones del 25.
En la medida que Evo se erige como una oposición al gobierno “renovador” del MAS traslada las disputas internas a la gestión del Estado transformando una disputa “doméstica” en problemas del gobierno y del debilitado régimen político sobre el que se asienta.
Por otro lado, David Choquehuanca quien desde la vicepresidencia difunde un discurso cada vez más contemporizador con las clases medias y altas, edulcorado con un indigenismo aceptable para estas capas sociales, ha logrado agrupar un sector importante de las organizaciones y movimientos sociales, que pese a los llamados a la unidad de todos los bandos en disputa, avanzan en la fragmentación y división de estas organizaciones.
Finalmente Arce, quien no ha desmentido sus aspiraciones reeleccionistas, se esfuerza por mantener la unidad de las diversas alas del MAS para garantizar la gobernabilidad de su gestión, sin abandonar el poder que le ha caído en las manos, como es la gestión del Estado, y con el que puede catapultar su propia carrera política a costa del evismo.
Este escenario de crisis del partido de gobierno, sin embargo, no logra ser aprovechado por la derecha golpista que se encuentra profundamente fragmentada sin referentes claros, y sin proyecto político alternativo al del MAS. Intentan reagruparse sobre la base de la movilización para exigir libertad para los pocos golpistas encarcelados con resultados aún inciertos. Esta situación de fragmentación tanto de la oposición de derecha como del MAS-IPSP, expresa la debilidad del conjunto del régimen político luego del golpe de Estado y de la gran rebelión antigolpista de agosto del 2020 que puso límite al prorroguismo de Áñez y llevó al gobierno a Arce Catacora.
La estabilidad gubernamental y una cierta recuperación económica, conquistada sobre un precario equilibrio de fuerzas, es en definitiva aparente ya que importantes fracciones del movimiento de masas expresan un estado de disponibilidad para recepcionar nuevas ideas y proyectos políticos. Es sobre esta base que las y los socialistas revolucionarios podemos pelear y alentar el desarrollo de todas forma de organización independiente para el despliegue de una genuina política anticapitalista y socialista. No hay tiempo que perder. |